El secretario general de la ONU, António Guterres, en su visita a un campo de refugiados de Somalia

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Uno de cada dos somalíes dependerá de la ayuda internacional durante este año por la sequía

La crisis hídrica, la peor de las últimas cuatro décadas, acabó con el ganado y los cultivos. Casi 2 millones de personas debieron abandonar sus hogares en busca de agua y alimentos
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12 de abril de 2023 a las 11:12

Uno de cada dos somalíes necesitará ayuda humanitaria durante este año debido a la peor sequía de las últimas cuatro décadas, advirtió el secretario General de Naciones Unidas (ONU), Antonio Guterres, en el marco de una rueda de prensa conjunta que brindó con el presidente del país, Hassan Sheikh Mohamud.

Se trata de al menos unos 8,3 millones de personas las que, según alertó el jefe de la ONU, dependerán de lo que calificó como un “apoyo internacional masivo” para superar la crisis alimentaria.

“Aunque los somalíes prácticamente no han contribuido a la crisis climática, se encuentran entre sus principales víctimas”, destacó Guterres desde Mogadiscio, la capital del país, al tiempo que recordó que las emisiones de gases contaminantes por parte de Somalia sólo representan el 0,003% de las emisiones globales.

La visita de Guterres, que cada año viaja durante el Ramadán a un país musulmán, se produce después que la ONU pidiese a la comunidad internacional en febrero pasado US$ 2.600 millones para responder a las necesidades humanitarias de Somalia y cuando apenas consiguió recaudar el 15% de la suma requerida.

Cinco temporadas sucesivas de lluvia fallidas en amplias zonas del país, como así también en Kenia y Etiopía, han provocado la peor crisis hídrica en cuarenta años, acabando con el ganado y los cultivos, y obligando a no menos de 1,7 millones de personas a abandonar sus hogares en busca de alimentos y agua.

Aunque las oenegés que trabajan en el territorio informan que no se han alcanzado los umbrales de hambruna, la ONU ha advertido que la situación es de extrema fragilidad. Además, las lluvias estacionales de marzo provocaron inundaciones que mataron a 21 personas y desplazaron a más de 100.000.

“La visita confirma que la ONU está totalmente comprometida a apoyar nuestros planes para la construcción del estado y la estabilización del país”, dijo el presidente Mohamud, quien destacó el conflicto que enfrente al ejército del país con el grupo Al Shabab, la organización yihadista salafista vinculada con Al Qaeda que lucha por la creación de un califato somalí.

“Confiamos en que el pueblo somalí podrá superar los problemas y desafíos que todavía enfrenta mediante la culminación de la liberación del país y la reconciliación”, dijo Guterres, al tiempo que destacó el doble desafío que supone para el gobierno “lidiar con las dificultades humanitarias al mismo tiempo que combate una grave amenaza del terrorismo”.

“Esta combinación de terrorismo y sequía, causada en gran parte por el cambio climático, crea una tormenta perfecta para el pueblo de Somalia y requiere un apoyo masivo de la comunidad internacional”, agregó Guterres durante su visita al campamento para desplazados internos en Baidoa, en el suroeste del país.

El Ejército somalí, apoyado por sus aliados, ha recuperado desde agosto pasado un tercio de los territorios ocupados por el grupo yihadista, según informó en marzo pasado el embajador de Estados Unidos, Larry André. Sin embargo, Al Shabab sigue controlando zonas rurales del centro y sur, al tiempo que suele cometer atentados en Mogadiscio y ataca a países vecinos, como Kenia y Etiopía.

El país vive en un estado de guerra y caos desde 1991, cuando fue derrocado el dictador Mohamed Siad Barre, lo que dejó a Somalia sin un gobierno efectivo y en manos de milicias islamistas y señores de la guerra. “La comunidad internacional ha estado distraída en relación con el drama del pueblo de Somalia”, afirmó Guterres.

Por lo pronto, las agencia humanitarias temen que la actual sequía, sumada a la inseguridad que afecta las operaciones de ayuda, dispare un escenario similar al registrado en 2011, cuando una hambruna mató a 260.000 personas, más de la mitad de ellas niños y niñas menores de seis años, en parte porque la comunidad internacional no actuó con la suficiente rapidez. Situación que el año pasado provocó la muerte de 43.000 somalíes, casi todo ellos menores.

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