Camilo dos Santos
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Sergio Rochet, el niño que gastaba los guantes y que hoy emociona a su pueblo

Lo mandaron al arco y le fue bien, pero seguía jugando como volante en una categoría mayor, se destacó en atletismo, cumplió sus sueños en Nacional y en la selección, y en Nueva Palmira se enorgullecen de su primer Mundial

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03 de noviembre de 2022 a las 05:04

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“Parece mentira que fue ayer que le escribí Sergio”, dice Graciela al ver los pequeños guantes en los que estampó el nombre de su hijo con marcador para que se parecieran a los que usaban los goleros profesionales con sus apellidos perfectamente impresos.

A pesar de los lentes fotocromáticos, se le nota el brillo de la emoción en sus ojos.

“Me entró una basurita”, le dice a su nieto Tomi, quien mira todos los objetos de su tío que su abuela sacó de su baúl de recuerdos.

Graciela es Graciela Álvarez, la madre de Sergio Rochet, el arquero de la selección uruguaya que se prepara para su primer Mundial en Qatar 2022.

En su casa familiar de Nueva Palmira, una linda construcción de ladrillos típica de las ciudades del interior con un amplio patio de césped, al fondo de la casa delantera, donde vive la abuela del arquero, la madre del golero celeste recibió a Referi la mañana del viernes cuando se jugó el partido entre Uruguay e Irán, en Austria, para bucear en la vida del golero en el ciclo de historias Mi primer Mundial, que presenta Referí para empezar a entrar en clima en la previa de Qatar 2022.

Fue en ese hogar donde el Chino creció junto a sus padres, Graciela y Pablo, y sus tres hermanas Yesica, la mayor, y Mara y Diana, la que siguen al único varón.

Graciela tiene una espectacular colección de objetos de la carrera de su hijo.

De toda la carrera, porque cuando Sergio empezó a jugar al baby futbol tuvo la intuición de anotar todos los resultados y conseguir todos los recortes de los diarios locales.

Y también los guantes, los que a diferencia de las casacas, permiten ver el crecimiento con los distintos tamaños de la mano, desde los primeros chiquitos, muy castigados y gastados, hasta los actuales, acolchonados y con colores impensados años atrás.

“Él atajaba con los que tenía”, cuenta Graciela sobre aquellos años de baby fútbol. Sergio no le pedía guantes y se arreglaba con lo que había.

No era accesible comprar y la mamá se las ingeniaba para repararlos, cosiendo y hasta poniéndole las tiras laterales de los pantalones deportivos como si fueran una cinta para ajustarlos. La mamá se enorgullece de su trabajo como modista al mostrar aquellos guantes que cuida como trofeos.

De golero y de volante central

La colección tiene camisetas de todos los equipos, desde cuando comenzó como jugador en baby fútbol antes de pasar al arco en aquellos primeros partidos.

“Toda la familia es muy futbolera y el padre jugaba en Deportivo Juvenil”, contó Graciela. “Cuando nació Sergio, su padre ya había dejado de jugar, pero por el amor al club lo llevó de chiquito, a los cinco años, a las primeras prácticas”.

“En los primeros partidos los jugó al centro, no era arquero”, agregó. “Y un compañero de él que era el arquero, como le hacían muchos goles, como todo niño no quiso seguir. Y lo pusieron a Sergio”.

Ese compañero al que no le gustaron los goles es Franco Frascheri, quien hasta el día de hoy es amigo del Chino y con quien siguió jugando al baby fútbol, en la selección de Nueva Palmira y también durante un año en las juveniles de Danubio.

“Arranqué atajando y un día estábamos en un amistoso en Dolores, me hicieron tres goles en cinco minutos, tiré los guantes y me fui. Y el técnico lo metió al arco. Así que sí, lo descubrí yo”, dijo Frascheri a Referi, sonriendo, al recordar el momento en que Rochet se hizo arquero. “Yo seguí jugando al centro y él al arco”, agregó el futbolista que sigue jugando en Palmira.

El niño Rochet no era solo golero. Tenía la particularidad de que en su categoría, la 93, atajaba, pero lo subían a la siguiente y jugaba como mediocampista.

¿Y en esa posición cómo le iba? “El Chino era golero en la categoría de él y se moría por subir a la otra categoría mayor, porque en esa época podían subir cuatro o cinco jugadores”, contó Silvio Coscia, quien lo dirigió en el baby fútbol de Deportivo Juvenil. “Atajaba en la categoría de él y en la otra no quería atajar, quería jugar al centro. ¡Y jugaba bien! Vos lo veías y era un jugador más, hacía goles, metía, era rapidísimo”.

Un niño inquieto

Nueva Palmira está en pausa por el partido de la celeste y porque ataja Rochet.

La ciudad de 10.000 habitantes que descansa sobre el Río Uruguay, casi donde comienza el Río de la Plata, cuenta con una coqueta rambla muy verde, con su puerto y con varias canchas de fútbol.

Desde pequeño, Rochet se destacó por su físico con el que marcaba diferencia al ser más alto que la media. A eso le fue sumando los conocimientos del arco. “Era un chico alto, espigado, como se ve hoy, ya era de niño, grande. Genéticamente lo hereda de su padre, que es alto y grande”, contó Julio Sayas, amigo de la familia y de Sergio, quien además es presidente de Nacional de Nueva Palmira, el segundo club del arquero, desde donde pasó a Danubio.

“Era un chico vivo, despierto, muy alegre, a veces hasta inquieto... Y eso lo llevaba a ser distinto al resto. Era un chiquilín que tenía otra vivacidad en lo que estaba haciendo en el arco”, agregó Julio desde la barra del histórico bar El Sapo. “Aparte, sacando al arquero, es un chico excelente, que tuvo la suerte de nacer en una buena familia y de ser un buen muchacho”.

Graciela acompañó la carrera de Sergio desde el primer día llevando todos los apuntes. “Se ve que, como madre, una siempre quiere que sus hijos cumplan sus sueños. En un momento me dijo y fui anotando todo, porque tenía un presentimiento de que iba a llegar, aunque nunca pensé que iba a llegar a tanto. A veces me da vergüenza, me cohíbe. Que hable así todo el mundo de él, a veces siento la sensación de que no caigo en todo lo que le ocurre”, contó.

Además, le tocó ser madre de un golero, lo que implica padecer nervios que otras mamás no sufren en el baby.

“Ser madre de un niño arquero te lleva a tener más que nada el miedo a los golpes, hasta el día de hoy. Hoy a veces se golpea y pienso que es algo serio, y me dicen ‘no, no, está haciendo tiempo’”, agregó.

En la escuela, Sergio "no era mal alumno, pero era bandido”, contó Graciela. Lo mismo en el liceo, cuando no le gustaba usar corbata y se sacaba la camisa por afuera del pantalón.

Además del fútbol, hacia atletismo en los departamentales de la escuela y el liceo. “Salía primero o si no andaba ahí. Hacía carreras y postas. Todos mis hijos eran buenos. Y le gustaba y tiene medallas. Eso ocurría una vez al año, porque no había muchas competencias”.

En el baby fútbol defendió a la selección de Nueva Palmira, donde lo dirigió Yamandú Arce, quien, como todos los entrevistados, mantiene el vínculo intacto con Sergio.

“En el área era todo de él, como era alto, no precisaba casi a los defensas. Salía siempre, como sale ahora”, contó el DT, quien agregó que uno de los puntos en los que trabajó para mejorar fue la precisión del saque con la mano.

La tarde de Nueva Palmira sigue en la cancha de Deportivo Juvenil, donde se hicieron presente varios de los entrevistados y donde se invitó a los niños del baby fútbol a un entrenamiento y a un reconocimiento a Rochet.

¿Cómo era enfrentarlo en el arco? Renato Bertolotti es amigo de Sergio, fue rival en baby y compañero en la selección de Nueva Palmira. “Le hice varios goles. Y él se acuerda. En el baby jugaba bastante bien y le pude hacer varios goles”, dijo el hoy jugador de Higueritas. “Y tenía una humildad tremenda, como lo ves ahora. Así era en la vida cuando éramos gurises, cuando salíamos a todos lados juntos”.

El Chino pasó del baby fútbol a los arcos grandes de la cancha de once y se puso los colores de Nacional por primera vez, en el tricolor de Nueva Palmira, el club del que es hincha su familia, por algo en el techo del patio de Graciela está colgada la bandera.

Fue un año “explosivo”, cuenta Sebastián Sayas, hijo de Julio, quien lo dirigió en esa sub 15.

“Se sumó con 13 años, terminó siendo el arquero de la sub 15 de ese año, campeón y golero menos vencido. Tuvo un año intenso en Nacional. Después de que la sub 15 terminó,  jugó en la sub 17, con cuatro años menos fue titular. Y al término de eso lo tuvimos en la selección local sub 15 de Nueva Palmira para el campeonato nacional”.

A la capital

Fueron campeones departamentales en Melo y al año siguiente llegaron los llamados de Montevideo. Primero fue a probarse a Nacional una semana pero no quedó y luego fue a Danubio, donde si pasó la prueba y estuvo varios años.

Con 14 años dejaba el pueblo para irse a la capital. “Extrañaba, pero no lo decía”, contó Graciela. “Solo una vez dio a entender que se quería venir. Porque estaban mal ubicados, de acá para allá, con mucho chiquilines en una casita. Pero después se quedó. Pasó mil dificultades, porque era bravo”.

En Danubio hizo todo el recorrido juvenil hasta formar parte del plantel que salió campeón con Leo Ramos en la final ante Wanderers en el Gran Parque Central. Fue por esos días que tuvo la propuesta de ir a probarse a Holanda, a AZ Alkmaar, donde quedó.

Hubo una reunión familiar con el representante en Nueva Palmira y aceptaron la propuesta. El joven golero, con 20 años, se iba a Europa a comenzar su carrera como profesional.

En el AZ debutó en Primera y jugó tres temporadas. Luego, pasó a Turquía para defender a Sivasspor por dos años.

“Los partidos los veía y los seguía en la computadora, a veces por Roja Directa”, contó Graciela sobre la etapa europea. “Y sacaba información de las páginas, las traducía y me iba informando de todo”, agregó.

Luego, la historia ya es más conocida. En 2018 surgió una propuesta de Nacional, el sueño de Sergio y su familia.

“Estaba con él ese día cusndo lo llamaron”, recordó Graciela.

“Él estaba de vacaciones en Palmira, en su casa en la laguna. Y se paseaba con el teléfono y hablaba ratos y ratos. Y era que lo habían llamado con esa posibilidad. Y cuando nos dijo que se había confirmado, era el sueño de él. Uno de sus sueños era jugar en Nacional. Para uno era un imposible, igual que la selección. Podía jugar, pero que llegara y con todo lo bien que le ha ido, la verdad que son sueños cumplidos”.

Para Julio Sayas, el Chino se sintió “re feliz” al firmar con los tricolores. “La locura de él y el sueño de su vida era llegar a Nacional de Montevideo. Somos todos enfermos de Nacional, él, el papá, todos, y que tuviéramos al Chino ahí, ¡tas loco!”.

Quedaban más sueños por cumplir, porque tras su ascendente pasó por los albos llegó el llamado de la selección, primero con Óscar Tabárez y luego con Diego Alonso, con quien tuvo su debut este año y la titularidad, la clasificación a Qatar 2022 y lo que será su debut mundialista.

“Eso fue inexplicable”, cuenta Graciela acerca de cuando lo vio por TV en su debut con la celeste.

“El día que lo vi en el primer partido fue un shock. Me paré frente al televisor y lo único que hacía era llorar, porque se me vienron a la mente todos los recuerdos, esos guantes rotos todo lo que pasó, y verlo ahí, en Uruguay. Fue imponente, no tengo palabras para ese momento, Quería saltar, grita, llorar, todo junto. Ojalá le siga yendo bien”.

Pensando en el Mundial y cómo imagina ver a Rochet en el arco, los veteranos Sayas y Arce no ocultaron las lágrimas. “Me emociono un poco porque es una cosa maravillosa, es un sueño para mí y para todo el pueblo, para todo Palmira”, dijo Julio.

“Calculo que se me van a caer las lágrimas”, agregó Yamandú. “De verlo de chico, uno nunca iba a pensar a lo que llegó. Le deseo mucha suerte, que sea titular en el Mundial y que le vaya bien en su carrera, que siga firme”.

Franco, Renato, Sebastián y Silvio también hablan de emociones al contar cómo se imaginan cuando lo vean cantando el himno en el Mundial. Aún no caen que un amigo de ellos vivirá la experiencia máxima de todo futbolista y sienten orgullo de que un palmirense como ellos esté ahí.

Graciela tiene su pálpito para la celeste en Qatar. “Creo que van a llegar hasta lo último, no sé por qué… Pero creo que van a llegar hasta lo último, si no ganan van a tener un gran desempeño. Veo bien a todo el equipo en sí, es distinto, te trasmite más esperanza”, dijo la madre que comenzó a dejar por escrito en cuadernos la carrera de su hijo, por si algún día llegaba lejos como futbolista, y explicó qué no sabe cómo reaccionará al ver a su hijo en su primer mundial.

MI PRIMER MUNDIAL

Esta nota forma parte del ciclo Mi Primer Mundial, que cuenta las historias de los jugadores de la selección uruguaya que disputarán su primer mundial. Podés ver los capítulos anteriores a continuación:

 

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