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Detrás del desafuero: cruces, bromas y reuniones del día en que Manini retuvo su banca

Tras un debate que se extendió por más 13 horas, el Senado rechazó la solicitud del fiscal que pretendía imputar al líder de Cabildo Abierto
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01 de octubre de 2020 a las 05:01

Guido Manini Ríos acomoda sus papeles una y otra vez. Abre y cierra el cajón encima de su banca. Revisa su celular. Apoya sus manos sobre el borde de la mesa y respira hondo.

En los escritorios se multiplican las constituciones y montañas de documentos. Dos senadores del Frente Amplio llevan una remera con la leyenda “Todos somos Familiares”. Óscar Andrade, uno de ellos, repasa el dictamen del fiscal Rodrigo Morosoli. Graciela Bianchi hojea el último libro de Leonardo Haberkorn. Julio María Sanguinetti repasa un artículo suyo publicado por El País y rompe una hoja del repartido parlamentario para marcar un libro del pintor uruguayo Miguel Ángel Battegazzore. José Mujica llega directo de un velorio a la que, en principio, será su última sesión. Afuera, la organización Madres y Familiares alista los retratos de los desaparecidos frente a la fachada del Palacio Legislativo.

Son las diez de la mañana y el Senado de la República tiene por delante varias horas de intenso debate. Recién cuando el reloj marque las 23:41 horas, el Partido Nacional, Cabildo Abierto y el sector colorado Batllistas habrán puesto la tapa a la investigación criminal contra el actual líder de Cabildo Abierto, indagado por la presunta omisión de denunciar las confesiones de José Nino Gavazzo ante un Tribunal de Honor en 2018.

“En el ángulo”

“La clavaste en el ángulo un par de veces. En otras partes solo te faltó la marcha 25 de agosto”. La frase del nacionalista Sergio Botana, que se acercó a Manini Ríos a celebrar la “contundencia” de su relato y a reprocharle en tono de broma el tono castrense de algunos extractos de su discurso, provoca una tenue sonrisa en el siempre serio semblante del general.

Recién había culminado la intervención más esperada del día, que llegó sobre el comienzo de la jornada y luego de tres informes del frenteamplista Charles Carrera (MPP), el colorado Pablo Lanz (Ciudadanos) y la nacionalista Carmen Asiaín (Aire Fresco), quien se ganó un par de palmadas de apoyo por parte de su bancada y un choque de puños por parte del cabildante Raúl Lozano.

Encorvado sobre su micrófono, Manini Ríos soltó su discurso que se apoyó en un largo punteo y que siguió la línea de su versión ante el fiscal Rodrigo Morosoli.

El senador, que volvió a cuestionar a la Justicia, dijo que Roberto Gomensoro “no fue un desaparecido” y acusó a Morosoli de actuar “sesgado y más preocupado en defender la posición de Presidencia”, insistió en que informó “en todo momento” al entonces ministro de Defensa, Jorge Menéndez sobre las confesiones de Gavazzo, y aunque luego concedió en que a algunos les podían “quedar dudas” de esa versión, sostuvo que “nadie” puede dudar de que envió todo por escrito el 13 de febrero de 2019.

“Además, si yo demoré 310 en comunicar, Presidencia de la República demoró 46 días. ¿Dónde está escrito a partir de cuántos días constituye delito?”, añadió. Parte de su alegato se centró en destacar las múltiples contradicciones del Poder Ejecutivo y desestimar las propias. Por ejemplo, dijo que sus declaraciones en Fiscalía “no fueron contradictorias” con la de los integrales de los Tribunales de Honor, en oposición a lo que se desprende del expediente.

Durante su alocución, que tuvo que ser interrumpida por la vicepresidenta Beatriz Argimón para recordarle que no podía hacer alusiones políticas, Manini también dejó planteadas algunas preguntas: entre ellas, por qué si el presidente Tabaré Vázquez sabía de las confesiones y su presunta omisión, no dijo nada desde el 12 de marzo –cuando lo cesó por otro asunto– hasta el 1 de abril, luego de difundida la noticia en El Observador.

“Creo que hice exactamente lo que tenía que hacer”, concluyó.

Cuando terminó, además de la broma de Botana, Manini recibió palmadas y puños de los senadores Guillermo Domenech y Raúl Lozano, así como de los diputados Álvaro Perrone y Silvana Pérez, también presentes en el hemiciclo.

Quien tomó la palabra después fue el senador suplente por el Frente Amplio, José Bayardi, quien a su vez fue el sucesor de Menéndez cuando Vázquez lo cesó por el caso Gavazzo. El dirigente de la Vertiente Artiguista cuestionó a Manini por cambiar su versión sobre el momento en que informó al Poder Ejecutivo, y advirtió que recién a partir de la muerte de Menéndez el líder de Cabildo Abierto empezó a decir que lo había mantenido al tanto en todo momento. Manini, que se comió las uñas mientras escuchó la intervención del exministro, contestó que su versión siempre fue la misma.

A partir de allí, y con reiterados pedidos de Argimón para ceñirse al asunto concreto que los convocaba, los argumentos fueron y vinieron alrededor de asuntos dispares como los fueros parlamentarios, los detalles generales del caso Gavazzo, la causa de los desaparecidos, la inclusión financiera, UPM y hasta una canción de Damas Gratis.

Como en todo debate que se va para largo, los senadores salían y entraban de sala. Sobre la tarde, mientras Botana hacía su alegato en el plenario, en la bancada del Frente Amplio se desarrollaba una tertulia paralela entre Andrade, Mujica y un invitado de otras tiendas: el nacionalista Juan Sartori.

“Qué última sesión te tocó”, le dijo el joven empresario a Mujica, que había anunciado que dejaría la banca a partir de octubre. “Qué le vamo’ a hacer”, respondió el expresidente, que minutos más tarde conversó por lo bajo en varias oportunidades con Sanguinetti y compartió risas cómplices cuando el cabildante Domenech llevó el debate hacia temas como la extranjerización de la tierra.

Sartori, uno de los más inquietos, salió de sala en un momento a atender un llamado y se paseó por el pasillo del ambulatorio hablando en inglés. “Cosas del Sunderland”, comentó a El Observador mientras volvía a su banca.

El silencio y la atención se volvieron a apoderar del plenario cuando el turno le tocó al expresidente Julio María Sanguinetti.

El hoy secretario general del Partido Colorado, que desde un principio se mostró escéptico a votar el desafuero de Manini Ríos, dijo que el Senado debía debatir si existió “intención criminal” del entonces comandante en jefe del Ejército. “Lo que importa es eso porque los delitos requieren intencionalidad”, afirmó.

Según Sanguinetti, en el accionar del líder de Cabildo Abierto pudo haber habido “demora” pero eso no configura mérito suficiente para imputarlo penalmente. A su juicio, el hecho de que Manini haya elevado todo el expediente “invalida” la tesis delictiva o “al menos genera la duda”. “A mí la duda me basta. No podemos suspender los fueros de alguien que obtuvo 10% de los votos solo por un ‘me parece que’”, añadió.

“¡Exacto! Hay una duda”, exclamó Bianchi desde su banca. La senadora había dicho durante su intervención que en el caso de Manini “hay decenas de dudas razonables” y que eso ya justificaba el rechazo al pedido del fiscal.

Desde el Frente Amplio y Ciudadanos, por su parte, la argumentación se centró en la existencia de elementos “suficientes” para que la Justicia siguiera indagando y la convicción de que es ese ámbito, y no el Parlamento, el que debía fallar sobre el asunto de fondo. “No nos corresponde a nosotros juzgar. Simplemente evaluar la formación de causa. En el entendido de que existen hechos objetivos y descartando que la Justicia esté atacando la independencia del Poder Legislativo, resulta procedente quitar los fueros”, dijo la colorada Carmen Sanguinetti, y agregó que este no era un caso de "persecución política".

Los cruces más fuertes se dieron cuando la oposición acusó a la coalición de estar anteponiendo lo político a lo jurídico –tanto el astorista José Carlos Mahía como Mario Bergara advirtieron que se estaba priorizando la relación entre los socios del gobierno–, y a Cabildo Abierto de haber utilizado “dilatorias” para estirar el proceso y poder protegerse en los fueros.

Por su parte, el comunista Óscar Andrade dijo que si bien “la ciudadanía votó a Manini Ríos sabiendo que sería imputado”, también “lo votó con la promesa de que no se iba a amparar en los fueros” y que por tanto “eso constituye una estafa electoral”. El senador dijo que durante la campaña “no hubo un solo dirigente” de Cabildo que se pronunciara en contra de quitarle los fueros a Manini, y Domenech salió a contestarle que él lo había hecho “desde un principio”.

“Ya en la campaña yo sostuve que quienes íbamos a votar por Cabildo Abierto lo hacíamos también con la intención de impedir la formalización de Manini Ríos. Y lo decíamos porque no teníamos confianza en Fiscalía ni en el sistema penal que se ha aprobado”, sostuvo Domenech. Ante las críticas de la oposición por "no creer en la Justicia", el presidente de Cabildo argumentó que la Justicia no es cuestión de "creencia" o "confianza". “Yo creo en Dios. No creo en la Justicia, la acato. Eso debe hacer un republicano y un demócrata”, afirmó.

Sobre las 23:30, y tras más de trece horas de debate, José Mujica tuvo la última palabra. Desde el ambulatorio, Julio María Sanguinetti y un puñado de funcionarios del Palacio siguieron con atención cómo el expresidente y exguerrillero –que en los últimos meses se había expresado en contra del desafuero pero finalmente dijo que lo votaría por disciplina partidaria– cerraba la jornada con un pedido directo al “comandante, general y senador”. 

“Se nos va el tiempo de la vida. Vamos quedando demasiado pocos de aquellos años. No le pido justicia, le pido que arrime verdades. Usted es de los pocos orientales que tiene herramientas para hacerlo. Es una responsabilidad histórica”, dijo Mujica. 

Si el expresidente –que durante la votación nominal generó risas porque debieron insistirle para que dijera "afirmativo"– cumple su promesa, esas habrán sido sus últimas palabras en el Senado.

Manini Ríos, que se retiró de sala en silencio y escuchó a la distancia la votación negativa del desafuero, finalmente mantendrá su banca.

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