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Sobre ChatGPT: oportunidad para repensar la educación

No creemos en modo alguno que en educación la inteligencia humana pueda ser sustituida por la inteligencia artificial
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11 de abril de 2023 a las 05:04

La creciente penetración y uso de la inteligencia artificial en educación ayuda en gran medida a poner aún más en el tapete la necesidad de encarar decididamente la transformación de la educación en sus fundamentos, contenidos y estrategias. Ya no se trata solamente de discutir sobre la transversalidad de las tecnologías en educación bajo una acepción plural e inclusiva ni de solo avanzar – cuestión que es esencial y pendiente – en garantizar el derecho a la conectividad gratuita en educación y el acceso a dispositivos, plataformas, recursos y materiales como bienes comunes globales garantizados por el rol indelegable y estratégico del estado (UNESCO & Dubai Cares, 2021; UNESCO, 2022).

Estamos inmersos en un escenario donde las propias creaciones de la inteligencia humana a través de la inteligencia artificial llevan a repensar el sentido último de la educación ya que se trata, en definitiva, de reafirmar su valor agregado y en particular, de los educadores como los principales agentes que orientan, idean, facilitan, enlazan y apoyan a cada alumno a efectos de desarrollar y lograr aprendizajes relevantes y sostenibles en el tiempo. No creemos en modo alguno que en educación la inteligencia humana pueda ser sustituida por la inteligencia artificial porque llevaría a presuponer que existen respuestas personalizadas estandarizadas y unitarias para las diversas interrogantes que plantean los procesos de enseñanza, aprendizaje y evaluación con independencia o haciendo abstracción de las voluntades, valores, actitudes, emociones, cogniciones y habilidades que mueven a educadores y alumnos en cada acto educativo. No tendrían mayor sentido y relevancia las interacciones humanas ya que la comunicación con una maquina de aprendizaje nos daría todas las respuestas sin necesidad de pensar y conectar con los demás. Sencillamente el mundo dejaría de ser humano en su esencia.

Tomamos como punto de partida la definición sobre ChatGPT que los especialistas en educación, Alejandro Morduchowicz y Juan Manuel Suasnábar plantean en el blog “Enfoque Educación” de la División de Educación del BID (por sus siglas, Banco Interamericano de Desarrollo, 2023). Se define como “un programa computacional basado en lo que conocemos como Inteligencia Artificial (IA)”. “Una IA es un sistema de algoritmos capaz de realizar tareas que regularmente requieren inteligencia humana; en particular porque son tareas que necesitan procesar lenguaje, reconocer patrones, aprender y tomar decisiones”.  “Al ingresar a su página basta formular una inquietud -la que se les ocurra- y de inmediato brindará una respuesta”. “Puede ser sobre datos, reflexiones o la actualidad, no hay límite”. “Al ser un modelo pre-entrenado, se puede adaptar a tareas específicas”.

Dos artículos recientemente publicados en el diario francés Le Monde (2023), escritos por el pedagogo Philippe Meirieu, y por la profesora de filosofía Marie Grand, contribuyen a una discusión profunda e interpelante sobre el sentido y uso de ChatGPT. Partimos del supuesto que hurgar en su análisis es una formidable ventana de oportunidades para repensar la educación. Identificamos inicialmente cinco perspectivas sobre cómo visualizamos ChatGPT bajo el entendido que se está en un proceso de intensa experimentación a escala mundial, y que su abordaje suscita sentimientos y enfoques encontrados.

Una primera perspectiva que denominaríamos prohibicionista se enfoca en generar barreras y poner severas restricciones al uso del ChatGPT por los alumnos ya que se presupone que el instrumento va a sustituirlo en el desempeño de una tarea cualquiera. Se le atribuye tal grado de omnipotencia que sería capaz de borrar todo rostro humano en la elaboración de un ensayo, en responder a una serie de preguntas o expresarse frente a un tema.

Llegaríamos al grado de “perfección” en que la inteligencia artificial sustituye a la inteligencia humana aun a sabiendas que las maquinas se basan en el “trabajo de seres humanos reales” tal como señala el escritor y especialista en temas tecnológicos, Evgeny Morozov (Diario El País, Madrid, 2023).

Asimismo, esta valoración desmedida del poder de la inteligencia artificial supondría como contrapartida el descrédito del rol y de las competencias del educador de saber diferenciar respuestas estandarizadas que no corresponden a ningún alumno en particular de las propias respuestas singulares que en determinados contextos y situaciones y con diversos grados de compromiso y conocimiento, cada alumno pueda dar.

Una segunda perspectiva que calificaríamos como consumista sería que tanto los alumnos como los educadores hacen un uso permanente, y hasta diríamos excesivo del instrumento, bajo la presunción o bien de facilitar y de alivianar sus respectivas tareas, o bien en poder concentrarse en lo que se entienda como esencial. Tal cual señala la profesora Grand nos privaría de la parte más accesible de pensar, pero nos deja la más difícil de hacerlo que es reflexionar y apropiarse del conocimiento. Siguiendo el hilo argumental de Grand, parecería ser que nos convertimos en autómatas capaces de producir efectos inteligentes, que nos asemejan a las máquinas y que nos bloquean en la búsqueda de respuestas profundas al encontrar las respuestas inmediatas.

Una tercera perspectiva tildaríamos de funcional ya que se basaría en la idea que ChatGPT es una herramienta potente que sirve para ampliar y fortalecer los procesos de enseñanza, aprendizaje y evaluación. Como dice el pedagogo Meirieu los educadores usan el instrumento como base para ver cómo se generan diferentes respuestas contrastando las proporcionadas por ChatGPT con aquellas brindadas, por ejemplo, por los manuales o enciclopedias, o bien para identificar los deslizamientos semánticos del instrumento que pueden inducir a equivocaciones y a que el texto pierda objetividad, y hasta diríamos, relevancia.

Asimismo, como señala también Meirieu, ChatGPT puede ayudar a repensar el sentido de la evaluación confiriéndole mayor relevancia a la creatividad y a la expresión personal. En todo caso, lejos de un uso rutinario y estandarizado, el instrumento puede coadyuvar a personalizar la educación y motivar al alumno a producciones propias en base a su utilización. En esta misma dirección, el profesor de filosofía, Jaime Nubiola, asevera que “las máquinas que contestan a nuestras preguntas pueden ayudarnos mucho a pensar, a sopesar las diferentes opiniones, a valorar los datos disponibles, a calibrar los pros y contras, a tomar decisiones más fundamentadas” (Revista Magisterio, marzo-abril 2023).

Una cuarta perspectiva que podríamos llamar dialógica ya que se entiende que el ChatGPT rompe con el sustento insoslayable de la educación, que son, como claramente aseveran Grand y Meirieu, las idas y vueltas entre educadores y alumnos que no son predecibles ni captadas ni contenidas en ningún instrumento de inteligencia artificial. Como dice Grand, el educador genera una conversación a través de la cual hace emerger la necesidad de una pregunta bajo el entendido que ninguna respuesta agota la pregunta. En todo caso la acumulación de respuestas que se dan frente a un tema son las referencias sobre las cuales el alumno puede idear sus propias respuestas. En efecto, las relaciones alumno – educador tienen un componente de subjetividad que, como asevera Marchel Gauchet, “es esa relación subjetiva al saber que hace en realidad la eficacia de la enseñanza” (2002).

Asimismo, Meirieu asevera que ChatGPT “logra colmar el deseo de saber y matar el deseo de aprender”. Al mismo tiempo que nos permite acceder a un saber inmediato que nos ahorra tiempo en buscar y nos proporciona respuestas condensadas y objetivas, nos “enquista” el pensamiento ya que nos puede eximir de preguntar, cuestionar y profundizar. Nos podemos quedar satisfechos en la superficie del saber – quizás en una zona de confort cognitivo - sin entrar en el fondo de los temas o tener la curiosidad de hacerlo.

En la línea de lo que señala Meirieu el rol del educador tendrá que repensarse para ya no solo centrarse en colmar de saberes a los alumnos en situaciones de franca desigualdad respecto a la inmediatez y capacidad de conectar e integrar conocimientos por ChatGPT sino para generar el gusto y diríamos, la pasión por el aprender.  No se trata de un saber dado como objetivo y cierto sin ser interpelado sino de provocar en los alumnos la búsqueda de un saber dinámico, abierto a la polémica y marcado, como asevera Meirieu, por la precisión, la justeza y la verdad.

Asimismo, Morozov pone el acento en la ahistoricidad de las maquinas ya que las mismas “no pueden tener un sentido (no un mero conocimiento) del pasado, el presente y el futuro”. Por otra parte, el mismo Morozov interpela la visión más bien unidimensional de la inteligencia y del pensamiento en que se basaría ChatGPT, sustentada en el reconocimiento de patrones (pensamiento estadístico) y en la separación de las cogniciones de las emociones (Diario El País, 2023).

Una quinta perspectiva que catalogamos de libertaria ya que nos lleva a interrogar sobre si los instrumentos de inteligencia artificial, sujetos a una alta manipulación por los humanos, pueden servir para fomentar el pensamiento autónomo y libre. Como señala Meirieu es tiempo de asumir el desafío de desbloquear el espíritu de los alumnos, y que puedan ejercer la libertad en descifrar los temas, analizarlos en su complejidad y tomar posiciones fundadas sobre los mismos. Ningún instrumento de inteligencia artificial, por más complementario y amigable que sea de los humanos, puede hacer abstracción de la libertad de las personas y de sus decisiones en lo individual y colectivo.

El sentido libertario tiene también que ver con la necesidad imperiosa de formar nuevas generaciones de seres pensantes que interpelen al mundo adulto, y bregar por la coparticipación y responsabilidad intergeneracional en cimentar futuros mejores. Sin desconocer su relevancia y funcionalidad, no creemos que los saberes empaquetados y facilitados en su acceso y uso, sean la clave fundamental para encarar temas de sostenibilidad planetaria que ya no solo son una amenaza sino configuran realidades terribles que penalizan severamente a los más vulnerables.

El pensar tiene que ver con los usos y la apropiación del lenguaje humano que es “el sistema operativo de la cultura humana” como aseveran Yuval Harari, Tristan Harris y Aza Raskin (Diario La Nación, 2023). Como ellos mismos señalan “la IA tiene la capacidad de hackear y manipular el sistema operativo de la civilización” que es precisamente el lenguaje, y el reconocimiento y goce de su riqueza, sutileza y complejidad.

Necesitamos de una educación en todos los niveles, formas de administración, ofertas y espacios de aprendizaje, que coadyuve a elevar la inteligencia colectiva, así como la calidad de vida y de pensamiento de las sociedades, y que opte por la hendidura de los temas más que por su solo reporte. Crucialmente necesitamos invertir masivamente en apuntalar la inteligencia viva de los educadores como señala Grand.

En una dirección similar, Georges Nahon, que es el antiguo director del Centro de Innovación de Orange en San Francisco, afirma que una nueva competencia crítica, requerida a presente y a futuro, podría ser la capacidad de saber hablarle eficientemente a la inteligencia artificial. Se refiere a “prompt engineering”, que implica desarrollar competencias sólidas para dialogar combinando disciplinas – lingüística, psicología, historia del arte, seguridad informática y filosofía – que contribuyan a comprender el aprendizaje profundo que subyace a los modelos de inteligencia artificial (Diario Le Monde, 2023).

En resumidas cuentas, las cinco perspectivas esbozadas sobre maneras posibles de encarar el análisis de ChatGPT – prohibicionista, consumista, funcional, dialógica y libertaria – son una invitación a un debate necesario sobre la potenciación de las inteligencias humanas que otorga un mayor sentido y rumbo al instrumental de la inteligencia artificial en educación. Nos da la impresión que una combinación de las perspectivas funcional, dialógica y libertaria puede constituir una formidable oportunidad para repensar la educación y transversalizar la inteligencia artificial en su condición de soporte del bienestar y la sostenibilidad humana.

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