Silvia Amodio llegando a la meta del Marathon Des Sables, en el desierto del Sahara

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Una uruguaya en el fuego de Badwater

La “carrera más dura del mundo” tendrá por primera vez a una uruguaya: Silvia Amodio, madre de Jayson Granger, incansable ultramaratonista que va por otro desafío extremo bajo el sol de California
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30 de marzo de 2019 a las 05:04

Para clasificar, los corredores deben tener un curriculum deportivo con marcas clasificatorias en carreras de largo aliento reciente y además deben completar un exigente cuestionario evaluado por un tribunal de la prueba.

Correr la Badwater 135 no es para cualquiera. La autoproclamada “carrera más dura del mundo”, por las rutas del infernal desierto de California, solo tiene 100 cupos para cubrir la demanda de los más arriesgados ultramaratonistas del mundo.

Este año, entre ese centenar de corredores que largará la 42ª edición de la carrera, por primera vez estará la bandera uruguaya, representada por Silvia Amodio, la intrépida atleta que a sus 57 años irá por un nuevo desafío extremo.

Así es la Badwater: recomiendan correr por las líneas de la ruta para no derretir los championes

Como si no fuera poco haber completado los 246 kilómetros del Spartathlon, siendo la primera uruguaya en lograr esa proeza y beber agua de la fuente de Filípides, como todos los que la finalizan en sus menos de 36 horas, además de conquistar otras pruebas extremas, la ultramaratonista buscará más gloria en Badwater.

Una prueba selecta

Desde Málaga, a donde se mudó el año pasado luego de estar varios años residiendo en otras ciudades de España, Silvia contó a Referí cómo logró el boleto a esta carrera, la cual tenía en mente desde hace tiempo pero que una lesión postergó para 2019.

“Es una carrera que se realiza en California, son 135 millas (217 kilómetros), y la característica de la carrera es que sale del punto más bajo de Estados Unidos, la cuenca de Badwater, recorre el Valle de la Muerte, y llega al punto más alto de Estados Unidos que es el Monte Whitney, con una altitud de más de 4.000 metros”, contó al explicar lo que le espera.  

“Para clasificar hay tres formas. Una es ser un veterano de Badwater, haberla corrido desde 1987, que es cuando comienza y haber hecho una prueba de ultradistancia extrema en los últimos 18 meses; la segunda es correr tres carreras de 100 millas en los últimos 18 meses; y la otra manera es correr la BR 135 en Brasil y otra ultra maratón importante”, explicó.

Silvia optó por correr la BR 135 en el mes de enero, que al igual que la Badwater tienen un recorrido de 17 kilómetros.

En la prueba brasileña el tiempo máxima para completarla era de 60 horas, pero quienes querían clasificar a la carrera californiana debían correrla por debajo de las 48 horas. Silvia la completó en 43 horas y 40 minutos.

Con esa marca, más una carrera de 100 millas que el año pasado hizo  en Noruega, tenía gran parte del camino allanado, pero aún quedaba una prueba teórica.

“Hay que llenar un cuestionario que es muy complicado, con preguntas en inglés, que yo las pude hacer gracias a un compañero de Uruguay, Ricardo. Son 30 preguntas que hay que contestar detenidamente”, indicó. “Luego, es analizado por separado por los integrantes del comité que le dan una puntuación de 0 a 10 por cada pregunta. Los primeros 90 de mayor puntación son los elegidos y luego 10 son invitados por el director de la carrera, Chris Kostman. De ahí salen los 100 competidores de cada año”, agregó.

Las zapatillas se derriten

La confirmación de que estaba seleccionada fue motivo de alegría para Silvia y para sus amigos de la comunidad ultra uruguaya.

Desde hace semanas comenzó su preparación para la prueba que se correrá a mediados de julio.

La competencia tiene una exigencia más: la autosuficiencia. La organización no les brinda nada a los participantes y cada uno de ellos debe contar con su propio equipo para que lo acompañe y lo asista, con comida, agua y todo lo demás, a partir del kilómetro 60.

“Estas carreras extremas son todas muy duras”, agregó la uruguaya, quien destacó que el principal factor de Badwater es el calor. “De día, a la sombra, la temperatura puede llegar a 55° y por la noche a 40°. Por eso dicen que hay que correr por la línea blanca de la ruta, que es donde las zapatillas no se te llegan a derretir (ver foto principal)”, comentó, mientras espera el verano europeo para entrenar con picos de calor.

Si bien, reconoce, cada carrera es diferente, ella ya ha pasado por condiciones adversas en otra pruebas. En 2017 completó el Marathon des Sables, 250 kilómetros de autonomía total por el Sahara. “Por deshidratación sufrí una lesión bastante grande en articulaciones de la rodilla que me tuvo un año fuera”, contó la atleta que es madre del basquetbolista Jayson Granger.

Amodio en la llegada de la Khardung La Challenge, en India

El año pasado regresó, se preparó y se fue a India a correr la Khardung La Challenge. “Es la ultramaratón más alta del mundo. Se realiza en la carretera transitable más alta del mundo, la Khardung La, sobre 4.000 metros de altura, llegando a 5.300 metros”.

Con toda esa experiencia en sus pies, Silvia ya vive Badwater.En el cuestionario de la carrera le preguntaron qué significaba para ella estar en la largada. “Tengo 57 años, tengo una larga trayectoria”, escribió en su respuesta. “Soy una persona que cuando se pone un objetivo trabaja duro y muy responsable con ello. Para mí, esto es un premio a mi trayectoria deportiva”, respondió la uruguaya que hará historia.

 

UN ORGULLO Y UN PRIVILEGIO
“Esto me convertiría, si logro completarla, en la única latinoamericana que en los últimos cuatro años totalizó cuatro de las maratones más extremas que son Spartathlon, Marathon de Sables, BR 135 y Badwater. Eso es muy importante para mí”, contó Amodio.
PRIMERA URUGUAYA EN BADWATER
“Ser la primera uruguaya es un gran orgullo y sobre todo una gran responsabilidad. Me siento muy privilegiada, no solamente porque a esta altura de mi vida puedo seguir compitiendo en estas carreras emblemáticas, porque mi físico lo permite. Y también me siento una privilegiada porque son carreras muy caras, porque es cara la inscripción, el boleto a Estados Unidos y el equipo de apoyo que necesitas, que si bien hay muchos que se ofrecen y se pagan el billete para llegar ahí, porque les sirve para poder a optar a una de las 100 plazas el año siguiente, pero el tema de hoteles, coches, comida, todo corre por tu cuenta. Por eso me siento privilegiada”, dijo.

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