Diego Battiste

“Si todos vivimos a la uruguaya, solo necesitamos un planeta”

El representante de Onudi, Manuel Albaladejo, señaló que si se aplica a la población global el tipo de vida media de un europeo del norte, no es sostenible

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16 de octubre de 2022 a las 05:00

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Manuel Albaladejo, economista industrial español, llegó a nuestro país en marzo de 2017 para dirigir la oficina del cono sur de la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (Onudi). Formado en la universidad de Sussex e investigador en la universidad de Oxford, ha sido asesor de varios países sobre política industrial verde y competitividad.

Desde su llegada a Montevideo, Onudi se ha posicionado como una agencia referente en economía circular y transición energética, dos pilares del cambio de paradigma hacia una nueva economía en el contexto de la crisis climática global. Onudi tiene su sede en el LATU y cubre Argentina, Chile, Uruguay y Paraguay. 

En entrevista con Café & Negocios, Albaladejo se refirió a la imagen de Uruguay y a su experiencia en el país.

Como representante de la Onudi para la región, ¿qué imagen tiene de Uruguay?
Más allá de su estabilidad institucional y trayectoria democrática, que todos conocen y valoran, Uruguay es referente internacional en dos grandes transiciones verdes que son clave para afrontar la crisis climática actual. Por un lado, la primera transición energética en Uruguay es un caso de éxito reconocido a nivel global. Uruguay está liderando junto a Dinamarca el grupo de países que tienen un matriz energética casi totalmente renovable. Los grandes logros de esa primera transición están anclados a los acuerdos multipartido sobre política energética, y en modelos de colaboración público-privada que consiguieron levantar cerca de US$ 8.000 millones de inversión. Con ese precedente no sorprende que Uruguay ya esté tocando a la puerta de una segunda transición energética, poniendo el hidrógeno verde y la electromovilidad como ejes centrales de su agenda política. Y no tengo duda de que, al igual que en la primera transición, Uruguay va a ser un foco de inversión privada y de desarrollo de nuevos modelos de negocio basados en las tecnologías limpias.

Por otro lado, Uruguay también lidera la agenda sobre una transición productiva hacia la economía circular. Desde hace años existen programas, iniciativas y un marco normativo que apunta a este cambio de paradigma productivo. Sin ir más lejos, al día de hoy varios ministerios están involucrados en el desarrollo de la estrategia nacional de economía circular, y existen varios programas de apoyo financiero para que las pymes adopten la circularidad. Como indicaba un artículo del New York Times publicado hace unos días, Uruguay es un ejemplo de cómo afrontar los retos que impone el cambio climático sin comprometer la economía. Yo añadiría que el modelo uruguayo demuestra que las agendas ambiental y económica pueden reforzarse mutuamente.

En el encuentro Innovación y Nuevos Negocios de El Observador hizo referencia a la biocapacidad de Uruguay en relación con su huella de carbono. ¿De qué se trata la biocapacidad y cuál es la realidad de Uruguay al respecto?
La biocapacidad representa los recursos renovables del planeta, mientas que la huella ecológica es el impacto de la actividad humana en esos recursos, bien a través del consumo o de la explotación. Con estos dos elementos se puede calcular el día del año en que agotamos los recursos y empezamos a vivir de prestado utilizando recursos de años posteriores: es el día de sobrecapacidad de la tierra. Es un excelente indicador de la supuesta deuda ecológica que dejamos a generaciones futuras. A escala global, el 28 de julio es el día a partir del cual empezamos ya a consumir los recursos del año siguiente. Si todo el mundo fuera danés o finlandés, es decir, si tuviéramos su media de huella ecológica dada la biocapacidad media del planeta, el día de sobrecapacidad de la tierra se adelantaría a finales de marzo. ¿Quién lo diría, verdad? Sobre todo cuando estos países son considerados como ejemplos de desarrollo sostenible. Esto viene a demostrar que si se aplica a la población global el tipo de vida media de un europeo del norte, no es sostenible. El caso uruguayo es digno de mencionar y viene un poco a corroborar la etiqueta de país sostenible comentada. Uruguay tiene una huella ecológica (1,26 hectáreas globales por persona) por debajo de la biocapacidad global disponible (1,6 hectáreas globales por persona). Midiéndolo en recursos, si vivimos como suizos, la humanidad necesita 2,8 planetas, si todos vivimos a la uruguaya necesitamos menos de un planeta. La disponibilidad de recursos hídricos, las fuentes renovables, el pastoreo como modelo de producción ganadera, el secuestro en emisiones y la baja densidad de población son claramente factores que explican este balance entre biocapacidad y huella ambiental.

Durante su intervención en el encuentro de El Observador Eventos se refirió al negocio de los residuos industriales. ¿Qué tan importante es?
El comercio internacional de residuos industriales creció casi 9% entre 2002 y 2019, por encima del crecimiento del comercio mundial, que alcanzó el 7%. Esto significa que estamos malinterpretando el concepto de residuo, ya que en realidad es un recurso. 
El mercado de materias primas secundarias, es decir insumos derivados de la transformación de residuos industriales, constituye una gran oportunidad de negocio. 

Por ejemplo, los residuos de aluminio, cobre y acero pueden llegar a ser altamente rentables en el comercio internacional por su alto potencial de circularidad. Así que la economía circular tiene un vínculo directo con el comercio internacional, ya que, en mercados pequeños, como en el caso de Uruguay, la valorización de residuos industriales necesita la economía de escala que ofrece un mercado ampliado. 
Es por eso que cada vez más observamos empresas en América Latina que hacen minería urbana, es decir, extraen los metales y minerales de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos para exportación. También es cierto que el alto valor y apetito comercial de estos residuos de minerales y metales, que constituyen el 80% de residuos industrial a escala global, son muy superiores al de otro tipo de residuos, como el plástico, el textil o el cuero.

Si bien Uruguay está trabajando, hace tiempo en crear, por ejemplo, proyectos pilotos relacionados con hidrógeno verde y también con empresas internacionales que están mirando hacia acá para invertir, no hay todavía un proyecto concreto de gran envergadura que se relacione con hidrógeno verde, como sí lo hay en otros países, ¿esto puede condicionar el liderazgo en la materia?
Creo que deberíamos contextualizar esa afirmación, ya que hay una diferencia significativa entre la madurez tecnológica del sector de renovables cuando Uruguay empujó su transición energética, y el estado actual de experimentación en la producción, almacenaje, transporte y aplicación de hidrógeno verde a escala global. Uruguay está en esa conversación por tener condiciones favorables, incluyendo una matriz energética renovable y un excedente energético estructural que pueden ser claves en reducir los gastos de producción. La innovación en Uruguay no pasa solo por la tecnología en los electrolizadores, sino en particular por la búsqueda de aplicaciones para descarbonizar sectores que son difícilmente electrificables, como pueden ser el transporte de carga de larga distancia, transporte marítimo o transporte aéreo. Los proyectos seguramente se van a materializar porque Uruguay está dando señales muy claras del papel que el hidrógeno verde va a tener en un futuro muy cercano. 

Así lo muestra la hoja de ruta y también la inversión en un piloto impulsado por el gobierno para empezar a desarrollar know-how. Además, no debemos olvidar que el hidrógeno verde es una gran apuesta para conseguir la carbononeutralidad para el año 2050, y que los países con condiciones favorables, como Uruguay, Chile y Colombia en la región, han empezado la carrera para convertirse en proveedores mundiales de esta fuente energética. Tengo esperanza de ver el hidrógeno verde en la canasta exportadora del Uruguay en los siguientes 10 años. 

 Innovación y Nuevos Negocios de El Observador contó con el apoyo de Latin Securities, Hey Now, ANII, Itaú, Andersen y Coca-Cola Uruguay.

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