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En la Armada todavía no se explican cómo Jonathan Bragundi, el exinfante de Marina acusado de ser el asesino de tres de sus antiguos camaradas, pudo matarlos por sí solo, uno detrás de otro, con tal rapidez y precisión, que no les dio ninguna oportunidad de defenderse.Según relataron a El Observador fuentes de la Armada, Bragundi no tenía entrenamiento especial de tipo comando, no era un buen tirador y nunca se destacó por sus capacidades militares. Incluso tenía dificultades para cumplir tareas sencillas.“Él no estaba preparado como un comando. Era un tripulante como cualquiera, con un entrenamiento básico, una tabla de tiros mínima que tenía que aprobar y nada más”, informó la fuente.
Tal como informó El Observador el 27 de junio, el imputado por el triple asesinato había intentado tomar un curso dentro de la Armada para transformarse en comando, pero no lo logró.“Se postuló, pero no fue seleccionado”, dijo un alto oficial de la fuerza. “No era un tirador experto, no se destacó en eso. Es una persona con el entrenamiento mínimo para la función”.
Luego de ese episodio, al infante se lo relegó a funciones rutinarias, pero no logró cumplirlas bien.“Se lo sacó de la línea, ya no fue a hacer cárceles, ni operaciones en el terreno. Lo sacaron de la brigada en la que hacía guardias y lo pasaron como mozo en el comedor de oficiales. No dio la talla para ese cargo. Lo llevaron al comedor de los suboficiales, para darle una segunda chance, pero tampoco dio la talla. Lo pasaron para la cocina”, informó otra fuente de la Armada. Ese fue el último puesto de Bragundi en la Armada. Fue dado de baja en marzo por exceder el límite máximo de faltas.Mientras fue mozo y cocinero, la fuerza la daba una vianda para que pudiera llevarse a su casa. Él decía que su madre estaba internada, grave y que no le daba el sueldo.
En realidad, la madre lo abandonó a poco de nacer y Bragundi fue criado primero por una vecina en la localidad de Cebollatí y luego en un hogar de acogida del INAU, en Rocha.
“Le armaban una vianda para que se llevara para la casa, para que no cocinara y no tuviera que comprar comida. Siempre le dieron todas las chances, se lo trató de encausar. Un suboficial se lo llevaba a trabajar afuera, pero él le faltaba, no le cumplía… y se descolgó después con esto de matar a tres camaradas", relató un oficial consultado.La mujer que crió a Bragundi en Rocha, su mejor amigo en la adolescencia y una asistente social del INAU señalaron a El Observador que el acusado del triple homicidio tiene un retraso mental. A su vez, la psicóloga del INAU que lo monitoreó mientras vivió en Rocha dijo que padece una enfermedad psiquiátrica.En la Armada no se detectó el retraso mental. Tampoco que tuviera una adicción. Sin embargo, poco después de que se le dio la baja, un suboficial se lo encontró en la calle y volvió con la noticia de que Bragundi parecía tener problemas de consumo.Antes del triple asesinato, Bragundi pidió ser readmitido en la Armada. El suboficial que lo atendió le dijo que su baja ya había sido comunicada a la Justicia Militar y que si quería detener o apelar el trámite, debía concurrir allí.Pero, debido a la pandemia, las actuaciones judiciales estaban suspendidas.
Para la Marina es importante limpiar el nombre de sus tres integrantes asesinados en este trágico episodio, luego de que se informara que uno de ejecutados tenía antecedentes penales por robo, otro los poseía como desertor del Ejército y el tercero había sido expulsado de esa fuerza.Según la información que recabó la Armada, los antecedentes existían, pero se habían extinguido, por lo cual los tres infantes de marina estaban nuevamente libres de antecedentes.La confusión se origina por las diferencias que existen entre la base de datos policial (que es llevada por la Policía Científica) y la del Poder Judicial (que lleva el Instituto Técnico Forense).
Respecto a cómo Bragundi pudo ingresar a la guardia del Cerro para asesinar a sus tres excamaradas, el único testimonio es el del homicida, que dijo que el artilugio que empleó fue pedir que lo dejaran entrar a dormir, porque no tenía otro lugar donde hacerlo.Según el oficial entrevistado, debido al fuerte sentimiento de cuerpo que hay en la infantería de marina, los tres hombres que montaban guardia lo dejaron entrar: “La infantería de marina tiene muy arraigado el espíritu de cuerpo, el compañerismo, la fraternidad entre ellos, porque son los más expuestos a las inclemencias del tiempo, a las guardias en las cárceles o en las fronteras. Hay un gran espíritu de compañerismo y fraternidad. Se les machaca permanentemente: no podemos dejar tirado a un camarada”.Se le recordó al entrevistado que Bragundi ya no era integrante de la fuerza, pero él recordó que los estadounidenses dicen: “Una vez marine, siempre marine”.En la Armada se consideró que dejar entrar a alguien que no integra la Armada fue una falta grave. “Esta gente cometió un error gravísimo y lo pagó de la peor manera, con su vida. Ellos interpretaron que actuaban bien según su escala de valores, al apoyar a un excompañero que estaba en la mala”.
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