No es fácil dejarla ir. Quizás por eso vinieron bien tantas funciones, tantos anuncios y despedidas. Quizás por eso durante más de diez minutos sólo sonaron aplausos en el auditorio Adela Reta. Y quizás por eso nadie intentó esconder las lágrimas. Nadie quería irse de allí y marcar el adiós definitivo.
Se retiró María. Se fue con Manon, su pieza soñada, la que tantas veces vio desde fuera del escenario y la que la mostró en su esplendor más absoluto, como una pluma en el escenario.
Afuera las puntas, abrazos con los bailarines, un champagne con Julio Bocca, flores de su hermana, un mini festejo con brazos en alto, un trago de la cerveza que le acercó uno de sus partenaires y se terminó.
El auditorio entero brindó con ella, le agradeció por tanta belleza, por tanta emoción, por tantos años compartidos, por hacer ella también que se volviera a hablar de ballet en Uruguay. Y que afuera se hablara del ballet de Uruguay. Por eso cuando recibió el premio Benois de la Danse en Moscú por su rol de Tatiana en Onegin fue una de las primeras cosas que dijo. “No es solo para mi, es para mi país”.
El saludo con Bocca fue especial. Su amigo, su mentor, el que la vio cuando otros no la veían. El que la sorprendió con la propuesta de bailar juntos cuando, tal como ella contó en entrevista con Seisgrados, jamás imaginó que sabría su nombre. Ella no deja de hablar de Julio, de sus propuestas, de cómo trabajó para cambiar el ballet uruguayo. De sus exigencias y de sus logros, y de cómo ahora el ballet es para todos. Y eso quedó plasmado en todas las últimas funciones en el auditorio. Allí no había solo público adulto. Decenas y decenas de niños disfrutaron de Manon, aplaudieron y se vieron reflejados en esos bailarines. Y quién sabe, quizás mañana algunos de esos niños estén sobre esas tablas.
Era la noche esperada y planificada por María desde hacía mucho tiempo. Desde que se lo dijo a su hermana, cuando su padre no quería ni escuchar hablar de que quería dejar de bailar. Su hermana le dijo lo que necesitaba escuchar. Era solo animarse y tomar la decisión. Y entonces lo anunció, a principio de año, en una conferencia de prensa que parece que hubiera sido hace una vida. María se retiraba y todo eran preguntas, tristeza, incertidumbre, un vacío difícil de llenar. Pero ella no lo vivía así. Sentía que era su momento, que ya había hecho todo lo que la había hecho feliz en el escenario, que era momento de dar el paso. Después se supo que sería la coordinadora académica del ballet del Sodre y entonces fue como tenerla un rato más.
Allí en medio de su familia, amigos, bailarines, fanáticos, amantes del ballet, estaba la vicepresidenta electa, Beatriz Argimón, las autoridades entrantes y salientes de Educación y Cultura, Pablo da Silveira y María Julia Muñoz, que conversaron, se divirtieron y aplaudieron sin pausa, y también estuvieron allí todas las autoridades del Sodre. Todos saben lo que significa esta despedida.
“Voy a extrañar el escenario. El escenario es mágico. Lo que me pasa ahí arriba sé que no me va a pasar en ningún otro lado. Es a lo que más le tengo miedo: a olvidarme de esa sensación. Ahora me pasa que estoy en el escenario, miro para arriba y veo un foco de luz y me digo a mí misma ‘miralo bien porque no vas a estar más acá’”, decía María a El Observador un par de meses atrás. En la noche de este sábado el escenario y el público le regalaron una noche que seguro no va a olvidar.
El nuevo camino de María comienza en pocos días, cuando comience la tarea de coordinar la sección ballet de las Escuelas de Formación Artística del Sodre. Ante la posibilidad de que sea un primer paso en el camino de asumir la dirección del ballet del Sodre a futuro, María fue clara. "Esto va a ser una preparación para muchas cosas. En este momento tengo la cabeza en esto. Si después más adelante se me presenta estar en ese lugar ojalá tenga la fuerza, las ganas y la inspiración para hacerlo. No le pongo techo. Ojalá la vida me dé para hacer un montón de cosas por la cultura en este lugar. Quiero hacer que la cultura siga creciendo, que las puertas estén abiertas para todos los bailarines del mundo, pero sobre todo uruguayos".
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