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Trabajadores a pedal: el nuevo fenómeno de las bicis deliveries y su regularización

El uso de la bicicleta crece como medio de transporte para repartos de todo tipo y la regulación de las condiciones laborales transita a destiempo
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30 de septiembre de 2018 a las 05:00

Por Agustín Herrero

Entre el ruido de los ómnibus, la velocidad de los autos y la concentración de los peatones que se mueven en 18 de Julio o en otras de las principales avenidas de la capital, se discrimina una marea roja –que también puede ser naranja, verde o amarilla dependiendo de la empresa–. Cada vez más toman protagonismo del paisaje urbano unas bicicletas que recorren la ciudad con una mochila cuadrada a sus espaldas. Son deliveries, bici deliveries, que como todo nuevo sector recién están dando sus primeros pasos hacia la regularización. 


Cuando 18 de Julio se cruza con Gaboto, a una cuadra de la plaza de los Treinta y Tres, el restaurante McDonald’s luce muy concurrido en la hora del almuerzo. En ese local de comida rápida, en la hora pico, no pasa un segundo sin que haya un repartidor en bici recibiendo un pedido para trasladarlo a otro punto de la ciudad. La mayoría son de la aplicación uruguaya Pedidos Ya, pero también aparecen otras empresas que se han instalado en el país como Glovo o Rappi.


Pablo García, de 33 años, es uno de esos repartidores que pedalean y que esperan afuera del local de hamburguesas a la espera de un pedido. Trabaja para Pedidos Ya, viste el uniforme rojo de la empresa y dice que es chef recibido, pero como no encuentra trabajo, decidió usar su bicicleta como fuente de ingresos. “Hoy en día no hay laburo y este no es un laburo malo: ando en bicicleta, hago deporte y me pagan”, dijo.


La bici la compró él, pero el contenedor de alimentos, el casco, las luces y la indumentaria, está provisto por la empresa. García recorre 10 kilómetros por día y lleva un promedio de un pedido por kilómetro. En el mes gana aproximadamente $ 15 mil  pero dice que “metiéndole” se puede llegar a $ 22 mil. Trabaja ocho horas: cuatro al mediodía y cuatro en la noche, porque son las franjas en las que se hacen más pedidos. 

El sistema es sencillo: al repartidor le avisan que hay un pedido para llevar en cierto punto de comidas. El delivery lo toma, recoge el pedido y paga por él con un dinero provisto por la empresa. Cuando el repartidor pone en la aplicación que el pedido está retirado, recién ahí le aparece el nombre del cliente y su dirección para que se dirija hacia allí con la comida, explicó el delivery de Pedidos Ya.


Irán Valdez (26) también es un bici delivery, pero trabaja para la empresa colombiana Rappi. Es un rappitendero, como prefieren llamar desde la empresa a sus repartidores. El acento al hablar y su amabilidad lo delatan: es cubano, pero vive en Uruguay desde hace un mes. Es uno de los tantos inmigrantes que han llegado al país en estos últimos meses en busca de un futuro mejor y han encontrado en estas aplicaciones una salida laboral rápida. “Quiero buscar otro trabajo, pero mientras voy haciendo esto porque no tengo cédula y en los otros trabajos te piden cédula”, dice. 


En Rappi, al igual que en Glovo y en Uber Eats, los deliveries no son empleados de la empresa como en Pedidos Ya, sino que son trabajadores independientes. Se deben hacer una empresa propia y de esa forma trabajar para la aplicación pero de manera autónoma. 
Sin embargo, Valdez contó a El Observador que a él no le pidieron que se hiciera una empresa. Le pagan $ 40 por pedido realizado y se lo adjudican a su tarjeta (prepaga internacional) Prex. Los únicos dos requisitos que le pidieron fue “ir a las charlas y comprar las cosas”. Cuando dice “cosas”, se refiere al uniforme, al gorro y a la mochila térmica con el logo de la empresa donde traslada los alimentos. El uniforme le costó $ 650,dijo. 


Las charlas a las que se refiere, son clases que la empresa da para impartir conocimientos de seguridad vial. Pero Valdez en su bici no tiene luces y en su cabeza no lleva casco. “Los cascos le piden solo a las motos”, explicó.

 
Regulación

La seguridad vial y la formalidad laboral son los dos aspectos que están bajo al lupa de una comisión que busca regular para lograr una mayor formalización del trabajo.

Daniel Cañete, representante de este sector en la Federación Uruguaya de Empleados de Comercio y Servicios (Fuecys), dijo a El Observador que la comisión que regula la actividad de los repartidores de motos tradicionales funciona desde 2015, pero que ahora se agregó el fenómeno de las bicicletas. 

Ese grupo de trabajo está integrado por el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, el Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional (Inefop), la Unidad Nacional de Seguridad Vial (Unasev), el Banco de Seguros del Estado (BSE) y las gremiales de comercios y farmacias.
La comisión pretende modificar un decreto que comenzó a regir a principios de año y que obliga a los repartidores de moto a aprobar un curso de capacitación y a contar con un certificado de formación profesional. La intención es incluir a los ciclistas en la normativa. Cañete enfatizó en la importancia de “que lo que se dicte sea específico para las bicicletas”, pero asimismo aseguró que el proceso va a llevar su tiempo: “Eso no se puede implementar de un día para el otro porque después que se modifique el decreto, el Inefod tiene que hacer un llamado para poder ver quién se va a encargar de dictar esos cursos”.

Ese curso buscará, por ejemplo, que Enrique Figueroa (21) que trabaja hace una semana para Uber Eats no vuelva a cruzar Luis Alberto de Herrera a la altura del Montevideo Shopping sin casco ni luces.

A pesar de que sabe que debería haber hecho una empresa unipersonal para comenzar a trabajar en Uber Eats, dijo que la aplicación “ahora está en conflicto con DGI”, y por ese motivo no abrió la empresa. Según explicó a El Observador el conflicto se debe a que “DGI quiere que las empresas sean unipersonales, pero Uber quiere que sean monotributo”. El trabajador explicó que la apertura de la unipersonal les resulta muy costoso en función del dinero que perciben por su actividad.

Y ahí está el segundo punto que preocupa a las autoridades. Las empresas extranjeras como Uber Eats, Rappi y Glovo, no tienen a los deliveries como empleados de la empresa, sino que les exigen que se hagan una empresa independiente. El problema, según explica Cañete, es que la mayoría se registra como monotributistas debido a que registrarse como una empresa unipersonal requiere un gasto mayor. “No sé qué es lo que declaran pero terminan como monotributistas y no corresponde”, dijo. “Es un fraude al BPS”, agregó. 
A su vez, sostuvo que lo mejor sería que estas empresas tuvieran a sus repartidores como empleados. “El trabajador pierde derechos de empleado, porque lo tienen como trabajador independiente, cuando en realidad es empleado”, aseguró. 


Ese es el caso Luis Álvarez, de 21 años. Su mochila, a diferencia de la roja de Pedidos Ya y la anaranjada de Rappi, es amarilla. Trabaja para Glovo, una aplicación que además de comida ofrece trasladar cualquier elemento que el consumidor quiera, desde sobres y tintas de impresora hasta las llaves que quedan olvidadas en alguna parte.  


“Una vez me mandaron a llevar unas tiras de marihuana desde un apartamento a otro y como apareció la palabra marihuana en el pedido saltaron las alarmas en la aplicación y me llamaron desde una sede en Perú, o algo así, para verificar que no había ilegalidades”, recuerda y se ríe.

Álvarez llegó a Uruguay hace dos años desde Venezuela y antes de trabajar en Glovo pedaleaba para Pedidos Ya. 
“Me cambié porque en Glovo pagan mucho más. En Pedidos Ya me pagaban como $ 17 mil y en este si hacés bien todo he visto gente que cobra hasta $ 24 mil por quincena. Yo hago $ 16 mil por quincena porque me dejo algunos días libres”, aseguró. 
Pero también cuenta que en Pedidos Ya tenía la ventaja de trabajar en una zona en particular y ahora en Glovo le puede llegar un pedido de diez kilómetros de distancia y debe cumplir con la encomienda.

13 horas por día suele trabajar Luis Álvarez, venezolano de 21 años que trabaja para la empresa española Glovo. En ese período acostumbra hacer entre 10 y 12 pedidos.

 

Con respecto a los requisitos, Álvarez dijo que “la empresa es muy accesible”. Solo hace falta abrir una cuenta, registrar una empresa en la DGI e ir a una entrevista. Álvarez tampoco llevaba ningún elemento de seguridad vial. 

El edil nacionalista y vicepresidente de la Comisión de Movilidad Urbana de la Junta Departamental de Montevideo, Javier Barrios, se refirió a la falta de elementos de seguridad vial que tienen muchos repartidores y dijo que “esto se soluciona fiscalizando”. El representante cree que la sanción no debe ser para el trabajador sino para la empresa. “Si gastan un montón de plata en merchandising, no es un costo mayor proporcionarle una luz reflectiva adelante y atrás, y un casco para que el delivery lo pueda utilizar”, apuntó. 

El director de Regulación Alimentaria de la Intendencia de Montevideo, Marcelo Amado, dijo que se está controlando para que los contenedores que transportan los alimentos  cuenten con las condiciones de higiene necesarias. “PedidosYa quedó registrado, Rappi se presenta esta semana, Uber Eats está convocado y a las otras estamos buscando como ubicarlas”, explicó. l

 

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