En una medida sin precedentes, Joe Biden participó en un piquete y consideró justo el reclamo.

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Trabajadores automotrices estadounidenses extienden la huelga a Chicago y Lansing

La medida se inició en las plantas de Ford, Stallentis y Ford en Detroit en procura de mejoras salariales y la restitución de derechos cedidos durante la última crisis del sector
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29 de septiembre de 2023 a las 14:58

El presidente del sindicato estadounidense de la industria automotriz (UAW, por sus siglas en inglés), Shawn Fain, anunció que 7.000 trabajadores se sumarán a los 18.000 ya en huelga desde hace dos semanas en el marco de una serie de reclamos que incluyen mejoras salariales, la inclusión en el convenio colectivo de compañías fabricantes de baterías para autos eléctricos y la reposición de derechos cedidos por sus afiliados para sostener la producción del sector durante la crisis que afectó la actividad en la década de 2000.

De esta forma, la medida de fuerza apoyada por el presidente demócrata Joe Biden contra los gigantes del sector Ford, General Motors (GM) y Stallantis en Detroit se extendieron a dos plantas de ensamblaje localizadas Chicago y Lansing, en el marco de una negociación que, según la UAW, sigue en curso, pero que no logró avances significativos.

Las que ahora se sumaron a la medida son unidades de producción de GM y Ford, una dedicada a la fabricación de grandes SUV crossover y la otra una planta de estampado de piezas metálicas, precisó Fain, quien encabeza una nueva generación de líderes al frente de los sindicatos más grandes de Estados Unidos.

“Lamentablemente, a pesar de nuestra voluntad de negociar, Ford y GM se negaron a lograr avances significativos en la mesa”, dijo el titular de la UAW al explicar los dos nuevos lugares de la huelga. “Aún tengo muchas esperanzas de que podamos llegar a un acuerdo que refleje los increíbles sacrificios y contribuciones que nuestros miembros han hecho durante la última década”, agregó.

Stellantis, por su parte, aseguró haber logrado “avances significativos” momentos antes que el sindicato comunicara sobre la extensión de la huelga, ocasión en la que informó que aceptó aumentos salariales no especificados por el costo de vida, el derecho de los trabajadores a adoptar medidas de fuerza por mejoras laborales y ante el eventual cierre de algunas de sus plantas en el marco de la transición hacia la electromovilidad.

“Estamos entusiasmados con este impulso en Stellantis y esperamos que continúe”, dijo Fain. “Nuestra estrategia está funcionando”, añadió. Por su parte, en una nota a los trabajadores, el jefe de fabricación de GM, Gerald Johnson, escribió que convocar más huelgas “es sólo para los titulares, no para un progreso real”.

La compañía argumentó que aún no recibipo una contraoferta de los líderes sindicales a una propuesta económica que hizo el 21 de septiembre. “Seguimos listos y dispuestos a negociar de buena fe para llegar a un acuerdo que los beneficie y no permita que los fabricantes no sindicalizados ganen”, escribió Johnson, calificando la contraoferta como una propuesta récord con aumentos salariales históricos y seguridad laboral.

El sindicato prometió golpear más duramente a los fabricantes de automóviles si no recibe lo que llama “ofertas de contrato sustancialmente mejoradas” como parte de una campaña simultánea y sin precedentes contra los tres fabricantes de automóviles de Detroit.

Las últimas ofertas salariales conocidas fueron de alrededor del 20% durante la vigencia de un contrato a cuatro años, un poco más de la mitad de lo que exigió el sindicato. También están sobre la mesa otras mejoras, como aumentos ajustables por el costo de vida, el restablecimiento de las pensiones para los trabajadores recién contratados y el fin de los desniveles salariales dentro de la actividad.

El sindicato se declaró en huelga el 15 de septiembre cuando no pudo llegar a acuerdos sobre nuevos contratos con las empresas. Inicialmente, la UAW se centró en una planta de montaje de cada empresa. La semana pasada añadió 38 centros de distribución de repuestos gestionados por GM y Stellantis, que no afectaron a Ford porque en ese momento las conversaciones con el sindicato estaban avanzando.

El sindicato estructuró su huelga de una manera que permitió a las empresas seguir fabricando camionetas y SUV grandes, sus vehículos más vendidos y rentables. Históricamente, el sindicato había elegido una empresa como posible objetivo de huelga para negociar con ella y de ahí en más extender acuerdo alcanzado a las demás.

Sin embargo, este año, en una decisión que algunos caracterizan como histórica, Fain introdujo una estrategia novedosa de apuntar a un número limitado de instalaciones en los tres fabricantes de automóviles, mientras amenazaba con agregar más si las empresas no presentan mejores ofertas.

Alrededor de 25.000 de los 146.000 trabajadores del sindicato en los tres fabricantes cesaron en sus tareas, lo que le permite a la UAW preservar un fondo de huelga que valía US$ 825 millones antes del inicio del conflicto. Las empresas, en tanto, pese a las posibles pérdidas de ingresos, tienen a su favor el tiempo. Si todos los trabajadores se declararan en huelga, el fondo se agotaría en menos de tres meses, y eso sin tener en cuenta los costos de atención médica.

Los trabajadores recibieron esta semana el apoyo de Biden, quien se desplazó a un piquete en un centro de distribución de autopartes de GM en Belleville, en los suburbios de Detroit, oportunidad en la que consideró legítimo que el sindicato reivindique un aumento de salarios de 40% para el nuevo acuerdo colectivo a cuatro años.

El expresidente republicano Donald Trump, en tanto, estuvo en la región un día después, visitando una fábrica de piezas independiente de los fabricantes y fuera de la órbita del sindicato, ocasión en la que señaló a Biden como el causante del conflicto por su política de transición energética hacia vehículos eléctricos.

El Partido Republicano aprovechó el conflicto para lanzar nuevos ataques a Biden por su política económica. “Biden lideró una política que provocó la peor inflación en 40 años”, dijo el exvicepresidente Mike Pence, que al igual que Trump aspira a la nominación presidencial por el partido.

“Los trabajadores del sector automotor están experimentando la misma situación que otros estadounidenses; es decir, que los salarios no están a la altura de la inflación”, afirmó Pence.

Algunos economistas atribuyen parte del aumento de los precios a la política económica impulsada por el actual mandatario, pero también a las medidas de estímulo adoptadas por Trump al inicio de la crisis del coronavirus, así como a los efectos de la propia pandemia, que afectó las cadenas de suministro.

Por su parte, la vicepresidenta, Kamala Harris, envió en redes sociales un mensaje de apoyo a un “nuevo contrato” laboral para el sector que cree “buenos empleos de clase media y asegure que la UAW siga en el corazón de la economía automotriz” estadounidense.

 

(Con información de agencias)

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