Uruguay, un faro de la libertad de prensa

Se trata de un acontecimiento internacional de una larga tradición, desde que la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el 3 de mayo como el Día Mundial de la Libertad de Prensa, hace ya 29 años.

Habla por sí solo que un organismo internacional que vela por el respeto a la libertad de prensa y a la libertad de expresión, haya aceptado organizar su reunión más emblemática en Uruguay y nada menos que para analizar la tragedia del periodismo “bajo asedio digital”. 

Es por eso que nos tiene sin cuidado la caída llamativa del país en el ranking de Reporteros Sin Frontera –que sus responsables justificaron por un cambio en los indicadores que se utilizan para medir la libertad de prensa–, un problema, en todo caso, de la propia organización. 

No hay manera de fundamentar una baja de la libertad de prensa, en un país que es reconocido como una de las democracias más sólidas de la región por la fortaleza de sus instituciones y la vigencia del estado de derecho. 

Lo relevante, entonces, es que, durante tres días, Uruguay fue el duomo de la libertad de prensa y de expresión, en donde referentes internacionales, periodistas y activistas de organizaciones de la sociedad civil analizaron las malas circunstancias para el ejercicio del periodismo profesional.

En las reuniones se comentaron la gravedad de los ataques que sufren los periodistas en buena parte del mundo, desde el acoso digital, pasando por detenciones arbitrarias hasta el caso extremo del asesinato por el hecho de destapar una verdad.  Y la desmemoria de muchos gobiernos que  pretenden silenciar el buen periodismo mediante restricciones como la censura o la clausura de medios.  

Asimismo, se habló de las dificultades que enfrentan los medios de comunicación libres e independientes: una economía de la atención superpoblada, modelos de negocio tradicionales en crisis y un ecosistema digital dominado por las principales compañías de internet, los “nuevos guardianes”, según una definición reciente de la propia Unesco.

“Nuevos guardianes” que han multiplicado las voces, y por lo tanto, ha fomentado una pluralidad muy apreciada en una democracia.  Pero, a la misma vez, han sido una carretera muy bien pavimentada para la circulación  de las fake news, un veneno que corroe los cimientos de la convivencia social y contamina los debates de la esfera pública sobre los asuntos públicos.

Uruguay se convirtió en un poderoso faro que iluminó el camino del periodismo como un bien común: un servicio esencial que debería estar disponible para todos los ciudadanos sin excepción, un concepto que promueve la Unesco.

Es que el periodismo es una piedra fundamental en una democracia, si brinda información de calidad, basada en hechos; y ello requiere de condiciones políticas y económicas.  

Y también que no solo se escuchen las voces de los periodistas, de los propios medios o de un organismo internacional. Es necesario que  se involucre la sociedad civil, pues, el buen periodismo, nos favorece a todos.