En particular, el estudio analizó seis de estos productos: manzanas, tomates, zanahorias, cebollas, morrones y papas, que explican el 1,5% del IPC y algo más del 40% de la canasta de frutas y verduras. Se trata de alimentos que se producen en Uruguay con altos volúmenes, alto consumo y con precios muy volátiles “que pueden tener que ver con características de la producción local o un canal de importaciones que funciona poco”, según expresó el economista Alfonso Capurro.
Foto: Leonardo Carreño.
¿Qué pasaría con libre importación?
El análisis realizado permite afirmar que, en general, los precios mayoristas de frutas y verduras son mayores en Uruguay que en Brasil.
También sostiene que los mecanismos de “protección” a productores locales hacen que las importaciones de estos productos sean puntuales y en los períodos en que se registran problemas de oferta. Cuando se concretan, estas provienen fundamentalmente de Brasil y Argentina, y en menor medida de mercados como Chile y la Unión Europea.
Para estimar cual sería el efecto de permitir la libre importación de papas, cebollas, zanahorias, tomates y manzanas desde Brasil se construyó un Índice de Precios al Consumo (IPC) simulado, en el cual, cuando los precios son menores en Brasil se activa el canal teórico de importaciones y se utiliza el precio de referencia de ese país y en caso contrario se mantiene el de Uruguay.
La investigación concluyó que eliminar las barreras para la importación podría implicar una reducción promedio de 0,6% en el IPC y de 2,4% en el índice de Alimentos y Bebidas.
Según Capurro, la apertura de importaciones para estos productos “generaría una mejora en el bienestar de los consumidores”.
“Naturalmente, dado todo lo demás constante, los productores y los trabajadores de la producción de frutas y verduras en Uruguay, se verían perjudicados”. Este sector en su conjunto emplea a aproximadamente 20.000 personas de forma directa, de las cuales una parte significativa trabaja en explotaciones familiares, según el estudio.
Capurro también señaló que en el documento no se realiza un análisis desde la óptica del bienestar general, sino que se lleva a cabo un análisis parcial enfocado en precios. De este modo, no se analiza cuantitativamente en qué medida el equilibrio actual constituye un óptimo social, explicó.
Foto: Leonardo Carreño.
¿Uruguay es más caro respecto a otros países?
Otra de las investigaciones realizadas por el Centro de Estudios para el Desarrollo (CED) tomó como eje central los desvíos a la Ley de un Solo Precio (LOP, por su sigla en inglés) en Uruguay.
La ley de un sólo precio establece que en un mundo “sin restricciones” los precios de productos idénticos serían iguales en todas las ubicaciones geográficas, y que si hubiera diferencias la propia oferta y demanda debería igualarlos.
Entre sus conclusiones principales, el trabajo da cuenta que Uruguay sería 27% más caro que el promedio de 43 economías (desarrolladas y emergentes). En ese sentido, da cuenta que los mayores desvíos ocurren en mercados con alta oferta de productos importados como alimentos (55% más caro en promedio), higiene y artículos de limpieza (+58%) y en informática y electrónica (+43%).
Según el CED, estas diferencias de precios persistirían en el tiempo más allá de la volatilidad cambiaria, reafirmando la hipótesis de que responderían más a un efecto país (microeconómico o de condiciones de mercado) que cambiario (macroeconómico o de precios relativos).
Al cuantificar el impacto sobre el bienestar, una eliminación de desvíos en 47% de la canasta del IPC uruguayo implicaría una rebaja de 1,2 puntos porcentuales. El mayor efecto provendría de productos de higiene personal, alimentos y electrónica, con fuerte impacto regresivo dado la proporción del gasto de estos productos según deciles de ingreso, explica el estudio.
Entre los potenciales determinantes de los desvíos, el trabajo identifica que mayores regulaciones laborales, mayor rigidez salarial, percepción de altos impuestos por parte de firmas, dependencia de insumos importados y prevalencia de barreras no arancelarias se correlacionan positivamente con desviaciones a la LOP.
Importados con márgenes superiores a 50%
Leonardo Carreño
Otro capítulo de la investigación estudia mercados específicos de bienes de consumo final con baja o nula producción nacional. Allí se encontraron niveles de concentración que oscilan entre moderados a altos, con márgenes de comercialización (calculados como la diferencia entre el precio de venta al público y el precio de importación, y expresados en términos del precio de venta al público) generalmente superiores al 50% y menor intensidad competitiva relativa a otros países.
Para el caso de los alimentos, en el café los mismos se ubicarían entre 38% y 75% según la marca, en la mayonesa en torno a 73%, en el pan de molde cercano a 64%, mientras que en las galletas en torno a 70%.
En el rubro de productos de higiene personal se ubicarían para el desodorante entre 79% y 84%, para la pasta de dientes entre 50% y 66%, para el champú entre 45% y 89%, para el jabón entre 61% y 85%, y para el papel higiénico entre el 50% y 67%. En el rubro electrodomésticos y electrónicos se hallaron márgenes de comercialización para el refrigerador de entre 66% y 75% y para teléfono celular en torno al 31%.
Según el CED, márgenes más estrechos pueden indicar una mayor competencia y una distribución más eficiente, mientras que márgenes más amplios sugieren mayor poder de mercado y su persistencia indicaría posibles barreras a la entrada o restricciones para nuevos participantes, dice el trabajo.
En el caso de bienes donde la producción nacional es inexistente como en el desodorante, pasta de dientes, champú, refrigeradores y celulares, los márgenes de comercialización pueden ser el correlato del nivel de competencia a lo largo de la cadena vertical, como de las preferencias y percepciones de los consumidores que vuelve más (o menos) elástica su demanda, dice la investigación.
Además, el trabajo da cuenta que en zonas geográficas con ingresos promedio más altos, los márgenes tienden a ser mayores. También da cuenta que los productos importados tienen márgenes de comercialización más altos que los de producción nacional. Por su parte, el margen de comercialización de los bienes importados en la frontera es menor, dando cuenta del efecto de la competencia en la frontera, explican los economistas Deborah Eilender, Agustín Iturralde, Flavia Roldán e Ignacio Umpiérrez.
*En esta nota se presenta solo un resumen con los principales aspectos de las investigaciones publicadas en el sitio web del Banco Central.