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Sin atención no hay aprendizaje

Sin atención no hay aprendizaje. Blog de Mamás Reales, por Federica Cash
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18 de noviembre de 2022 a las 14:38

Por Federica Cash

Lorena Llobenes es argentina, Médica y Neuróloga Infantil, que se abrió a otros paradigmas más allá de la ciencia, en busca de respuestas integrales y no específicas que muchas veces dificultan la mirada global del ser humano. Así llegó al Ayurveda, un sistema de medicina tradicional y alternativo originario de India, y a las prácticas contemplativas. Finalmente, a través del Mindfulness, unió universos que en apariencia parecían opuestos: la ciencia y la espiritualidad.

En este tiempo de revolución donde la educación juega un rol trascendental, conversamos con ella sobre salud, crianza, aprendizaje, atención, y mucho más.

¿Cuál es el mejor escenario para que los niños florezcan con todas sus capacidades?

Las neurociencias nos demuestran que generar contextos seguros donde movernos tiene muchísimos beneficios para crecer, en todo sentido. También en lo cognitivo, porque un chico que se siente seguro, aprende mejor. Entendiendo nuestro diseño, que está siempre resonando y conectando con un otro, podemos potenciar todo lo que traemos dentro y participar mejor afuera, en nuestras relaciones.

¿Cómo podemos generar contextos seguros en las aulas y en las casas?

Hoy sabemos que el colegio no es un lugar solamente pensado para estimular la actividad cognitiva sino también para conocernos. Como humanos que somos y teniendo un cerebro inminentemente social, en la observación de nuestro sistema nervioso se puede ver cómo permanentemente estamos recibiendo y entregando mensajes sociales. Estas señales que nos estamos enviando, condicionan, de alguna manera, nuestra percepción del mundo. No es lo mismo si yo me siento segura conversando con vos que si me siento con miedo o amenazada. Si siento esas emociones me voy a poner de un modo más reactivo, lo que dificulta el acceso a las funciones elevadas que todos tenemos, como la imaginación, la planificación, la creación de nuevas ideas, la apertura al aprendizaje.

En cambio si me encuentro en un estado receptivo y me siento segura, me animo a explorar, a conocer, a equivocarme y a expresarme sin temor. En ese sentido estoy facilitando el desarrollo de habilidades más evolucionadas, que nos llevan a conocernos más y mejor.

Realmente creo que profundizar en el autoconocimiento también debería ser un aprendizaje en el colegio. Lo que antes llamábamos “habilidades blandas” que están relacionadas a las emociones, a los pensamientos, al cuerpo y los sentidos, hoy, según la Neurocientífica Tania Singer, son habilidades de supervivencia que si no las cultivamos la vamos a pasar muy mal.

¿Y qué te encontrás cuando vas por los colegios? ¿Realmente están abriéndose a estos cambios?

Siento que hay mucha necesidad de cambio. Todos sienten que tiene que haber cambios. Veo también docentes muy estresados porque los alumnos son totalmente diferentes a los de hace cinco años atrás, nada más. Estamos en una transición donde el choque entre lo que necesitan los niños y lo que los docentes generosamente pueden dar, es inevitable. Porque hay que ver cómo están formados esos maestros, cómo ellos mismos no tienen desarrolladas estas capacidades que nos permiten afrontar estos “nuevos niños”.

Vivimos un tiempo de enorme inflexión donde hay buenas intenciones, pero los cambios en el fondo no se están terminando de dar. Seguimos con un montón de modalidades de antes. Esto de promocionar la atención plena en los colegios hace años que lo estamos tratando de implementar y recién ahora vemos un poquito más de espacio, pero es un proceso que va a tardar años porque no se puede dar como una materia más. Es la base para todo lo demás.

¿Qué necesitamos para cambiar?

Adultos encarnados, presentes, que puedan contagiar esta mirada hacia adentro. La mente no solo está en el cerebro, también está en el cuerpo, está entre nosotros, emerge de las relaciones que generamos y en una cultura determinada. Tenemos que focalizarnos en todos esos aspectos, en lo individual y también en lo relacional, en lo colectivo.

Los síntomas que están en la población nos piden este cambio. La ansiedad, la depresión, la soledad subjetiva, todos estos temas de salud mental tienen que ver con algo que no estamos cultivando. Necesitamos considerar todas nuestras partes, cultivar lo original que cada uno es. Y desde ahí nos podemos relacionar de verdad. ¿Cómo puedo yo, desde mi originalidad, hacer una contribución a ese todo? Para eso tenemos que conocer nuestro diseño, eso siento yo.

¿Y cómo están estos adultos que acompañan?

Desnorteados. Muchas veces veo padres o docentes sin entender para dónde ir o cuáles son las mejores condiciones de crianza. Si miramos hacia atrás, vemos cómo las tribus de recolectores y cazadores vivían en comunidad; la crianza de un niño no estaba a cargo de una sola persona. Cuando uno mira los contextos de hoy, las mujeres trabajan, se encargan de los chicos y hacen mil cosas más. Al no contar con ayuda muchas veces se producen interacciones desde el estrés que no son lo suficientemente seguras como para activar esa resonancia que necesitamos para autorregularnos mejor. Porque los niños aprenden a regularse con el cerebro de un adulto cuando son pequeños. Cuando el chico nace, naturalmente su amígdala -que se encuentra en el cerebro y es el centro del miedo- es muy grande, pero la corteza prefrontal que regula las emociones, es aún inmadura. Esto implica que siempre deba haber un adulto que ayude en la regulación del niño. Y tiene que estar disponible para hacerlo. Lo que pasa en el mundo de hoy es que esos adultos no siempre están presentes por lo que la comunidad debería tener un papel más protagónico en la crianza de los niños.

¿Qué es la atención? ¿Por qué es importante?

Sin atención no hay ningún tipo de aprendizaje. La atención es hacia donde nosotros llevamos nuestra energía con intención. A todo lo que le prestemos atención, con el tiempo, genera cambios en los circuitos neuronales que después influyen en cómo vemos la realidad. Porque no vemos la realidad tal cómo es afuera sino de acuerdo a cómo somos. De acuerdo a nuestros “anteojos”, a nuestros modelos mentales que en parte traemos –estamos genéticamente constituidos- y en parte se generan con las experiencias que vamos transitando.

¿Cómo hacemos para entrenar la atención?

Es curioso que en los colegios les digan a los chicos cuándo están desatentos pero no los ayuden a entrenar la atención. Hoy en día prestar atención es muy difícil porque estamos permanentemente rodeados de distractores.

Me parece algo fundamental porque sin atención no hay aprendizaje. De hecho, lo primero que uno entrena en cualquier práctica meditativa o contemplativa es la atención. Que la atención vaya hacia donde yo quiero y no que quede tomada por cualquier estímulo. Para esto se necesita entrenar como cualquier habilidad.

Para entrenar la atención lo que tengo que hacer es llevarla con intención hacia algo en particular, como puede ser la respiración. Lo que voy a notar en un momento es que esa atención se va a distraer -le pasa a todas las mentes- y después, a los segundos –que por lo general son como mínimo 20- me voy a dar cuenta y la voy a traer de vuelta a la respiración. El acto de traer la atención cada vez que se va, genera este ejercicio. Así la entreno. Parece una tarea sencilla pero no lo es. Cuesta generar el hábito.

Los colegios son un contexto ideal para esto porque los niños ya tienen una rutina y estructura definidas. Es posible incorporar esto de sentarse y practicar la atención al menos un ratito al día con alguien que haya vivido estos beneficios.

Después hay prácticas que cultivan otros aspectos. Como la gratitud, la compasión, la empatía, la generosidad, que uno tiene que desarrollar. Yo siento que estas capacidades hay que estimularlas porque necesitamos vivir en un mundo más compasivo, más empático y amoroso, y para eso hay un montón de prácticas que sirven para cultivar estas habilidades que todos tenemos, pero que hay que desarrollar. Prestarle atención a estas cualidades “prosociales” es vital para hacerlas crecer en nuestro interior. 

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