Marcelo Umpiérrez

Vivir en Punta del Este, pero trabajar en Brasil: la elección de brasileños que se radican en Uruguay

Rubem, Marcia y Pedro son solo tres ejemplos de brasileños que decidieron instalarse junto con sus familias en el balneario esteño, pero que mantienen sus trabajos del otro lado de la frontera

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12 de agosto de 2021 a las 12:51

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Mucho se habla de los argentinos que eligen radicarse de forma definitiva en Uruguay, especialmente en Punta del Este y sus zonas aledañas, pero poco se sabe de la comunidad de brasileños que se ha formado en el departamento de Maldonado y que se estima que crecerá al finalizar la pandemia.

La mayoría proviene de los estados del sur de Brasil y ven en Punta del Este un lugar seguro, tranquilo y con buena oferta académica para criar a sus hijos y hacer un cambio de vida.

Rubem Lang, Marcia Alves y Pedro Bordini son tres ejemplos de profesionales que decidieron instalarse en Uruguay y que comparten otra particularidad: sus trabajos se desarrollan en Brasil.

El cirujano

Rubem Lang es cirujano plástico hace casi veinte años y propietario de una clínica estética que lleva su nombre en Porto Alegre, ubicada en el complejo Blanc Hospital, donde recibe a pacientes de diferentes partes del mundo para operaciones estéticas.

Él y su esposa Roberta siempre tuvieron un vínculo especial con Punta del Este, al punto que en 2005 decidieron casarse allí, en el hotel Las Cumbres y ser veraneantes recurrentes del balneario. En febrero de 2018 en una reunión con amigos argentinos, uruguayos y brasileños la charla derivó en la idea de hacer un cambio de vida y probar por un año mudarse a Uruguay.

“Porto Alegre tuvo un cambio muy importante en los últimos años en cuanto a seguridad: era una ciudad muy tranquila y cambió mucho. Nosotros andábamos en auto blindado y es una cosa que se volvió más usual”, cuenta Lang.

Rubem Lang junto a su familia.

Con dos hijas pequeñas (8 y 11 años), el matrimonio se acercó al colegio International College ese verano del 2018 para conocer la propuesta y planear la transición familiar. “Nos encantó y a las chicas también”, por lo que la decisión de mudarse se materializó ese mismo año. Alquilaron un apartamento en la misma torre en la que habitualmente veraneaban, anotaron a las chicas en el colegio y comenzaron su nueva vida.

Pero Lang nunca dejó de trabajar en Brasil. “Como tengo la clínica allá, los viernes me vengo a Punta del Este y el lunes retorno a Porto Alegre. Como soy cirujano plástico, tengo posibilidad de coordinar mi agenda, ya que no son emergencias”, dice.

Ese primer año piloto en Uruguay fue un éxito y decidieron prolongar la experiencia. Ahora planean comprar una propiedad y Lang comenzará los trámites de revalidación de su título como médico para poder ejercer en el país.

Con la pandemia y la cancelación de vuelos diarios a Porto Alegre desde Montevideo, las idas y vueltas le fueron más complicadas al profesional, pero mantuvo la rutina de vivir en los dos países a la vez.

“Como conozco Punta del Este desde hace muchos años, noté un cambio importante en el último tiempo: cada vez hay más extranjeros, no solo brasileños y argentinos, sino europeos y americanos que buscan calidad de vida”, dice el médico, quien ha recibido consultas de amigos y hasta de desconocidos en su tierra natal sobre cómo es vivir en la ciudad, para definir si mudarse o no. “Hay abogados, médicos, entre otros, que quieren hacer lo mismo que hago yo, quedarse un fin de semana largo y trabajar de lunes a jueves en Brasil. El tema de la pandemia lo frenó un poco, pero la gente no se deshizo de la idea”, agrega.

Lang reconoce que el costo de vida en Punta del Este es más caro que en Porto Alegre, pero asegura que “se gana por otros lados”, como por ejemplo, que “no hay que andar en auto blindado”.

La idea del cirujano a futuro es abrir una sucursal de su clínica en la ciudad, proyecto que tenía previsto desde antes de la pandemia y que incluso tenía conversado con Mauricio Levitin —fallecido en enero de este año—, quien era director de Altius Group, para instalarse en el complejo Atlántico Punta, negociaciones que tiene pendiente retomar.

La abogada

Ya hace ocho años que Marcia Alves se mudó junto con su esposo y sus dos hijos a la península en busca de un cambio radical. Trabajaba entre 10 y 12 horas en su tierra natal ejerciendo como abogada en relaciones laborales y en los institutos de idiomas que tiene su familia. “Era muy workaholic y en aquel momento mi marido fue a trabajar por un tiempo solo en la frontera y me sugirió hacer un año sabático para cambiar un poco de vida”, cuenta Alves.

La familia oriunda de Porto Alegre solía ir a Punta del Este de paseo, en verano y fuera de temporada, y siempre hablaban de la posibilidad de mudarse a la ciudad-balneario cuando se jubilaran, pero los planes se adelantaron varios años. Lo que empezó como una prueba y un año sabático se transformó en una residencia permanente y un gran cambio de rutinas. Si bien su esposo mantuvo su trabajo en Brasil —todavía hoy va y viene durante la semana a Porto Alegre—, Alves continuó trabajando pero de forma online como abogada para sus clientes en Brasil —“pero mucho menos”— y en 2016 asumió un nuevo reto, al entrar al colegio International College como Admissions Officer, ya que no pudo revalidar su título de abogada en Uruguay: “Tendría que hacer toda la facultad de nuevo”.

Marcia Alves (derecha) junto a un grupo de amigas brasileñas también residentes de Punta del Este

“Antes las familias que venían para acá eran de jubilados y hoy se ve en la comunidad de brasileños gente joven, desde padres con niños chicos, hasta con adolescentes”, señala Alves. Y al igual que en su caso, ve que en muchas familias se repite la dinámica de que uno de los miembros sigue trabajando o manteniendo sus negocios en Brasil, mientras los otros se quedan en Punta del Este.

“Hay muchas familias que tienen campos en el Interior de Brasil que llevaban a sus hijos a ciudades grandes como Porto Alegre o San Pablo por los estudios y se dieron cuenta de que hay buenas opciones de educación internacional y bilingüe en Punta del Este”, por lo que optan por cruzar la frontera.

Adaptarse al ritmo de vida de Punta del Este le implicó bajar un poco la velocidad, pero no le fue difícil. “Es una ciudad del Interior, pero tenés seguridad y una cultura muy rica porque hay gente de todas partes del mundo y no te sentís tan extranjero. La gente se siente parte de una comunidad”.

Para Alves, al balneario aún le falta adecuarse a la nueva realidad de tener una comunidad más grande que vive de forma permanente, en el sentido de la mentalidad de los servicios que están pensados para el verano y con precios para un poder adquisitivo alto. “Hay ahora una comunidad de gente trabajadora que viene para trabajar, me parece que falta tener disponibles servicios durante el año y que sean viables económicamente hablando”.

Los planes de la familia son quedarse en la ciudad a largo plazo, compraron una propiedad en la península y luego de ocho años en el país, sus hijos ya tienen el “chip” local, “el chiquito es más uruguayo que brasileño”.

El empresario

El negocio principal de Pedro Bordini es la agricultora, pero también tiene negocios en ganadería, inmuebles y construcción. Está casado con una uruguaya, sus dos hijas (de 25 y 12 años) nacieron en Uruguay, pero vivieron 25 años en Brasil hasta que en diciembre de 2019 se mudaron de forma definitiva a Punta del Este. “Veníamos a veranear pero mucho antes de tener casa. En los años noventa tuve un apartamento con mi hermano y en 2013 nos compramos con mi familia un apartamento en la parada 5 de la playa Mansa”, cuenta el empresario.

Pedro Bordini junto a su familia

Siempre les gustó el lugar y lo que los impulsó a mudarse fue la oferta académica de la ciudad, ya que no estaban contentos con el colegio al que iba su hija menor en Bagé, ciudad de Rio Grande del Sur, a unos 60 kilómetros de la frontera con Cerro Largo, donde se quedó viviendo su otra hija.

“Mi idea cuando vinimos siempre fue quedarme, me siento muy bien acá, siempre me encantó. Es un lugar muy lindo, seguro, organizado y tranquilo”, manifestó. Desde Punta del Este Bordini maneja sus negocios en Brasil y un campo que tiene en Tacuarembó, pero a ambos lugares viaja con regularidad. Su esposa es decoradora y tiene una tienda de diseño y muebles en Bagé, por lo que también viaja seguido. “Y ahora está viendo cómo se instala también en Punta del Este. Ella tiene mucha energía, quiere expandir su negocio, pero es una forma de socializar también, como de hacer relaciones públicas”, dice Bordini quien tiene una vida social “bastante intensa”.

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