Tres ejecutivos que pasaron de la oficina a la naturaleza

A Nadia Nedelchev, Claudio Bevilacqua e Inés Magri su vida corporativa les gustaba, pero en un momento decidieron dar un giro y emprender en el rubro de lo natural; Maldonado fue la zona elegida para hacerlo

Tiempo de lectura: -'

12 de julio de 2021 a las 05:00

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 3 45 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 3 45 / mes

Muchos sueñan con dejarlo todo y retirarse de la ciudad a una vida tranquila y rodeada de naturaleza. Otros quisieran renunciar a sus trabajos rutinarios para emprender por cuenta propia esa idea que ven a la distancia como un sueño. Pero solo unos pocos pueden darse el lujo —o tener el coraje— de hacer ambas cosas y dar un cambio radical a sus vidas: emprender en un rubro orgánico y natural, e instalarse en una zona tranquila y verde.

En esta nota, tres exejecutivos cuentan sus historias de cómo terminaron produciendo aceites de aromaterapia, kombucha y dulce de leche en diferentes rincones del departamento de Maldonado.

Natalia Burjel
Nadia Nedelchev, creadora de Elemental

De cartografía a aromaterapia

Durante muchos años la valija de viaje de Nadia Nedelchev se dividía en dos: una parte con trajes, tacos y camisas, y la otra con jeans, remeras y championes. Y esa imagen correspondía a sus dos pasiones, el trabajo como ejecutiva de la empresa familiar y como apasionada por la vida natural y de crecimiento personal. Su familia siempre tuvo un interés y respeto especial por la naturaleza, que Nedelchev heredó: “Eran personas superabiertas de mente y de corazón. Mi padre, al ser marino, siempre tuvo una visión especial de lo natural, del silencio, le gustaba la fotografía, la estética. Mi mamá también, y cuando yo viajaba a cerrar contratos con empresas, también hacía mi formación como más del lado terapéutico, me iba a alguna comunidad ecológica o a algún retiro de meditación”, cuenta a Café & Negocios.

Hija de un capitán de la marina mercante de origen búlgaro, Nedelchev creció entre cartas náuticas y el respeto por el mar. Cuando ella nació, su padre dejó de navegar y creó la empresa  Captaing Stephan Nedelchev, dedicada a brindar servicios técnicos para buques y representante del servicio hidrográfico de Inglaterra, —“que es la parte de las cartas y publicaciones náuticas”— y de otros organismos internacionales vinculados a la seguridad de la navegación.

A los 14 años, ella se acercó por curiosidad y por amor a su padre en la empresa y empezó a trabajar con él, quien la formó en los conocimientos marítimos. A medida que fue creciendo se involucró en el aspecto comercial y empezó a viajar para atender a los clientes, que eran dueños de barcos y agencias marítimas. “Empecé a viajar bastante por América del Sur, Centroamérica y Europa. Trabajé 20 años con ellos y durante 10 años estuve a cargo de una sucursal que teníamos en el microcentro de Buenos Aires. Iba todas las semanas, vivía la mitad allá y la mitad en Montevideo”.

Con el correr de los años, la maternidad y las cuestiones personales, cada vez fue trabajando menos en la empresa hasta que llegó un día que decidió irse.

“Era CEO de la empresa, había crecido bastante pero tuve que elegir algo que me nutriera e hiciera que me sintiera de la forma que quería. El nacimiento de mi cuarto hijo tuvo mucho que ver con eso y también las aspiraciones que teníamos con mi esposo como familia. Dejar la empresa familiar fue una decisión muy fuerte en mi vida que movió muchas cosas a nivel familiar”, cuenta Nedelchev.

En sus viajes también había ido formándose en áreas de desarrollo personal, tomó talleres y cursos de medicina floral, medicina herbal, de aromaterapia, de arteterapia, de meditación, entre otros, y eso la fue llevando a sanarse a sí misma, a trabajarse como persona y a formarse como terapeuta. “Estuve 10 años en ese proceso formativo hasta que recién hace seis que me decidí a abrirme camino y animarme a hacer esto”.

En 2016 fundó Elemental, una línea de productos y recursos naturales parar elevar el bienestar, que incluye desde aceites esenciales para combatir el estrés hasta un set de cartas para meditar y reflexionar. También imparte talleres grupales online y presenciales, y ciclos de sesiones individuales. “No doy clases ni charlas inspiracionales. Hago encuentros que tienen un fin terapéutico. A través de la naturaleza y la conexión, sí, pero no es una terapia energética, tiene una base científica”, aclara.

Aceites florales de Elemental

El vínculo con las flores y la aromaterapia también se remonta a sus orígenes familiares. Cuenta Nedelchev que en Bulgaria, la tierra de sus ancestros, nació la alquimia, y que es conocida como “el país de las rosas”, ya que es el mayor productor de esta flor y donde se elabora el aceite esencial de rosas más puro.

Su abuela paterna también fue una gran inspiración y maestra, ya que, además de ser cantante lírica profesional en California, estudió sobre plantas, ecología, hierbas, naturopatía y herbostería. “Tengo un montón de manuscritos de ella con información sobre plantas, de alimentación y de terapias corporales”.

En diciembre de 2019 pudo materializar un sueño que tenía junto con su esposo: vivir fuera de Montevideo. “Se nos dio una oportunidad ideal y compramos una casa en Punta Ballena que tiene monte nativo, bosque, huerta, tajamar, como un montón de miniecosistemas dentro”.

Desde allí Nedelchev trabaja en sus formulaciones junto con su hija para elaborar productos de aromaterapia, además de brindar programas terapéuticos individuales y grupales. Los productos pueden adquirirse solo a través de la tienda web, desde donde hace envíos sin costo a todo el país.

Con respecto a su vida anterior de ejecutiva, dice: “Desde el momento en que logré darme cuenta de que todo está integrado, no lo extraño”.

Claudio Bevilacqua, socio de El Silente

De El Gourmet al dulce

Hace 20 años que el argentino Claudio Bevilacqua tiene una chacra en José Ignacio, pero hace solo dos que decidió instalarse de forma definitiva en Uruguay, empujado por la pandemia, que lo ayudó a darse cuenta del valor que tiene el lugar en calidad de vida.

Bevilacqua dice que siempre fue un viajero, no solo por ir y venir con frecuencia entre Argentina y Uruguay, sino porque vivió siete años en Estados Unidos, donde estudió Lingüística en la Universidad de Columbia, y porque viajó mucho por su trabajo en el rubro de los medios.

Ingresó a la empresa Cablevisión en Buenos Aires, en 1980, a los 20 años de edad y cuando la televisión por cable era algo desconocido. “Argentina fue el tercer país del mundo en tener televisión por cable”, dice orgulloso, quien luego de siete años en la empresa ocupó el cargo de gerente de Programación y Emisión, hasta que decidió irse a Estados Unidos.

Su jefe, el empresario argentino Eduardo Eurnekian, no quería que se fuera. Durante los años que estuvo fuera mantuvo el vínculo laboral, haciendo traducciones de notas del Wall Street Journal y otros trabajos para medios.

En 1996, de regreso a Argentina, asumió como gerente de Programación y luego como gerente general en la compañía Pramer SCA, una de las productoras y distribuidoras de señales más grandes de Latinoamérica.

En 1998, la Corporación Liberty Media adquirió la compañía y nombró a Claudio Bevilacqua CEO de la empresa para sus negocios en América Latina.

La compra le daba a la empresa más capacidad para generar nuevos canales y contenido propio y Bevilacqua pudo desarrollar varios proyectos, entre ellos el famoso canal El Gourmet. “En Argentina me decían que iba a ser un canal para las viejas y jubiladas”, cuenta.

Otros canales que desarrolló a lo largo de su carrera fueron Europa-Europa, Canal à, Cosmopolitan Latin America, Cineplaneta, Formar, P+E Política y Economía, Río de la Plata TV, entre otros.

En 2003 dejó de trabajar en medios de comunicación, pero la creación de canales internacionales con una programación y mirada local es de lo que se siente más orgulloso. Desde su retiro se dedica a aprender y desarrollar su vocación por las artes plásticas y a la escritura.

Sin embargo, en 2020 un proyecto de Gonzalo Araújo, un joven chef vecino de su chacra, y del tambero Tomi Difrancescode llamó su atención y se unió como socio a El Silente, para producir el primer dulce de leche cien por ciento agroecológico de Uruguay.

“Lo que pude aportarle a El Silente fueron los contactos en el mundo. Por eso elegí este proyecto y no otro. Desde hace años me dedico a escribir, ahora voy a lanzar mi tercer libro, pero decidí que este va a ser el único proyecto en el que me involucre directamente, porque me interesa la agroecología”, dice el ex CEO.

Dulce de leche agroecológico de El Silente

Pero su participación va más allá de la parte comercial, ya que va a cambiar el suelo de su chacra para que las vacas que produzcan la leche de El Silente se alimenten de pasturas iguales a las que había en el país hace más de 150 años, antes de que llegaran los ferrocarriles. “El ferrocarril hizo que los campos de Uruguay tuvieran que cambiar para adaptarse a las vías. Voy a hacer una muestra en mi chacra y ya tengo un modelo a seguir para que las vacas se alimenten de eso. La idea es crear quesos, obtener huevos y verduras, pero todo del modo en que era en Uruguay antes de la era del ferrocarril —explica—. El proyecto me interesa mucho y creo que es algo que puedo llegar a dejar para cuando no esté, más allá de los libros”.

Aparte de su carrera como pionero en la televisión por cable en Latinoamérica y el desarrollo de productos internacionales, la historia de vida de Bevilacqua es digna de una película.

 El 14 de noviembre de 2009 sufrió un accidente automovilístico muy grave que modificó drásticamente su vida. “Estuve tres meses en coma, pensaban que quedaba cuadripléjico. No reconocía a mi familia y tuve que aprender todo de cero: escribir mi nombre, el nombre de los colores, a multiplicar, a caminar”, cuenta.

Como licenciado en Lingüística y conocedor de ocho idiomas, cuando estaba en el sanatorio podía entender lo que le decían, pero no identificaba en qué lengua le hablaban ni cuándo pasaban de una a otra.

Aprender lo básico le llevó ocho meses, y aún sigue aprendiendo. “Empecé a tener otro enfoque, a darme cuenta de que estoy aquí por un motivo y que tengo que sacarme todas las cosas que he tenido como mandato. Ahora hago simplemente lo que me interesa o lo que creo que tengo que hacer. Una de ellas es escribir y la otra es este proyecto de El Silente, que es el único en el que estoy”.

Francisca EchegarayInés Magri y Antonio Borges, creadores de Bendita Kombucha

De la obra a la fábrica

Inés Magri es arquitecta de profesión y montevideana, pero en 2013 se mudó a Punta del Este. Trabajó en los estudios Gómez Platero, Álvarez Urioste y BioArq, pero se dio cuenta de que no le gustaba el trabajo de obra. También se desempeñó como diseñadora de interiores en Soho Style y como diseñadora de cocinas y placares en Bosch & Cía, pero en el invierno de 2017 cambió la arquitectura por el mundo de los brebajes y junto con su esposo, Antonio Borges —piloto de avión de profesión—, lanzaron Bendita Kombucha.

“Me regustaba el trabajo en Bosch, pero tenía el bichito emprendedor de querer hacer algo propio”, cuenta Magri. La Kombucha es una bebida fermentada a partir de té, azúcar y un cultivo simbiótico de bacterias y levaduras llamado scoby. Tiene un sabor un tanto ácido, similar a una sidra y se combina con hierbas, frutas o verduras para lograr un sabor más complejo.

La pareja estaba buscando modificar sus hábitos hacia una alimentación más saludable y una forma de vida más natural, y en el camino notaron que les faltaba una alternativa natural a los refrescos, al margen del agua.

A través de un blog estadounidense, Magri supo de la existencia de la kombucha y cuando en 2016 fueron a Estados Unidos de vacaciones decidió darle una oportunidad. “La probé y me encantó. O te encanta de primera o es un gusto que se adquiere”. Al año siguiente regresaron y Magri averiguó cómo se hacía y trajo el primer cultivo para empezar a hacer en su casa para consumo propio. Pero la idea de compartir la kombucha empezó a crecer y lo que empezó como un hobby se convirtió en un negocio con potencial.

Vendieron algunas en un pequeño local de Punta del Este en botellas de cerveza. “Cuando nos llamó el segundo local sin buscarlo fue que pensamos ‘esto viene bien, si nos están llamando sin haber hecho nada es porque tiene un buen futuro’”. Así que el cuarto de huéspedes de su casa se convirtió en la pequeña fábrica de kombucha, hasta que la producción comenzó a invadir otras partes del hogar y decidieron profesionalizarse. “Dimos el salto de armar un garaje y mudarnos, y ahí arrancaron las inversiones más en serio”.

En noviembre de 2018, Magri viajó a Montreal, Canadá, para formarse como brewer profesional de Kombucha en Mannanova Solutions, una empresa con casi una década de experiencia en la producción de Kombucha en una escala más comercial.

“Ahí aprendí un montón de cosas y volví superconfiada de que lo estaba haciendo estaba bien”. A su regreso, con ayuda de una química, prepararon los registros y se convirtieron en los primeros en tener la bebida habilitada en Uruguay.

“Fue un poco un dolor de cabeza el proceso, nos llevó más tiempo del que queríamos. Era un producto nuevo que además en el mundo no está regularizado. En Estados Unidos, que es el mayor productor, no hay una reglamentación específica de kombucha y acá estaban un poco reacios a habilitar algo nuevo”, cuenta Magri.

Natalia Burjel
Una de las opciones del emprendimiento Bendita Kombucha

En el camino hacia la profesionalización también se presentaron al fondo semilla de ANDE y con parte del capital obtenido compraron ollas de acero inoxidable de 100 litros para hacer más eficiente la producción de gran escala; dejaron de lado las botellas de cerveza para no confundir a los clientes y empezaron a empacar en sus propias botellas de vidrio en dos formatos: 250 mililitros y 1 litro.

Actualmente ofrecen seis variedades de kombucha y un kit para hacer la bebida en casa. Producen unos 2000 litros por mes, pero tienen más capacidad para seguir creciendo, lo que esperan hacer con la incorporación de una embotelladora que están por recibir.

Sus productos se encuentran en varios puntos de venta en 11 departamentos y a través de su tienda online, en cualquier parte del país. Quienes se animan a probar la kombucha son personas que están en un camino de búsqueda más saludable y de alternativas más naturales.

Para 2022 tienen planificado lanzar otra línea de bebidas —“por ahora queremos mantener en secreto cuál es”— y mudarán la fábrica. “La idea es armar una planta que esté alineada con la sustentabilidad y tener nuestro propio espacio diseñado de cero con energía renovable y una huerta para poder cultivar algunos de nuestros ingredientes”. Por el momento piensan mantener el equipo actual: Magri, su esposo Antonio (que está part time más enfocado en la parte comercial) y una empleada, Analía, que está en la producción.

Magri no volvió a ejercer como arquitecta y, aunque extraña la parte creativa de la profesión —la de “sentarse frente a la hoja en blanco y crear”—, aplica la visión estética que le dejó la carrera en el diseño de sus productos y en los procesos de su fábrica de kombucha.

CONTENIDO EXCLUSIVO Member

Esta nota es exclusiva para suscriptores.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

¿Ya sos suscriptor?
iniciá sesión aquí

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

Registrate gratis y seguí navegando.