Camilo dos Santos

Un desafuero que no fue y una Justicia acusada

Manini es experto en encontrar chivos expiatorios y construir conspiraciones

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02 de octubre de 2020 a las 22:34

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No era necesario ser un avezado analista político para llegar a la conclusión, desde hace tiempo, de que Manini Rios no iba a comparecer ante la Justicia porque no se votaría su desafuero. A eso se agregó que el propio senador cambió de opinión sobre su convencimiento de que debía declarar. Lo que no era tan fácil prever era que, impulsado por su retórica y apoyado explícitamente o implícitamente por algunos parlamentarios de la coalición, se iba a encargar de sembrar dudas peligrosas sobre el sistema judicial, hablaría de operaciones políticas de las que la Justicia podría formar parte y hasta de conspiraciones internacionales que llegan a involucrar a organismos internacionales.

Sembrar la semilla de la desconfianza siempre ha sido relativamente sencillo. Y en estos tiempos de fake news, concepto tironeado para servir cualquier tipo de interés, más fácil aún. Pero si la desconfianza viene desde el Parlamento, desde una parte importante del sistema político que fue elegido democráticamente, tiene mucho más potencial de instalarse como una duda que horada y debilita. Eso fue lo que sucedió esta semana en medio de la maratónica sesión en la que se discutió el desafuero -que no fue- del senador Guido Manini Ríos. Y la duda instalada refiere al sistema judicial.

Buena parte de la intervención de Manini Ríos, que duró casi una hora, estuvo dedicada a acusar a la Fiscalía General y al fiscal de la causa que lo involucra; habló de sesgamiento, manipulación de turnos y dijo que esto afectaba la independencia del Poder Judicial. “Se recurrió a politizar a la Fiscalía y a llevarla a actuar en el plano electoral, a incidir en la campaña, aprovechando ese engendro del nuevo Código Penal que ha afectado tanto a la independencia del Poder Judicial. La Fiscalía General manipuló los turnos y mandató a uno de sus funcionarios para afectar a uno de los candidatos a la Presidencia, el que más le molestaba”, dijo en una de sus varias alusiones al tema.

Manini está convencido de que existe una “operación para terminar con la coalición de gobierno, sacando del medio a uno de los que sin duda es uno de sus principales sostenedores” (él). No precisó en sus palabras hasta qué punto la Justicia forma parte de esa operación, pero una frase acusatoria viene detrás de la otra. En algún momento no olvidó aclarar lo que toda persona que acusa a la Justicia de falta de independencia, aclara: “Respetamos profundamente a la Justicia como valor moral que hace obrar y juzgar de acuerdo a la verdad. Respetamos al Poder Judicial, al poder independiente”. Y sin embargo...

Luego fue otro senador de Cabildo Abierto, Guillermo Domenech, quien se refirió a su concepto personal de Justicia. “Vamos a ser sinceros, vamos a decir las cosas como son, a la Justicia se la acata, no es que se le tenga confianza, yo creo en Dios, no creo en la Justicia, la acato. Que eso es lo que debe hacer un republicano y un demócrata”.

Si una parte importante del poder político elegido democráticamente desconfía de la Justicia, ¿que nos queda al resto de los ciudadanos?

El sistema político puede decidir decirle no a un pedido de desafuero porque eso, cuestionable o no para este caso en particular, es parte de las reglas de juego legalmente establecidas. Reglas que tal vez deberían modificarse para traerlas a un presente bien diferente al momento y circunstancias en que fueron creadas. La propia vicepresidenta de la República, Beatríz Argimón, se refirió a eso cuando dijo que está en contra de eliminar los fueros, pero que considera que deben ajustarse. “Es verdad que todas estas soluciones que se daban como respuesta a preservar la libertad del legislador en el siglo XXI pueden ser ajustables”, dijo a radio Montecarlo, y agregó que habría que analizar cómo “consagrar” que los legisladores puedan “acudir a la Justicia, teniendo los fueros”.

Pero hoy no hablamos tanto de fueros sino más de respeto a uno de los pilares del sistema republicano de este país. Manini Ríos es experto en encontrar chivos expiatorios y construir conspiraciones. Lo ha hecho públicamente desde que lanzó su carrera política. En este caso la culpa la tuvo el expresidente Tabaréz Vázquez y su secretario de la Presidencia, Miguel Toma, que también hicieron la vista gorda con respecto al Tribunal de honor. Ninguno de los dos fueron imputados por el fiscal Morosoli, aunque al menos Vázquez ha incurrido en contradicciones sobre cuándo y cuánto sabía. Manini ahora deriva de ese hecho una condena severa y casi generalizada hacia el sistema de Justicia.

Luego de todo esto hay que preguntarse qué pruebas de manipulaciones y corrupciones tiene el líder de Cabildo Abierto y en caso de que las tenga por qué no las presenta ante la propia Justicia, que dice respetar pero de la que desconfía. Es lo que cualquier ciudadano esperaría de un senador de la República que hace acusaciones graves en el hemiciclo, que son replicadas por los medios de comunicación y que quedan grabadas para que cualquiera las vea.

Manini dice estar convencido de que el destino final de esta operación es la coalición. Los integrantes de la coalición no se han manifestado sobre el tema, salvo algunas referencias también de desconfianza hacia el fiscal de la causa. Con su silencio, ¿apoyan las dudas hacia el sistema de Justicia o solamente niegan, como antes lo hicieron otros, un desafuero?

El Frente Amplio se encargó de apoyar a la Justicia en la sesión en la que se discutió el desafuero. Pero tampoco ha tenido reparos en el pasado reciente a la hora de criticarla duramente cuando la causa que llevaba adelante no le convenía. El propio José Mujica dijo en una entrevista del año 2009 con La Nación que no cree “un carajo” en la justicia como forma de llegar a la verdad. “Me interesa la verdad, pero, ¿las sociedades se bancan eso? La Justicia tiene un hedor a venganza de la puta madre que lo parió”. Luego matizó diciendo que hablaba filosóficamente sobre la justicia, a la que sin embargo consideraba que “hay que respetarla y obedecerla”.

El cuestionamiento de Manini hacia la Justicia se va de mambo. El senador de CA puede ir y venir cuantas veces crea conveniente sobre las causas de un pedido de desafuero. Puede esgrimir, al igual que otros de los senadores de la coalición, que los que esconden son el expresidente Vázquez y su secretario. Justamente todo eso es lo que debe investigar la Justicia. Pero no puede, o al menos no debería, cuestionarla per se como institución. Es un juego peligroso que solo desestabiliza y que no se queda solamente en palabras dichas en el Senado.

Manini, como cualquier ciudadano, puede estar en total desacuerdo con las decisiones de un fiscal o de un juez, pero derivar de ese desacuerdo la conclusión de que la Justicia está corroída es una pésima idea, sobre todo si proviene de un senador de la República. Un senador, que como él mismo recordó, fue votado por un cuarto millón de uruguayos.

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