Tully, la maternidad y la bofetada inesperada de la adultez

La nueva creación de Diablo Coby retrata con crudeza y honestidad la vida de una madre contemporánea y lo salvaje que puede ser el paso del tiempo

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30 de junio de 2018 a las 05:00

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La madrugada, el llanto, el pañal sucio, la papelera, el pañal limpio. La madrugada, el llanto, el pañal sucio, la papelera, el pañal limpio. La madrugada, el llanto, el pañal sucio, la papelera, el pañal limpio. La maternidad –o al menos los primeros meses del bebé– tienden a ser una imagen en loop, un puñado de acciones que se repiten incansablemente. Y, de fondo, en esa voz que nadie escucha, salvo uno mismo, algunas ideas salpicadas y poco claras que resumen el cansancio, hartazgo, las ganas de desaparecer por completo, el tedio, el fastidio, la certeza de que ya no hay vuelta atrás y que la juventud se perdió en algún punto que la memoria bloqueó.

Marlo (Charlize Theron) está justo allí. Acaba de parir a Mía, la tercera de sus hijos que llegó de forma inesperada. Está feliz, claro, pero no da más. Se ve en su rostro, en la pesadumbre con la que se mueve, en la pizza que descongela para la cena, en el celular que se le resbala de las manos y termina golpeando a la beba en la cabeza, en el grito que contiene cuando su hijo Jonah le golpea el asiento del auto. Marlo vive al borde y no tiene a nadie que la ayude con su vida. Drew, su marido, la quiere, se nota, pero trabaja todo el día, vuelve fundido y su actuación más destacada de la jornada es cuando se calza los auriculares y agarra el joystick para jugar al Xbox. El único que tiene un gesto hacia ella es Craig, su hermano, que tiene la existencia solucionada, vive en una casa de revista, con mujer e hijos dignos de publicidad de sueño americano edulcorado, cenas de sushi y nanny de tiempo completo. Con esa generosidad/soberbia muy habitual en aquellos que no tienen problemas de dinero le da el número de una niñera nocturna. "Es tu regalo de cumpleaños", le dice. Marlo lo mira con rostro de "gracias, pero no gracias" pero, de todos modos, se guarda el papel.

Como era de esperar, Marlo, un día, colapsa. Jonah, su único hijo varón, tiene un trastorno que ningún médico logró diagnosticar. Para la directora de su escuela, Jonah es un problema y Marlo cada dos por tres tiene que ir a sentarse a su despacho a escuchar que le digan que su hijo "es especial" y que complica el aprendizaje del resto que, claro está, va más rápido que él. Hasta que, finalmente, sucede lo que la madre siempre temió: Jonah no puede seguir allí solo. Así que Marlo se derrumba y antes de que el daño sea irreversible marca el número de la niñera nocturna. Y así como por obra de magia, una noche toca el timbre Tully.

La nueva de Diablo

Tully es la última creación de Diablo Cody, la guionista de La joven vida de Juno (2007). La historia de Cody es muy de principios del siglo XXI. Trabajaba en una agencia publicitaria, se aburrió, decidió empezar a hacer striptease, abrió un blog donde narraba algo así como sus memorias, alguien lo leyó, le dijo que era un libro. Candy girl: a year of the life of an unlikely stripper fue un hit. Otro alguien creyó que se podía guionar para convertirse en película. El fin de la historia es una adorable realización dirigida por Jason Reitman, protagonizada por Ellen Page y Micheal Cera y con una de las mejores bandas de sonido de la primera década del nuevo milenio. Cody se llevó el Oscar a mejor guion original. Cody, por supuesto, siguió escribiendo. Junto a Reitman también hizo Young adult. En el medio guionó series como United States of Tara y One Mississipi y fue madre de tres.

Diez años después de su memorable debut cinematográfico, Cody vuelve a poner el ojo en un personaje femenino y decide hacerlo de nuevo junto a Theron que, además de actuar, produce. Theron –que decidió engordar 23 kilos para ponerse en la piel de una mujer que acaba de dar a luz– compone un personaje poco habitual en el cine hollywoodense. ¿Por qué? Porque es humana. Porque no puede con su existencia, ya no sabe quién es, no puede lidiar con todas las exigencias de la vida contemporánea, no tiene ganas de tener sexo con su marido y no le importa que sus hijos le vean la panza inmensa durante el desayuno y menos le importa que su hija Sarah le pregunte con cara de asco: "¿Qué le pasó a tu cuerpo?".

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En entrevista con The Guardian Cody dice: "Las expectativas sobre las mujeres están fuera de control. No puedo creer con el desdén con que se mira a las mujeres que 'se descuidaron'. ¿Por qué no puedo descuidarme? Estoy cuidando a tres niños chicos, ¿por qué se supone que tengo que ser flaca y sexy?".
Tully es la bofetada helada e inesperada que te grita en el medio de la cara: "Resulta que eso que siempre soñaste (la familia, la casa, los niños) no te hace tan feliz como te dijeron que te iba a hacer sentir". Y así también lo grita borracha Marlo en el medio de la noche de Brooklyn: "Tus 20 son geniales, pero después los 30 están a la vuelta de la esquina como un camión de basura a las cinco de la mañana".

Tully es una dosis concreta y cruda de sabiduría. No es solo una película sobre la maternidad. Es, también, un retrato de lo duro que puede ser el pasaje de la juventud a la adultez y todo lo que eso significa (ser menos atractivas, menos interesantes, menos útiles).

No señores, ser mujer sigue sin ser sencillo aunque los finales, a veces, sean felices. Y, tal vez, haya mucho de cierto en la línea de Marlo cuando Tully le dice que las mujeres sanan: "No, no lo hacemos. Puede que parezca que estamos mejor, pero si te acercás estamos llenas de maquillaje".

Los antecedentes

Juno (2007)
La opera prima de Diablo Cody –la historia de un embarazo adolescente protagonizada por Ellen Page y Michael Cera– le valió un Oscar a mejor guion original. La película, además, fue muy celebrada por la crítica especializada.

United States of Tara (2009)
Fue el primer trabajo para televisión de Cody. La serie –protagonizada por Toni Collette en el papel de una mujer con trastorno de personalidad– tuvo tres temporadas, ganó un Globo de Oro.

Young adult (2011)
El segundo trabajo en conjunto de Cody con Jaison Reitman contó con el protagónico de Charlize Theron; aunque no fue tan celebrada como sus creaciones anteriores igual mantuvo el sello autoral de la guionista.

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