Nayib Bukele, presidente de El Salvador

Opinión > Carta del director

Y usted, ¿qué opina de Nayib Bukele?

La seguridad no se construye con atropello a la ley sino con el ejercicio de la fuerza dentro de sus límites
Tiempo de lectura: -'
02 de abril de 2023 a las 05:01

Estas pasadas semanas han recorrido el mundo las imágenes difundidas por el presidente de El Salvador de la nueva cárcel con capacidad para 40.000 reclusos que acaba de inaugurar a 70 km de San Salvador. Se llama  “Cecot”, Centro de Confinamiento de Terroristas, aunque los reclusos no sean necesariamente terroristas.

Es una prisión de máxima seguridad, construida con toda la tecnología disponible en la materia pero con algunas particularidades que la diferencian de una prisión común. 

Está destinada, sobre todo, a alojar a los integrantes de las “maras”, esas bandas criminales que han asolado El Salvador, llevando a ser uno de los países con mayores tasas de homicidios del mundo. 

Las maras surgieron entre los salvadoreños emigrados a Estados Unidos y de allí han retornado a El Salvador. Antes dominaban algunas zonas pero luego llegaron a la capital.

Hubo un combate a las maras pero todo se precipitó en marzo de 2022, cuando la mara Salvatrucha asesinó a 87 salvadoreños en un solo fin de semana bajo el pretexto de que se había incumplido el pacto con el gobierno que capturó a unos pandilleros que se dirigían a Guatemala.

A partir de ese momento, Bukele declaró el régimen de excepción que les quita a los salvadoreños las garantías constitucionales y ha cumplido un año de vigencia. Hoy hay 65.000 maras o pandilleros detenidos en una población total de 6.5 millones de habitantes. La mayor tasa de presos del mundo.

También se elevó como un cohete la popularidad de Bukele, un joven de 41 años que aspira a ser reelecto en febrero del 24, peses a que 4 artículos de la Constitución se lo prohíben. Pero eso a quien le importa, también Evo Morales lo hizo y nadie dijo nada. Y otros populistas amañaron la constitución para lograrlo. Ortega en Nicaragua, entre otros. Mucho peor que Bukele por cierto.

El caso de esta superprisión es que parece un campo de concentración moderno. Como dijo Bukele a los primeros 2000 detenidos que entraron allí: “Esta será su nueva casa, donde vivirán por décadas, mezclados, sin hacerle más daño a la población”.

Más que reclusos parecían animales conducidos en rebaño, casi desnudos y rapados. Las imágenes del traslado fueron filmadas por profesionales del cine al mando del propio Bukele. No sé si Bukele estuvo luego en la edición del material pero es muy probable.

En la prisión Cecot decíamos, hay algunas diferencias con las prisiones normales, incluso las de máxima seguridad. En primer lugar, el número de 40.000 reclusos. Luego, el hecho de que no se permitirán visitas, ni visitas conyugales, ni llamadas al exterior. No hay posibilidad de solicitar reducción de pena o cambio de lugar.

“Algo habrán hecho” dirán algunos. El problema no es si han hecho algo o no. El problema o el tema es que la prisión, al menos en un estado de derecho no debe ser una forma de castigo sino método de rehabilitación. ¿O Bukele espera que los que entran ahí a “vivir por décadas” se morirán pronto o se volverán locos ante semejantes condiciones de encierro?

Si, pueden haber cometido crímenes brutales. Hay muchos salvadoreños que han emigrado a Uruguay como bien lo atestiguó una muy buena nota de Tomer Urwics en este diario hace un par de semanas. Asesinatos o chantajes. Un infierno quedarse allí. Pero aún así, cada uno de los 40.000 reclusos debe ser tratado como un caso único y no como un número más de un grupo de terroristas.

Cada uno habrá cometido determinados crímenes y habrá recibido determinada pena después de un juicio que presumimos justo (aunque conociendo el dominio de Bukele sobre los tres poderes de El Salvador no parece que las garantías del debido proceso sean algo mirado con respeto).

De eso esperemos que los organismos internacionales se hagan cargo y también los Estados Unidos que tienen capacidad de ejercer presión sobre el gobierno salvadoreño.

El problema es que con estos métodos violentos, “violencia del Estado”, ha ganado una enorme popularidad en su país y en no pocos lugares del exterior.

Son muchos los que admiran estos métodos de saltarse las garantías constitucionales e incluso no les preocupa que dentro de esos 40.000 haya unos cuantos inocentes que cayeron en la redada. El “método Bukele” es peligroso no solo por lo que implica en sí mismo sino por lo atractivo que es para mucha gente que enseguida está dispuesta a cambiar seguridad por libertad o por debido proceso.

El Salvador puede haber recuperado la calma pero tiene un dictador al mando. Y habrá que esperar a 2024 para ver si respeta su mandato constitucional o se queda otro más “para completar su obra” o “porque el pueblo se lo pide”. Un líder mesiánico más, de los tantos que pululan en la región. Eso sí, no hace mucho para sacar a su país de la pobreza.

Con todo, lo que tenemos que preguntarnos nosotros ante la creciente inseguridad es ¿nos gustarían los métodos de Bukele? Porque algunos de nuestros políticos no los ven tan mal. Y debemos verlos como lo que son: un atropello intolerable a la dignidad de la persona humana. 

La seguridad no se construye con atropello a la ley sino con el ejercicio de la fuerza dentro de sus límites. Los Bukeles de este mundo no tienen lugar en Uruguay. Es bueno que tampoco lo tenga gente que apruebe sus métodos.

Comentarios

Registrate gratis y seguí navegando.

¿Ya estás registrado? iniciá sesión aquí.

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 345 / mes

Elegí tu plan

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Te quedan 3 notas gratuitas.

Accedé ilimitado desde US$ 345 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 345 / mes

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Elegí tu plan y accedé sin límites.

Ver planes

Contenido exclusivo de

Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.

Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá

Cargando...