El vacío de conducción en el peronismo se manifiesta en fragmentaciones que tienen que ver con lo parlamentario y en posicionamiento respecto a los debates que plantea el Ejecutivo. Sin capacidad para instalar agenda y sin plan de cara al 2027, Axel Kicillof, gobernador de la provincia de Buenos Aires, y Sergio Massa, líder del Frente Renovador, empuñan el bastón de mariscal y comienzan a construir.
Cada uno a su manera. No hay atajos. Paso a paso. Kicillof tendrá su prueba de fuego hoy. La política por sobre todo lo demás. En ese marco, se apresta a conseguir los dos tercios en la legislatura provincial para avanzar con el acceso al crédito que le permitirá tener un año tranquilo, por lo menos en términos de funcionamiento del Estado provincial.
Por su parte, Sergio Massa se mantiene en pose de francotirador. Una foto que muestra la importancia de un llamado para aceitar los números que necesita el gobernador bonaerense para su triunfo legislativo y una reunión apenas difundida con la flamante cúpula de la nueva CGT para dejar impresa su mirada sobre la reforma laboral.
El peronismo en su laberinto
El peronismo en su laberinto. Casi en espejo con el 2017 después de caer derrotado ante el PRO en las elecciones de medio término. En el peronismo le restan dramatismo al asunto. Por lo menos desde el Senado nacional. Entienden que son procesos y que después de una derrota como la de octubre lo lógico es sufrir una merma en la representación parlamentaria que se impone más allá de los números y tiene que ver con las sangrías que provocan los reacomodamientos al calor del poder central. No hay invento, dicen.
Lo cierto es que mientras el peronismo intenta organizarse para hacer escuchar su voz en los debates estructurales que plantea La Libertad Avanza para el 2026, Sergio Massa y Axel Kicillof miran un poco más allá.
El gobernador de la provincia de Buenos Aires logrará, si nada cambia, esta tarde y contrarreloj los dos tercios necesarios para que la legislatura provincial le otorgue la autorización para endeudarse. Lo importante, más allá del triunfo y la tranquilidad que traerá la norma para las arcas estatales, es la demostración de cintura política para construir acuerdo con todos los sectores, incluso con La Cámpora. El número que seguramente se reflejará en el tablero de ambas cámaras esta tarde mostrará que el oficialismo bonaerense sumará el apoyo de todos los sectores salvo el PRO y LLA. La alianza que gobierna el país a nivel nacional no se mostrará votando a favor, pero está dispuesta a levantar de su banca a algún legislador si los números así lo demandan. Política en estado puro.
Por su parte, Sergio Massa no habla, pero deja saber algunos de sus movimientos. El vacío de poder convoca al ex intendente de Tigre y último candidato a presidente del peronismo. Las crónicas parlamentarias bonaerenses dieron cuenta de su rol a la hora de calmar las aguas y manejar los tiempos para poder construir una victoria.
Massa y la reforma laboral
En ese rol de hombre de estado, Massa reapareció para mantener una reunión con la CGT. Se reunió con la nueva cúpula de la central obrera. Lo acompañó Guillermo Michel, su mano derecha en temas económicos. No hubo foto, no hubo crónicas, tan solo trascendidos.
En ese marco, el referente del Frente Renovador se sentó a hablar de la reforma laboral. Apuntó a no bloquear el debate y señaló que la discusión es necesaria. Ante la mirada de los dirigentes sindicales confirmó que si hubiera sido electo hubiera avanzado con la discusión de una reforma laboral. El eje central de Massa, al igual que lo plantea el Gobierno, tiene que ver con el 50% de informalidad por el que transita el universo económicamente activo.
Así las cosas, Kicillof en lo urgente, Massa en lo importante. El peronismo comienza a escudriñar el 2027. Por ahora sin claridad, pero las cartas ya están sobre la mesa.