“No nos vamos a ir, no nos vamos a esconder ni nos vamos a callar, todos queremos un solo Uruguay”. Luis Lacalle Pou junto a sus colaboradores más cercanos escuchaba con atención. A su costado, Jorge Larrañaga con las manos atrás hacía lo mismo. Un poco más alejada, cubriéndose del intenso sol que marcó el ritmo de la tarde en la Sociedad Rural de Durazno, Verónica Alonso permanecía sentada pero con los ojos puestos en el estrado. Hacia ese lugar también miraban Ernesto Talvi y Pablo Mieres, donde el productor de Sauce del Yí (Florida), Julián Cabrera, leía –por momentos con vehemencia y en otros emocionado- la extensa proclama que se dividió en críticas al gobierno y una serie de propuestas destinadas principalmente a mejorar la situación del “país productivo”.
Si bien no llevaron lápiz y papel, los cinco precandidatos presidenciales de la oposición que dijeron presente se llevaron una serie de reclamos de cara a la campaña electoral que está en la vuelta de la esquina.
Aunque consideraron que era muy pronto para hacer un análisis exhaustivo, los precandidatos se mostraron de acuerdo con gran parte de los planteos formulados este miércoles por el movimiento Un Solo Uruguay y tomaron nota de las críticas a los “privilegios” del sistema político, que fueron de las más aplaudidas durante la lectura de la proclama.
Pese a la convocatoria, el oficialismo fue el gran ausente en la jornada en Santa Bernardina. No participó ninguno de los precandidatos del Frente Amplio, ni legisladores o autoridades de gobierno.
Ni bien finalizó el acto, Marcelo Nougué uno de los voceros de Un Solo Uruguay, dijo a El Observador que estaban “muy conformes” con la convocatoria –la cual estimó en 30 mil personas-, pese a que no habían logrado superar la cantidad de asistentes de 2018.
“Para que quede claro y no existan dos visiones, el centro de todos los problemas es el alto costo del Estado”, dijo Julián Cabrera, el productor encargado de leer la proclama con los reclamos del movimiento, y pasó a detallar doce propuestas con las que pretendían mejorar el déficit fiscal y reactivar la actividad económica. Entre ellas están la realización de un presupuesto sin incremento del gasto, que todos los directorios de empresas públicas pasen a estar compuestos por tres personas (una de la oposición) y la prohibición de ingresar nuevos empleados públicos salvo en educación, seguridad y salud.
El movimiento también pidió la realización de una reforma de la seguridad social y reconocer que Uruguay es “un país agropecuario”. “Estamos tapados de políticas de control que no aportan nada más que costos operativos”, subrayó Cabrera antes de plantear que la educación debía ser una de las “prioridades”. “Asistimos año tras año a la decadencia de todos los indicadores. Los índices de deserción son alarmantes, los de repetición cubiertos por la flexibilización de la exigencia y los mecanismos de evaluación dejan en evidencia que estamos muy lejos del orgullo que sentíamos”.
Mientras un heladero aprovechaba los más de 27 grados de la tarde de verano, Cabrera ponía el foco en otro de los centros de la proclama: la seguridad. El movimiento planteó diez propuestas para que los uruguayos puedan “volver a sentirse seguros” a través de acciones de corto y largo plazo. Entre ellas pidieron volver a la “policía de cercanía”, separar a la “Fiscalía de la Nación de Presidencia para asegurar la independencia de poderes” y “penas de acuerdo al delito”. También pidieron crear una comisión interinstitucional para atender el problema del abigeato, realizar un nuevo Código Penal y mejorar el funcionamiento del nuevo CPP.
La inserción internacional y el acceso a mercados también figuraron dentro de los reclamos para mejorar la producción. “No nos podemos dar el lujo de regalar cientos de millones de dólares por año a gobiernos extranjeros para poder ingresar con nuestros productos a esos mercados”, pidieron, generando otra ola de aplausos.
Aunque no quisieron nombrarla, la proclama también tuvo espacio para criticar los beneficios dados a UPM para su segunda planta de celulosa. “Sí a la inversión extranjera, sí a la innovación, pero no a cualquier precio”, leyó Cabrera mientras un militante levantaba bien alto su bandera contra la pastera.
Citando al presidente Tabaré Vázquez, el movimiento pidió la derogación del derecho a la ocupación de los lugares de trabajo como extensión del derecho a la huelga y dejó en claro su rechazo a la ley de inclusión financiera, la cual caracterizó como una “pérdida de libertad” que “pretende tener la huella financiera de cada oriental”. “Que muestren la cantidad de dinero incautado de la corrupción y el narcotráfico. Ni un peso, ni un peso”, gritó animado Cabrera y se ganó otra ovación.
En el final, ya cuando el calor le ganaba a la paciencia y más de uno susurraba que la lectura se había extendido demasiado, Cabrera pidió por una descentralización real de la distribución de los recursos y servicios, y volvió a hablarle a los precandidatos, pidiéndoles que la voz de “miles” sea escuchada, que presenten propuestas “claras y realizables” y que supieran que iban a estar atentamente escuchando y mirando lo que dicen y hacen, pero que no se iban a ir, ni esconder ni callar porque querían “un solo Uruguay”.
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