Leonardo Carreño

Tres emprendimientos que transforman imágenes en objetos

Desde armar un robot hasta disminuir los riesgos de una cirugía compleja, algunos usos de la impresión 3D en Uruguay

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16 de octubre de 2020 a las 05:00

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Una impresora 3D ya no es una novedad, pero los usos que se hacen de esta tecnología aún parecen ilimitados. Diseño, arquitectura, medicina, arte, gastronomía, educación, moda; más allá del sector, la innovación está a la orden del día y en Uruguay hay varios emprendimientos que dan cuenta de ello.

Armor Bionics

La empresa Armor Bionics, fundada en 2015 por Bruno Demuro y Pablo Pereira, aplica el modelado 3D a la medicina, para la planificación de cirugías complejas, reduciendo riesgos y tiempos. A partir de imágenes tomadas por un tomógrafo crean un prototipo tridimensional de la zona a estudiar, que puede ser impreso para que los cirujanos planifiquen e incluso practiquen la operación en función al modelo, antes de hacerla en el propio paciente.

La empresa trabaja con sanatorios y hospitales de todo el mundo, pero están centrados especialmente en América Latina, donde cuentan desde principios de 2020 con un distribuidor que les maneja la parte comercial.

Pablo Pereira señala que un error muy común de los hospitales que quieren incursionar en la impresión 3D para facilitar sus procesos es invertir en impresoras que después nadie sabe usar. “Nuestra solución no requiere inversión en infraestructura o en comprar software, nosotros le damos la posibilidad a cualquier hospital de que acceda a esto de forma sencilla”, explica el fundador.

A través de una plataforma virtual, los médicos pueden enviarles sus consultas y solicitar el modelo 3D que necesitan para la operación, que puede ser desde una mandíbula, hasta una columna vertebral o un órgano. Entre dos y cinco días demora en quedar pronto el diseño, que queda en la propia plataforma y  que puede mandarse a imprimir. “Hacemos diseño e impresión, lo que tenemos es una red de impresoras en distintos países y según los requerimientos de los materiales, del tamaño y de lo que se necesite, seleccionamos a dónde mandamos a imprimir”, explica Pereira. La planificación de una cirugía compleja con modelos de 3D puede significarle al centro médico un ahorro de dinero de entre el 20% y el 50%, además de la disminución de los riesgos para el paciente.

La pandemia dejó en pausa los pedidos de prototipado, ya que muchas cirugías en Uruguay y en el mundo fueron suspendidas o reprogramadas, pero potenció el contacto con los médicos que aún no conocían la tecnología. La empresa aprovechó el tiempo “libre” que tenían aquellos cirujanos que eran mandados a cuarentena para presentarles sus servicios y las ventajas de los modelos 3D.

“Una vez que empiezan a usar la planificación y los modelos 3D se dan cuenta de los beneficios. Es muy difícil convencerlos hasta que no la prueban”, dice Pereira y aclara que después es difícil que vuelvan a querer hacer cirugías exploratorias.

Fabrix

La empresa Fabrix surgió en 2014 como el primer centro de impresión 3D en Uruguay, pero este año dio un giro y dejó de lado el servicio de impresión para centrarse de lleno en la venta de impresoras 3D, insumos y repuestos. “Nuestros propios clientes son los que realizan las impresiones y, dada la apertura del mercado, logramos concentrarnos en lo que queríamos hacer desde el principio que era la venta de equipos”, explica Federico Waldeck, director de Fabrix. Con la pandemia aumentó la demanda —en parte para crear elementos necesarios para combatirla— y eso aceleró la concreción del cambio de foco del negocio.

Sus clientes son empresas que buscan sus primeras experiencias con impresión 3D, algunos centros educativos y pequeños emprendedores que quieren inventar algo o automatizar algún proceso. Las impresoras de filamento son las más vendidas, ya que son las más económicas y las más recomendables para quienes recién comienzan a experimentar con esta tecnología. Para Waldeck, todavía falta para que todos tengamos en nuestras casas una impresora tridimensional, pero sí cree que llegará un momento en el que todos haremos uso del servicio de impresión 3D.

Parconier

Gentileza Pablo Brera

Parconier es un emprendimiento que desarrolla kits de robótica educativa, combinando piezas impresas en 3D con la tecnología Arduino, una plataforma de software libre. Los kits están pensados para que los estudiantes fabriquen sus propios robots de una manera sencilla y divertida. El emprendimiento cuenta con cinco impresoras 3D para hacer las piezas: hacer un robot les lleva un día entero de trabajo, con todos los equipos en funcionamiento.

Enfocado inicialmente en los centros educativos, Parconier tuvo que reinventarse durante la pandemia y se abocó a la venta y alquiler de los kits para padres y madres que quieren introducir a sus hijos en el mundo de la robótica. Si bien era una idea que ya venían manejando desde hacía un tiempo, sabían que sin conocimientos previos en la materia, los padres no iban a poder orientar a sus hijos, por eso, decidieron crear un curso de robótica virtual, compuesto por 18 clases que van desde los conocimientos más básicos hasta la guía para armar un robot. “Los niños pueden aprender, dependiendo de la edad, de manera superautónoma o con un poco de ayuda de los padres”, dice Pablo Brera, fundador del proyecto.

A principios de este año, Parconier tenía planeada la internacionalización, con la apertura de una mini fábrica en Europa, pero ese proyecto quedó en pausa, por la dificultad para viajar. Sin embargo, este cambio de viraje en el público —de los colegios a los padres— van a aprovecharlo también para proyectar esa expansión: “Es mucho más sencillo venderle a un padre en el exterior que a una institución, que requiere un proceso de venta mucho más complejo”. A futuro, ya están pensando en incursionar en kits para física o química: “Nuestra idea siempre es la combinación entre la impresión 3D y la educación”, concluye Brera.

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