Veredicto de Theranos es una advertencia para los empresarios fracasados

Un jurado de San Francisco declaró el lunes 3 a la fundadora de Theranos, Elizabeth Holmes, culpable de conspiración para defraudar a los inversionistas de su empresa "startup" de análisis de sangre y de tres cargos de fraude electrónico. Holmes, quien abandonó la Universidad de Stanford antes de concluir sus estudios, atrajo a los inversionistas con la promesa de revolucionar la atención sanitaria mediante la realización de múltiples análisis de sangre a partir de una sola gota de sangre. Pero la valoración de US$ 9 mil millones de la compañía se desplomó después de que surgieron dudas sobre su tecnología en 2015.

Este veredicto resonará en la comunidad tecnológica y de inversión, como debe ser. Las nuevas salidas a bolsa en EEUU recaudaron la cifra récord de US$ 316 mil millones el año pasado, pero muchas de las compañías ya tienen dificultades para cumplir las altísimas expectativas. El juicio de Holmes brinda una dura lección sobre lo que no se debe hacer.

Aunque los empresarios suelen prometerles a los inversionistas la luna y después no cumplen, Theranos se dedicó a engañar abiertamente. Holmes admitió en el estrado que había manipulado documentos para colocar los logotipos de las compañías farmacéuticas y que su máquina "Edison" sólo podía realizar 12 tipos de pruebas, a pesar de que ella afirmó públicamente que podía realizar más de 200.

Los juicios por fraude contra ejecutivos de empresas estadounidenses han sido escasos en los últimos años. Algunos le atribuyen a la reforma de contabilidad empresarial Sarbanes-Oxley — adoptada a raíz de una serie de escándalos a principios de la década de 2000 — la mejora de la precisión de los informes de las empresas públicas. Otros sostienen que el Departamento de Justicia no les ha prestado atención a los delitos de cuello blanco, algo que el presidente Joe Biden ha prometido revertir.

En cualquier caso, las compañías tecnológicas, sobre todo las que aún no le han vendido acciones al público, han gozado históricamente de un mayor margen de maniobra en sus promesas, incluso cuando las valoraciones se disparaban hasta los miles de millones. Ahora algunas de esas superestrellas han caído a la tierra y se acerca un ajuste de cuentas. El exdirector ejecutivo de Nikola, Trevor Milton, será juzgado por fraude delictivo en abril, por haberles mentido a los inversionistas sobre la tecnología de la compañía de camiones eléctricos.

Al ser una mujer fundadora, algo poco común, y buscar deliberadamente comparaciones con Steve Jobs de Apple, Holmes conquistó una junta directiva repleta de estrellas y atrajo la atención de los medios de comunicación tanto por su ascenso meteórico como por su dramática caída.

Pero este resultado no fue producto de un juicio apresurado: los veredictos de culpabilidad se produjeron tras un juicio de 15 semanas y más de 50 horas de deliberación. Los empleados de Theranos testificaron sobre la brecha entre sus afirmaciones y la realidad, mientras que los inversionistas describieron sus hipnotizantes discursos en busca de financiación.

Al jurado no le convencieron los esfuerzos de Holmes por desviar la culpa hacia otras personas de la compañía, entre ellos el expresidente Ramesh Balwani, al que acusó en el estrado de abusos mentales y físicos.

Se espera que Holmes apele, un proceso que podría durar años. Pero el veredicto dividido le dificultará más alegar que fue injustamente utilizada como chivo expiatorio. Los miembros del jurado rechazaron íntegramente los intentos de responsabilizarla por los pacientes que recibieron resultados erróneos en los análisis de sangre.

Parece que tomaron en serio la instrucción del juez de que las acusaciones de los pacientes requerirían que ellos dictaminaran que Holmes había persuadido a los clientes para que utilizaran sus pruebas en lugar de un laboratorio tradicional. Los miembros del jurado tampoco llegaron a un veredicto sobre tres cargos relacionados con los inversionistas que invirtieron incluso después de que Holmes rechazó sus peticiones de información adicional.

Algunos apologistas ya están diciendo que Holmes debería librarse de la cárcel porque ya ha sido suficientemente castigada. Eso es ridículo. Los privilegiados que utilizan sus conexiones y credenciales para robar hacen tanto daño a nuestra sociedad como los que emplean métodos más burdos.

También hay una escuela de pensamiento que opina que las duras sentencias por fraude empresarial disuadirán a otros empresarios o les dificultarán demasiado a las personas talentosas reinventarse tras el fracaso. Esto también es exagerado.

Los inversionistas confían fácilmente en las personas en las que creen. No hay más que ver al cofundador de WeWork, Adam Neumann, que se vio obligado a dejar el cargo de director ejecutivo cuando la oferta pública inicial de la comunidad de trabajo coordinado fracasó. Fue acusado de arrogancia y exageración, pero no de malversación. Esta semana se supo que se está reinventando como propietario de apartamentos, con planes para revolucionar el mercado de las viviendas de alquiler.

En los últimos años, miles de empresas "startup" tecnológicas han impresionado a los inversionistas para que inviertan en ellas, y algunas de ellas inevitablemente resultarán decepcionantes. La condena de Holmes es una advertencia oportuna de que hay una diferencia crucial entre el optimismo halagüeño y el fraude descarado.