El ex empresario hace golf en Punta

Estilo de vida > CONSTANCIO VIGIL

Un símbolo de una era golfística que pone sus ojos en el Cantegril

Constancio Vigil está retirado, pero supo ser el dueño de uno de los gigantes de la comunicación de la región.
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26 de enero de 2012 a las 19:43

Zeitgeist es una palabra que en alemán que significa literalmente “espíritu del tiempo”, y que se utiliza en las ciencias históricas para describir un fenómeno o una persona que haya marcado cierta época. Entre 1989 y 1999, en Argentina se denominó ese lapso como la “década menemista”, marcada por la figura y los dos períodos sucesivos del presidente nacido en la provincia de La Rioja. En ese decenio, el empresario de medios de comunicación argentino Constancio Vigil fue un auténtico reflejo de ese zeitgeist.

Con 75 años y retirado de casi toda la actividad empresarial que lo transformó en uno de los hombres más poderosos de Sudamérica en medios de comunicación, Vigil se dedica hoy casi exclusivamente a jugar al golf, una pasión que tuvo en la juventud, que abandonó a mediados de su vida y que retomó cuando volvió a jugar partidas mano a mano con el mismísimo Carlos Menem.

Constancio Vigil, nieto del homónimo escritor y empresario uruguayo que fundó en 1918 la que luego fue la poderosa Editorial Atlántida, se encuentra asesorando a una de las listas que pujan por la dirección del Cantegril Country Club, que celebra elecciones mañana sábado.


Vigil dedica su vida a viajar por el golf, en una agenda en la que el estado de Florida en Estados Unidos tiene un papel preponderante. Miami, Orlando y las canchas que se arraciman tanto hacia el océano Atlántico como hacia el golfo de México, presencian el swing de un hombre que embocó varios hoyos a lo largo de su carrera profesional. Porque si la pizza con champán fue la comida de los 90, el ruido de esa década fue el de los hierros y las maderas pegándole a una blanca pelotita Titleist.

El legado del abuelo
El abuelo y el padre de Vigil eran uruguayos, y si bien él nació en Argentina tiene doble nacionalidad. En 1918 su abuelo lanza al mercado la revista Atlántida que luego desembocará en el inicio de un imperio cimentado en nombres como Para Ti, El Gráfico, Gente y Billiken, entre otras publicaciones.


En 1971, Constancio Vigil, al mando de la empresa familiar junto a su primo Aníbal, entra en el negocio de la televisión,con el empresario cubano radicado en Argentina Goar Mestre. Era el dueño del 14% del paquete accionario del canal 13. Pero en 1974 el gobierno de Isabel Perón, bajo influencia de José López Rega, expropia y estatiza los canales de televisión privados. Mestre realiza acciones ante la Justicia, pero esta lo desechó. “Una noche nos tomaron las oficinas. No pude sacar nada. Se me quedó un driver (un palo de golf) en mi oficina que perdí para siempre”, recuerda Vigil.

Recién con la llegada al poder de los militares, en 1976, la Justicia atiende el reclamo de Mestre, que pedía US$ 50 millones por daños y perjuicios. Los Vigil habían puesto US$ 1 millón en el canal y pretendían recuperarlo. “Los militares se reunieron con Mestre en 1978 y pactaron un acuerdo por US$22 millones. Y Mestre nos devolvió nuestro millón”, explica el ex empresario, sentado en un sillón de cardo y con la mirada fija en la cancha del barrio San Rafael.

Recordó las épocas en que la revista Gente era una referencia en el periodismo del continente. “Nosotros poníamos un periodista y un fotógrafo en cualquier lugar del mundo donde pasara algo grande”, dice Vigil, quien recuerda con orgullo la cobertura que Gente hizo de una catástrofe aérea de una clase de cadetes argentinos en Centroamérica. “Nunca se encontró el avión que cayó, pero tuvimos casi un mes a periodistas y cronistas gráficos en la búsqueda e hicimos un trabajo formidable”, afirma.

En la cima del poder
Para 1989, con la llegada de Menem a la presidencia y la vuelta de los canales a manos privadas el grupo Editorial Atlántida, al frente de un consorcio con otros grupos económicos, adquiere la concesión del canal Telefé, más 11 canales del interior argentino, más la radio Continental en AM y en FM, más el 50% de canal 9, con sus cuatro canales en el interior. Se conformó entonces un megaempresa bautizada como ATCO (Atlántida Comunicación).

“Éramos el Time Warner de Latinoamérica”, dice con orgullo Vigil. En 1994 fallece Aníbal Vigil y Constancio queda como cabeza del conglomerado de medios más grande del continente. “Había una rivalidad feroz con Clarín, que era dueño del diario, de Radio Mitre y de canal 13, pero nosotros teníamos un manejo de la opinión pública más importante que ellos”, agrega.

Cuando el menemismo entra en declive hacia 1999, Vigil ve la oportunidad de vender ATCO. Para eso sella un negocio astronómico con Teléfonica, que le paga US$1.400 millones por la empresa, aunque la familia Vigil retiene la editorial. Así lo pactó Vigil con el CEO de Telefónica, Juan Villalonga, amigo íntimo de José María Aznar. Por la misma época, Villalonga había comprado varios medios en España para apoyar la gestión del Partido Popular.

Finalmente, en 2007 Vigil le vende Atlántida, el legado familiar, al mexicano Emilio Azcárraga, dueño del grupo Televisa, que además tiene los derechos para editar en español las revistas del grupo Hearst. Según el diario Ámbito Financiero, la operación fue de US$ 80 millones.

A partir de entonces, el golf se transforma en la única actividad constante de Vigil, que viaja con amigos a distintos destinos golferos, desde los más tradicionales a los más nuevos. “Estuve una sola vez en Saint Andrews (catedral y origen del golf) y no me gustó. Llueve siempre y no me pareció una linda cancha. No vuelvo nunca más”, dice Vigil, quien recuerda que en esa zona de Escocia comenzaron a jugar los primeros clanes, en el siglo XIV, a tirar piedras dentro de hoyos en la tierra ayudados por ramas de árboles.

Para Vigil, el golf es tan cercano al ambiente empresarial porque se rige por reglas similares. “El golf es un deporte caballeresco, donde es fundamental el cumplimiento de las reglas y es palabra santa el respeto del rival y la transparencia en los pactos”.

Vigil se refiere al pasado y al presente. Reivindica la figura de Menem y sigue considerándolo un amigo. Los tiempos políticos actuales de Argentina son para el ex empresario una regresión a un pasado negativo, que ya vivió en otras épocas. En determinado momento, Vigil concluye el diálogo y se queda un instante mirando la hermosa cancha del Cantegril, que es bastante más joven que él. Luego se levanta y se va. Toda una época lo recubre como un halo. l

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