Desde que Javier Milei asumió la presidencia, la política exterior argentina experimentó un viraje tan profundo como explícito. Con un gabinete dominado por economistas, el Gobierno convirtió la Cancillería en unaoficina de negocios internacionales, centrada en abrir mercados, atraer inversiones y, en el marco geopolítico bajo el cual está alineado, reducir la dependencia de China.
En este sentido, la gestión nacional está trabajando día y noche para poder anotarse dos triunfos comerciales antes de que termine el año: avanzar con el acuerdo Unión Europea-Mercosur y cerrar uno similar con Estados Unidos.
El acuerdo Unión Europea–Mercosur: la recta final de una negociación histórica
Casi 25 años después de iniciadas las conversaciones, el acuerdo comercial entre la Unión Europea y el Mercosur está más cerca que nunca de concretarse. En diciembre del año pasado, en el marco de la 65° Cumbre de Jefes de Estado del Mercosur y Estados Asociados, se firmó un pacto comercial que se encuentra en revisión por las partes, esto es, los cuatro jefes de Estado sudamericanos y la presidente de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
El acuerdo crea un mercado integrado de bienes y servicios que reúne a más de 700 millones de personas."La Unión Europea ofrece uno de los mercados más grandes mundo, 450 millones de consumidores, basado en normas claras, abierto y no discriminatorio", manifestó Erik Høeg, embajador de la Unión Europea en Argentina a El Observador. A nivel macro, el tratado establece que la Unión Europea suprimirá los aranceles sobre el 92% de las exportaciones del Mercosur, mientras que el bloque sudamericano eliminará gravámenes para el 91% de los productos importados desde Europa, estableciendo una apertura comercial casi total entre ambas regiones.
Al ser consultado por las mayores ventajas comparativas que Argentina podría ofrecerle a Europa, el embajador sostuvo que desde la óptica europea, "aporta su fortaleza agroindustrial, su potencial energético y minero, y un capital humano altamente calificado". En sintonía con Høeg, Fernando Iglesias, embajador argentino designado para la Unión Europea anunciado unos días atrás, destacó las fortalezas que tiene el país en este momento para negociar con el viejo continente: "Europa está aislada políticamente, muchas crisis afectando simultáneamente. Necesita no sólo de acuerdos políticos, sino también económicos: proveedores de energía y alimentos, y sin dudas somos un gran territorio de inversión para ellos".
Mucho se discutió sobre los sectores que saldrían más beneficiados de este acuerdo comercial. Marcelo Elizondo, analista y consultor en negocios internacionales, destacó el rol de las áreas que más notarán el impacto del tratado: "Hay una gran posibilidad de crecimiento debido a la exportación de manufacturas de origen agropecuario, y un particular potencial en el futuro en materia mineral y energética, que son dos rubros en los cuales además se podría recibir inversión europea para su propio abastecimiento".
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El agro, uno de los grandes ganadores del acuerdo Mercosur-UE.
Cámaras empresariales se han pronunciado a favor de la aprobación del tratado. Mario Grinman, presidente de la Cámara de Comercio y Servicios de Argentina, le remarcó a este medio: "Argentina hace dos años está atravesando un proceso de cambio significativo y por demás bienvenido. El acuerdo elevará el flujo comercial, acelerará la transferencia tecnológica y consolidará un vínculo estratégico, político, cultural y económico de largo plazo".
En esta línea, Høeg subrayó: "En el marco de una asociación más estrecha, estos sectores pueden beneficiarse de las inversiones, la tecnología y los estándares de sostenibilidad que promueve la Unión Europea". Por su parte, Iglesias coincidió con su par: "Implica inversiones de calidad, en temas complejos. Traza un horizonte temporal mucho mayor que el político nacional, de largo plazo. No menos importante, obligará a modernizar los sectores menos competitivos de la Argentina".
Elizondo coincide con esta mirada, y resaltó que "los que mejor se preparen" van a estar en condiciones de competir con los europeos que entrarán en el Mercosur, "y los que lo hagan en menor condición", van a "sufrir" más. "Hay sectores que han vivido durante mucho tiempo amparados por una economía cerrada y proteccionista, pero que se pueden adaptar", sentenció. Jorge Vasconcelos, economista e investigador jefe de IERAL, Fundación Mediterránea, también habla de un "horizonte atractivo" no sólo para el Mercosur, "por la existencia de una fuerte complementariedad entre ambas regiones", sino también para la Argentina: "Cuando se discutía la necesidad del país para firmar más acuerdos con terceros países, el de UE-Mercosur se valoraba por su capacidad para reducir barreras comerciales hacia una región clave en el mundo".
La confirmación definitiva de este acuerdo significaría una gran victoria para Javier Milei, que sigue atentamente la situación en los demás países miembros del bloque sudamericano y también lo que ocurre del otro lado del Atlántico: en Europa, el acuerdo fue elevado al Consejo Europeo, donde —pese a la abstención ya anunciada de Francia— se alcanzarían los votos necesarios para ratificar el texto general y autorizar la implementación del 70% de la apertura comercial. En este sentido, Andrea Osorio, economista y miembro de Fundación Capital, explicó: "Si bien está pendiente de aprobación, el tratado podría actuar como un sello de calidad, aunque no es claro el verdadero acceso al mercado que podría generar. Hay cuestiones a monitorear respecto a normas de origen, reglamentaciones medioambientales, entre otros temas".
De acuerdo con fuentes diplomáticas, la fecha decisiva para su aprobación sería el 20 de noviembre. Después de la instancia en el Consejo, el acuerdo deberá ser ratificado por los parlamentos nacionales europeos, aunque el aval general habilitaría el uso de facultades delegadas que permitirían comenzar su aplicación provisional antes de la aprobación final.
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El Consejo Europeo.
Por su parte, del lado del Mercosur, y a pesar del apuro del Gobierno por sellar el tratado antes de fin de año, se estima que recién en el primersemestre de 2026 se pueda concretar la ratificación del bloque sudamericano. Luego deberá avanzar la aprobación en los Congresos nacionales, aunque, al igual que en la Unión Europea, parte del acuerdo ya podría aplicarse de forma provisional gracias a las facultades delegadas en vigencia.
El frente con Estados Unidos: un acuerdo comercial "casi listo"
Mientras el acuerdo con la Unión Europea avanza hacia su firma final, el Gobierno argentino abrió un segundo frente de negociación con Estados Unidos, impulsado directamente por la sintonía entre Javier Milei y Donald Trump. A diferencia del tratado con Bruselas —de carácter multilateral y estructural—, el vínculo con Washington se concibe como una serie de acuerdos bilaterales sectoriales destinados a facilitar exportaciones, inversiones y cooperación tecnológica.
"La confiabilidad, más allá del precio o la calidad, se transformó en un valor estratégico central", destacó Vasconcelos al ser consultado sobre qué es lo que Argentina puede ofrecer a Estados Unidos en este momento, y siguió mencionando la búsqueda de Washington de "identificar socios previsibles". Osorio coincidió con su colega: "Es un paso en la dirección correcta, aunque por ahora de alcance moderado".
A pesar de que el negociado de dicho tratado se mantiene bajo estricta reserva, ya han habido trascendidos sobre lo que estaría en juego entre ambos países. Uno de los beneficios que está negociando el Gobierno es establecer unacuota de exportación de acero y aluminio sin aranceles hacia Estados unidos, similar al esquema acordado en 2018 entre el expresidente Mauricio Macri y Donald Trump. Asimismo, otro de los puntos que la gestión de Javier Milei mantiene en conversaciones es la asignación a la Argentina de una cuota de 80.000 toneladas de carne con acceso preferencial al mercado estadounidense, un punto que el presidente argentino resaltó durante su intervención en el American Business Forum en Miami.
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Estados Unidos cuadruplicaría la cuota de importación de carne argentina.
Desde la AmCham, la Cámara de Comercio de los Estados Unidos en Argentina, subrayan la importancia que este acuerdo tiene para el vínculo bilateral, pero advierten: "La reconfiguracion del comercio global y el surgimiento de nuevas oportunidades para países proveedores de materias primas, servicios y tecnología imponen a Argentina un desafío estructural: construir un entorno competitivo que permita captar inversiones productivas, con reglas claras y marcos regulatorios alineados a estándares internacionales". Bajo la misma línea, la Cámara de Comercio y Servicios de Argentina también habla del "significativo potencial" de un acuerdo entre ambos países, para impulsar las ventas de los sectores exportadores "favorecidos", considerando la "enorme envergadura" de la economía estadounidense.
Argentina concentra sus negociaciones en tres sectores clave: carne, acero y aluminio, que son los principales productos exportados al mercado estadounidense y aún soportan altos aranceles. No es el caso de los combustibles, sus derivados y los minerales —representan cerca del 50% de las exportaciones argentinas hacia EE.UU.— que ya ingresan sin impuestos, al estar clasificados como insumos estratégicos por Washington.
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El acero y el aluminio, dos sectores clave en las negociaciones de Argentina con Estados Unidos.
"Está prácticamente cerrado", aseguró Alec Oxenford, embajador argentino en Estados Unidos, y continuó aclarando que "dependerá de las partes comunicarlo en el momento adecuado". Por su parte, el canciller, Pablo Quirno, antes de su viaje al país norteamericano, declaró: "No hay fecha, es un acuerdo que, si bien picamos en punta antes del anuncio de los aranceles, lleva su tiempo. Lo que es importante: no nos gusta anticipar antes de que esté la tinta seca".
A diferencia de la Unión Europea, Estados Unidos constituye para la Argentina un mercado más competitivo que complementario, especialmente en materia industrial. Es por ello que la negociación de la quita parcial del gravamen del 50% al acero y al aluminio puede generar ruido interno en el país norteamericano, pero resultaría un cierto alivio para la industria local: debe tenerse en cuenta que en 2024 la mitad de sus envíos totales tuvieron como destino a este mercado.
Entre el entusiasmo y el escepticismo
Tanto el acuerdo con la Unión Europea como el entendimiento con Estados Unidos reflejan el intento del Gobierno de Milei de reinsertar a la Argentina en la economía global, pero también revelan los límites de ese entusiasmo. En Bruselas, las resistencias ambientales podrían demorar la ratificación; en Washington, el lobby agroindustrial busca condicionar las cuotas de exportación.
Más allá de la letra fría de estos tratados, lo evidente es que el país intenta redefinir su rol en el siglo XXI: dejar atrás la dependencia del financiamiento externo y consolidarse como proveedor confiable de energía, alimentos y conocimiento, tres sectores en los que tiene ventajas estructurales. “(El acuerdo) va a llevar las relaciones entre la Unión Europea y el Mercosur a un nivel más alto, consolidando una asociación estratégica de largo plazo”, afirmó el embajador de la Unión Europea en Argentina sobre el tratado entre ambos bloques.
El desafío, sin embargo, no termina con la firma de los acuerdos, sino con su sostenimiento político. Institucionalizar la apertura como política de Estado será clave para evitar que los avances vuelvan a naufragar en las tensiones internas que históricamente frustraron los proyectos de largo plazo en el país.