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Un uruguayo juega en Islandia y cuenta la locura mundialista de la isla
Saudárkrókur es una ciudad que está bien al norte del país que está bien al norte del globo, Islandia, y uno de sus 2.600 habitantes es uruguayo. Se trata de Santiago Fernández, quien juega de arquero en la Segunda división del fútbol de ese país defendiendo a Tindastóll.
Santiago jugaba en San Rafael de Ibiza de la Tercera división de España luego de haberlo hecho en Nueva Zelanda, pero tenía un receso de cuatro meses y para seguir en rodaje, pidió permiso para jugar en otro equipo y arregló en esa ciudad que fue colonizada por vikingos.
Aunque juega en un club de la Segunda de Islandia, este arquero uruguayo –quien comenzó su carrera en las inferiores de Defensor Sporting y luego jugó siete años en Deportivo Maldonado, para pasar a Boston River y Cerro Largo, en todos en la B–, es profesional y vive de su trabajo.
"Es cierto que acá en Islandia el fútbol es semiprofesional. Incluso en algunos clubes de Primera división, no se les paga sueldo a los jugadores. Pero en mi caso, yo soy uno de los que cobro en mi club", le explica a Referí.
Pero claro, hay de todo en el plantel. Tres de sus compañeros trabajan como deliveries del correo y otros lo hacen en distintas oficinas.
Está por comenzar el verano y el sol no se pone nunca. Es al revés del invierno en el que no se ve el sol, siempre es de noche.
Pese a que están casi en verano, la temperatura normal diaria es de 6 grados. "Hay días que hace 10 grados y ahí salgo a tirar cañitas voladoras de la felicidad", dice en broma.
Muchas canchas son de césped sintético y debajo, le ponen calefacción para que en invierno se derrita la nieve y se pueda jugar. Pero Santiago, en este verano que ya comienza en Islandia, no soporta el frío. "Cuando terminan los primeros tiempos, siempre salgo corriendo al vestuario y me doy una ducha de agua caliente", indica.
Pero lo más complicado de estos días para Santiago es poder dormir. Con el sol todo el día, es muy difícil. De repente son las 11 de la noche, y el sol da contra la ventana.
Según cuenta, "acá con un trabajo part time, se puede vivir como un escribano en Uruguay. El nivel de vida es buenísimo. La educación que tiene esta gente es impresionante".
Cuando su equipo es local, van 500 personas a verlos, un quinto de la población. Algo similar a lo que ocurrió con Islandia en su debut del Mundial de Rusia 2018 contra Argentina. Hubo fecha libre en el torneo y siete de sus compañeros aprovecharon para ir hasta Rusia a ver a su selección en un partido histórico, el primero islandés en las Copas del Mundo. Eran 30 mil islandeses en la cancha, un décimo de la población total del país. "La gente lo quiso vivir", dice Santiago. Por si faltara algo, el 99,6% que veía TV ese día, estaba mirando ese encuentro en la isla.
"Antes del partido, la gente estaba como loca. Todas las calles estaban llenas de banderas. El partido lo vi en un lugar en el que almuerzo. Había unas 20 personas. Cuando (Lionel) Messi erró el penal, pensaban que podían ganar. Pero la verdad es que disfrutan el solo hecho de estar en el Mundial y también jugar contra Argentina en su debut", explica.
Para Santiago, "había mucho escepticismo antes del partido porque nadie daba dos pesos por Islandia. En sus partidos de preparación había perdido ante Noruega y empatado con Ghana. Futbolísticamente, tiene similitudes con Uruguay porque es un combinado al que le cuesta proponer, pero son muy aplicados en el juego y marcan muy bien".
Más allá de esto, los aficionados "son muy centrados. Se trata de una sociedad muy culta con gente muy inteligente. Son respetuosos. Mirá que yo estuve en Nueva Zelanda que es impresionante en ese sentido, pero acá en Islandia, es mucho más aún".
Con el correr de los minutos del partido ante Argentina, la intensidad de los hinchas fue gradual, pero nunca perdieron la línea del respeto. Desde el notable rendimiento en la pasada Eurocopa, hay muchas más camisetas de la selección islandesa que de Messi, como se veía antes.
"Había dos turistas chilenos y nadie le tomó el pelo porque no estuvieran en el Mundial. Mi mejor amigo es argentino y que me perdone, pero yo hinchaba por Islandia. Me sentí identificado con ellos y hasta pudieron ganarlo en algún momento", cuenta.
Y agrega: "El gol de Islandia lo grité. Había gente con camisetas, otros con las caras pintadas y cuando finalizó el partido, terminamos todos abrazados. Incluso yo con una bandera. Es un recuerdo que me va a quedar a mí también".
Para Santiago, "esa fecha va a quedar marcada en el fútbol islandés para siempre, más allá de lo que pase con ellos en el Mundial de ahora en adelante".
Cuando terminó el partido, varios de los presentes se le acercaron sabiendo que es jugador de fútbol para preguntarle cosas que para ellos son inexplicables.
"Me preguntaban cómo se puede haber logrado un empate contra Argentina, cómo Messi había errado un penal. El penal marrado lo gritaron más que el gol de Islandia", recuerda.
Al finalizar el partido hubo alegría mesurada. Fue poco después del mediodía islandés y todos se fueron tranquilos a sus casas.
