Peidró, que había desarrollado una extensa trayectoria como arquero en el fútbol de ascenso entre 1976 y 1985 (El Porvenir, Deportivo Morón y Deportivo Español), mientras estudiaba para recibirse como médico cardiólogo, habló ahora por primera vez.
“Al retirarme del fútbol fui a trabajar al Hospital de Clínicas, desde fines de 1985 hasta 1991. Allí fue cuando René Favaloro convocó a Domingo Suárez, mi profesor de cardiología, para formar parte de su fundación y él me llevó allí. Por eso, fui parte del electrocardiograma número uno de la historia de la fundación, el 1° de junio de 1992, junto a un compañero de apellido Daso y el propio René. Un verdadero honor. Hice una gran relación con él, porque era muy futbolero e hincha fanático de Gimnasia y Esgrima La Plata".
“Por aquella vinculación es que llegó la Selección en 1993, con Basile y el ‘Panadero’ Díaz de ayudante, a quien conocía de chico del barrio y fue el que le dijo al Coco que necesitaban un médico más y que me llevaran a mí, con una razón simple: ‘Éste es del palo, es del fútbol’.
A comienzos del 94, me sumé al grupo donde ya estaba Ernesto Ugalde como médico principal. Allí conocí a Maradona, que enseguida tuvo un gesto espectacular. Mi hijo Santiago, que tenía 11 años, era muy tímido y un día vino al predio de Ezeiza. Llegamos antes que los jugadores y nos ubicamos en el vestuario. Cuando entró Diego me preguntó si ese era mi pibe y cómo se llamaba. Se acercó y se arrodilló: ‘Santiago, te pido por favor que me dejes firmarte y regalarte una camiseta’. Se le empezó a ir la timidez con una sonrisa porque no lo podía creer. La firmó, se la dio y hasta el día de hoy es un tesoro para él”.
“Diego estaba espectacular en Boston -contó Peidró-. Una vez salimos a conocer el centro de la ciudad y él no podía creer que nadie, pero nadie, lo parara. Caminaba solo por primera vez en muchos años. Para la gente del lugar era uno más. Incluso entramos a un negocio para comprar un reloj y el que atendía le preguntó si era del soccer y de qué país. No sabía quién era Maradona… En la concentración, Diego iba por las mesas, tirando buena onda a todos", contó.
El médico aclaró que lo que se habló de la enfermera el día del doping con Nigeria "es mentira. Él la tomó de la mano a ella y no al revés. Estaba tan feliz que fueron hasta donde estaba Claudia y él le decía: ‘Mirá con quién me voy’. Hacía chistes, estaba perfecto, al punto que cuando fuimos al antidoping, se encontró con el rival que lo había marcado y el tipo quería un autógrafo a toda costa y Diego le repetía: ‘Sos un perro, sos un perro. Guau, guau’".
"No tenía ni idea que podía dar positivo, porque no había tomado nada a conciencia. Se lo habían dado… Se le acabaron los aminoácidos que había llevado desde acá y compraron allá. Con la diferencia que en Estados Unidos tienen efedrina. Fue exactamente eso. Vi detalladamente el análisis. Por eso cuando dicen que había consumido un cóctel de efedrina, es una guachada. Nada que ver”.
Cómo se gestó la foto con la enfermera
“Ella me contó que había estado en pareja con un argentino que era de Congreso y siempre me hablaba de allí. ‘Me quedé con las ganas de conocer’, me decía. Riéndome le respondí que Congreso era un barrio y que justamente yo vivía ahí. Eran los minutos finales del partido y cuando terminó le dije: ‘Vení conmigo que vas a salir en todos los diarios del mundo al lado de Maradona’. La foto de nosotros tres quedó para siempre”, relató el médico.
“Me llamó Grondona y me dijo: ‘Dio positivo el control de Maradona. Fijate si podés hacer algo para salvarlo. Llamalo a Blatter y avísame’. No me pude comunicar (eran tiempos sin celulares) y entonces Julio me dijo que lo iba a contactar él. Al rato bajó de su habitación con otra cara: ‘La FIFA lo quiere matar. Blatter ya me dejó en claro que no hay nada que hacer. Hay que despegarse de esto. Ahora te vas a ir a Los Ángeles para la contraprueba con el abogado de Maradona (Bolotnikoff), David Pintado (presidente de River) y Agricol de Bianchetti (abogado de AFA)’. Llegamos a la reunión con la gente de FIFA y aparece el frasco, que ya tenía un cartel que decía efedrina. Al ver eso, pedí anularlo, porque ningún control antidoping puede tener identificada ni la sustancia ni el nombre de a quién pertenece. Se estaba armando un lío grande y los de FIFA no sabían qué hacer”.
Diego quedaba suspendido. El 29 de junio, la FIFA en conferencia de prensa habló de “cóctel de drogas”. “El abogado de Diego pidió un cuarto intermedio de tres meses para decidir y mientras habilitar al jugador -desarrolló el cardiólogo-. Se decidió un descanso y allí Pintado se comunicó con Grondona para comentarle nuestro planteo, que aparentaba ser exitoso. Pero de a poco su cara se transformaba a medida que Julio le respondía. Cuando cortó me dijo: ‘No hay nada que hacer. Tenemos que entrar, pedir que se abran los frascos y que la AFA desiste del cuarto intermedio’.
"Las tensiones se aliviaron, pero habíamos perdido. Todos me vinieron a felicitar por cómo había planteado nuestra postura. Al regresar al hotel fui con Bolotnikoff al cuarto de Maradona. Estaba destrozado, con los ojos rojos, inflamados de tanto llorar. Y él le dijo: ‘Diego, el doctor se la jugó, les hizo un quilombo tremendo’. Entonces levantó la vista y me miró: ‘¿En serio, tordo? No me diga. Muchas gracias’”.
Ernesto Ugalde, el médico principal de aquella selección.
Ugalde, de 69 años y vecino de la zona oeste del AMBA, es hoy traumatólogo y ya olvidado por el fútbol. Fue el médico de la selección en dos Mundiales, el de Italia 1990 (por detrás de Raúl Madero, en el cuerpo técnico de Carlos Bilardo) y el de Estados Unidos 1994 (por delante de Roberto Peidro, en el grupo de trabajo de Alfio Basile), y también acompañó a la selección en dos Copas América, ambas ganadas por Argentina, en Chile 1991 y Ecuador 1993.
Ugalde dejó en claro que el positivo no lo sorprendió. El médico también confirmó que antes del Mundial intentó realizarle un control sorpresivo al plantel pero no pudo llevarlo a cabo. Aunque Ugalde no lo dijo, quien se negó a ese examen preventivo fue el entonces presidente de la AFA, Julio Grondona.
"No soy de tener cenas fuera de mi casa, soy una persona huraña, pero antes del Mundial tuvimos una cena con el señor Basile. Ahí yo les advertí que el gran problema era lo que se venía y había que prever eso. Había que preverlo porque sabía lo que iba a suceder. Había algo que no estaba bien, era totalmente previsible lo que iba a pasar (por el positivo). Y sucedió lo que desgraciadamente iba a suceder”.
“Estaba Don Julio Grondona en la puerta (del vestuario) el día del examen famoso en Boston ante Nigeria, y me miró con esa cara que solía ponerme, mirando hacia el piso y hacía mí, y me dijo ‘¿Cómo estamos?’. Era de pocas palabras Don Julio. Y yo le dije ‘Mío, está limpio’. Ahí se agarró la cabeza y dijo ‘Bueno’. ¿Si se agarró la cabeza de manera literal? Sí, sí. Era un hombre muy lúcido Don Julio. Sabría muy bien lo que estaría por pasar”.
¿Cómo supe que era Maradona, y no otro jugador, el del positivo? Sabía que era Maradona, si él fue a hacer el control antidoping. También fue Vázquez (Sergio) al control, pero no tenía ninguna presunción que el positivo fuera Vázquez. No tenía ninguna duda que (Maradona) iba a ser positivo”.
La teoría de la conspiración
“(La enfermera) era una asistente técnica que cumplía una orden. Tenía que llevarlo (al control), como pasó con otros jugadores. Lo llevó de una manera amable. Diego tomó una medicación que no correspondía, dio positivo y se acabó la historia. ¿Si (Estados Unidos) lo estaba esperando? No, en absoluto. Salió porque tenía que salir. En los sorteos no hay fichas frías ni calientes, se cuentan todos los números, no hay nada raro. No hay teorías conspirativas”.