Uruguay es un tradicional exportador de lana, carne, animales en pie, pieles, grasa de lana y otros productos que conforman el rubro ovino. Además, desde hace unos 15 años, exporta esquiladores y en una cantidad cada vez mayor. Cada año viajan más de 300 jóvenes –sobre todo a España– a trabajar en la denominada contrazafra, en meses en los que en Uruguay no se produce la cosecha de vellones.
En Uruguay lo habitual era que fuera de la zafra los esquiladores consigan trabajos como peones, en algún caso con base en alguna habilidad como alambrar. Pero quienes apuestan a viajar y trabajar todo el año esquilando acceden a un pago superior, en casos el doble o más de lo que podrían obtener si se quedaran en el país alternando la labor de esquila con otra tarea.
A los españoles les gusta mucho contratar a los uruguayos, porque estos cumplen con algunos requisitos fundamentales, como el buen comportamiento –por ejemplo no generan problemas por consumo de alcohol y/o drogas– y el conocimiento sobre Tally Hi, una técnica de esquila que prioriza el bienestar animal y, a la vez, una mejor calidad en la obtención del vellón.
También incide que mientras en Europa la mayoría esquila con la oveja atada, con poco control del animal que es apretado, la esquila “uruguaya” es más amigable con el ovino.
Carlos Piovani, coordinador nacional de esquila del Secretariado Uruguayo de la Lana (SUL), explicó que por esas razones los europeos liberan permisos de trabajo, porque la aptitud de los uruguayos es el tipo de esquila que les gusta.
En diálogo con El Observador, contó que todo comenzó cuando un instructor vinculado al SUL–que tenía un primo en Mallorca–comenzó a viajar para esquilar. Eso se extendió y comenzaron a venir contratistas a Uruguay y se llevaban al inicio de 10 a 12 esquiladores cada uno. En ese marco, el SUL comenzó a facilitar contactos para que fueran más trabajadores, porque en Uruguay había menos trabajo para los esquiladores.
“La contrazafra encaja muy bien: se van en marzo y vienen a fines de junio”, dijo. Añadió que eso benefició a muchos jóvenes, que se capacitaron para aprovechar la oportunidad de ir a trabajar y conocer otro país. Esa realidad ambientó que en las escuelas de esquila se fuera formando un elevado número de esquiladores.
También hay quienes viajan a Estados Unidos, aunque en un porcentaje mucho menor –entre 20 y 30 personas–. En ese caso los contratistas seleccionan a una elite de esquiladores procedentes sobre todo de Baltasar Brum (Artigas) y de Colonia Lavalleja (Salto). Uno de esos casos fue el de Richard Alexis Baldassari (ver recuadro).
Al comienzo se llevaban a los esquiladores premium, a los mejores, pero en los últimos años la demanda aumentó y pueden viajar los que no son tan destacados.
Se estima que cada uno llega a esquilar de 10 mil a 12 mil ovejas en una zafra. Sin embargo, cuando hay menos traslados y donde las ovejas tienen menos volumen de vellón, los más capaces llegan a esquilar de 15 mil a 20 mil.
En general, los contratos de trabajo son por tres meses. Se exige un certificado médico y un carné de aptitud física realizados por médicos uruguayos, con la autorización de la Embajada española. Esa documentación se envía a España y si todo está en orden, se otorga el contrato para viajar. Emigran entre marzo y la primera quincena de abril y vuelven en junio y algunos en julio.
Por complicaciones en el clima uruguayo, los productores tienden cada vez más a adelantar la fecha de esquilas preparto. Antes era entre julio y agosto, pero hoy hay más esquilas en junio, época en la que no hay casi esquiladores en el país, pero sí aprendices.
A modo de ejemplo, el año pasado, en las máquinas grifa verde (las que permiten la máxima calidad de cosecha y acondicionamiento de lana), esquilaron unos 470.
Este año se fueron más de 300 al exterior, por lo que más de la mitad hoy no está en Uruguay y esa diferencia se hace sentir.
“Esa es la única desventaja que se ha generado”, lamentó Piovani. “Tenemos unos 15 o 20 días de falta de esquiladores porque están en el exterior”, acotó.
Rodrigo Rocha tiene 22 años, es de Villa del Rosario (Lavalleja) y realizó el bachillerato agrario. Hace tres años que viaja a Zamora y la primera vez lo hizo porque unos compañeros le consiguieron una vacante. Actualmente la empresa lo llama directamente para trabajar. “Acá no hay horarios ni días libres”, advirtió en diálogo con El Observador desde España.
Hizo hincapié en que la gran mayoría de los esquiladores prueban suerte en otros países, por una cuestión salarial. En el exterior las jornadas laborales “rinden más”, porque no se pierden días y se trabajan muchas horas. Lo hacen desde las 7 de la mañana hasta las 20, aunque hay jornadas que siguen hasta las 22 o 23. Luego, afrontan un viaje de dos horas hasta el hotel.
“Así es todos los días, aunque llueva igual. Acá no perdés días. Siempre se esquila. Además no tenemos en qué gastar, no tenemos días libres y el dinero rinde mucho más. Se trabaja más, pero rinde más. Trabajamos de 12 a 14 horas por día, a veces más”, confesó.
Hizo referencia a que la mayor diferencia entre la esquila uruguaya y la española es que en la segunda la lana no se acondiciona. Además, comentó que otra diferencia está en que cada esquilador debe manejar todas sus cosas, como afilar o agarrar la oveja.
Sin embargo, precisó que no todo es color de rosas. “Se hace medio difícil acostumbrarse porque todo es diferente, las comidas por ejemplo. Se trabaja mucho más con respecto a cuando hacemos la esquila en Uruguay”, aseguró.
Federico Ventura tiene 25 años y esquila desde los 15. Durante un año manejó la enfardadora y no le gustó. “Miraba como esquilaban. Siempre me daban para que terminara la última oveja de los cuartos. Hasta que fui aprendiendo, aprendiendo y aprendiendo. Un día esquilé una oveja en un día entero”, contó.
Pero no bajó los brazos, realizó el curso de esquilador en Sarandí del Yí para profesionalizarse y llegó a España gracias a un técnico del SUL, Carlos Silvera, quien se encargaba de reunir el personal.
“Andaba en la máquina donde él estaba, le gustó como esquilaba y me invitó. Y aquí estoy. Hace cinco años que vengo”, indicó.
Piovani, finalmente, mencionó otro factor que seduce a los españoles a contratar mano de obra uruguaya: su versatilidad. Los esquiladores locales se adaptan a condiciones que no son las que tienen aquí. Por ejemplo, allá hay una menor infraestructura, por ejemplo en mangas, bretes, tubos, corrales y galpones.
Además, el tipo de ovino en España es más grande, de razas carniceras y/o lecheras y con menos lana por ejemplar.
El esquilador uruguayo es eficiente y eso explica que cada vez sean más los que emigran, “para hacerse la Europa”.
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