"Es por los resultados de la macroeconomía y su fuerte discurso anti casta, estúpidos".
Milei se impone, además, por la eficacia de la narrativa oficial, frente a la incomodidad y la perplejidad de la oposición, en general, y de los formadores de opinión tradicionales, en particular.
Se consolida, de tanto repetir, “el déficit cero no se negocia” y “la motosierra avanza sin piedad”.
Porque es el propio Milei, con sus casi 3 millones y medio de seguidores en X, su principal y más exitoso “propagandista”.
Milei prevalece porque estresa el lenguaje. Porque no duda en atacar a quienes llama los “degenerados fiscales” y que usan “la excusa de las formas” para seguir viviendo de la teta del Estado y sus múltiples negocios.
De hecho, tampoco le disgusta utilizar la palabra “purga” para anunciar una “auditoría ideológica” en el ministerio de Relaciones Exteriores.
Por otra parte, sus soldados, piensan y hablan como él.
Ayer, Manuel Adorni, defendió, ante Mirtha Legrand, sin ponerse colorado, el uso de la mala palabra presidencial. Lo hizo en comparación con el peor gobierno de la historia reciente: el de Alberto Fernández, Cristina Kirchner y Sergio Massa: Manuel Adorni, con Mirtha, respondiendo: “me molestó más que me encierre un año y medio, que dejen sin escuela a mis chicos, que generen un 50 por ciento de pobres, etc.
Mientras tanto, en simultáneo, su segundo, el subsecretario de prensa de la presidencia, Javier Lanari, mezcló, en un posteo breve y conciso, las buenas noticias de la semana, con la propaganda oficial: Resumen de la semana. Fin de recesión K Inflación abajo de 3% Motosierra a casta diplomática Blanqueo 20.000 M/u$s Liquidación récord del campo ADRs y bonos: +33% Avioneta narco secuestrada Auditorías a universidades Devolución de cafetera Dibu banca a Milei
Digamos todo. A este gobierno no le importa tanto la precisión del dato. No le importa, por ejemplo, que todavía la inflación por debajo del 3 por ciento no se haya confirmado.
Tampoco le inquieta que se diga que la amenaza de “la motosierra a la casta diplomática” haya sido usada para justificar el intempestivo despido de la canciller Diana Mondino.
De hecho, estos títulos, aparecen, mezclados, en la lista, con “el fin de la recesión”, el blanqueo récord, la avioneta narco secuestrada, las auditorías a las universidades, la devolución de la cafetera y el concepto “el Dibu banca a Milei”.
Es más. La frase “Emiliano El Dibu Martínez banca a Milei” podría ser considerada una conclusión forzada. Porque lo que dijo el arquero, fue: "A la Argentina la veo bien. Por año estuvo muy mal. Y ahora van cambiando las cosas para que se pueda mejorar. Esperanza hay". Pero, que yo sepa, todavía no se afilió a las Fuerzas del Cielo.
Lo que sí entiende parte del imaginario colectivo es que, a partir de ahora, gente como Diego Brancatelli, va a colocar al Dibu en la insolente categoría de “desclasado”, igual que a Carlitos Tévez, el Kun Agüero, o el propio Leo Messi.
Y enfrente de todos ellos, dicho sea de paso, se ubicaría Diego Armando Maradona, quien, al final de su vida, terminó haciendo campaña por el dictador Nicolás Maduro.
Digámoslo de una vez: para machacar sobre el imaginario colectivo, las redes sociales que defienden las ideas de La Libertad Avanza son muy eficientes.
Analicemos, sin demasiadas vueltas, la evolución del debate por la universidad pública.
Cuando el conflicto comenzó, la abrumadora mayoría de los argentinos se manifestaba en contra del ajuste.
Pero Milei, a fuerza de machacar y machacar, logró cambiar el eje de la discusión, y plantó sospechas sobre los manejos turbios de las autoridades académicas.
Así, la última encuesta de Fixer, muestra un cuadro donde el 80 por ciento está de acuerdo en auditar los gastos de las universidades.
Tampoco los analistas clásicos sabemos interpretar cómo pudo haber recibido una buena parte de la sociedad la colorida historia de la cafetera.
Tendemos a pensar. “¿Tanto lío por la compra de una cafetera de casi 2 millones de pesos?” O también: “Son todos iguales. Una vez que llegan al poder, usan la plata del Estado como si fuera la propia”.
Pero el gobierno volvió a sorprender cuando la ministra de Capital Humano, Sandra Petovello, le pidió la renuncia a la funcionaria que la mandó a comprar, la subsecretaria de Gestión Administrativa de la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia, Constanza Cassino.
Y no solo eso. También mandó a devolver la cafetera, con el documento del video incluido.
Junto a Petovello, la ministra de Seguridad, Patricia Bulrich, es la que mejor entiende el juego de la comunicación política.
Considerada, junto con el propio jefe de Estado, una “talibán” entre los ministros del gabinete, dio una interesante explicación para entender cómo funciona el planeta Milei.
La contracara de la cafetera devuelta sería la declaración jurada de Máximo Kirchner: 27 propiedades,casi 3 millones de dólares en efectivo, acciones en Los Sauces, acciones en Hotesur.
Y otra vez, el imaginario colectivo haciéndose la pregunta que cae de madura.
¿Cómo hicieron los miembros de la familia Kirchner para juntar semejante fortuna, si pasaron la mayor parte de sus vidas cobrando cheques del Estado?
Siempre apareció como insuficiente su famosa frase: “soy una abogada exitosa”.
De hecho, el próximo 13 de noviembre, se espera que La Cámara de Casación, integrada por Mariano Borinsky y Gustavo Hornos y Diego Barroetaveña, le confirme a la ex vicepresidente la condena de seis años de prisión en suspenso y la inhabilitación para ejercer cargos públicos, en la causa Vialidad.
Y también se espera que ella reaccione, una vez más, como una perseguida política.
Por lo demás, el kirchnerismo está en su peor momento. Con los gordos de la CGT, Pablo Moyano y Pablo Biró, repudiados por la inmensa mayoría de los argentinos.
Con Cristina, devaluada, quien pasó de ser la “Dueña de la Argentina” a la presidenta del sello PJ, solo para manejar la lapicera de los negocios y el poder.
Con los chicos grandes de La Cámpora asediando a Axel Kicillof, mientras el gobernador finge demencia.
La misma demencia que fingió Alberto Fernández ante los feroces ataques de Cristina, otras de las acciones que contribuyeron a dejar la Argentina patas para arriba, y al borde de la hiperinflación.
Con el ex presidente a punto de ser condenado por violencia de género, y citado a indagatoria, para el 20 de este mes, en la causa de los seguros, donde un grupo de cooperativas se habrían quedado con mas de 17 millones de dólares, a través de contratos direccionados por el mismo Alberto Fernández.
¿Volverá Alberto a repetir ante los jueces, al estilo de “mi querida Fabiola” que él no tuvo nada que ver con los contratos, y que si su ex secretaria María Cantero ayudó a su pareja, el bróker Héctor Martínez Sosa, fue porque “se extralimitó”?
Tampoco el Pro está en su mejor momento. Porque a Macri no le gustan ni las formas de Milei ni algunas de las decisiones que toma. Desde la nominación de Ariel Lijo hasta el decreto para limitar el acceso a la información pública.
Sin embargo, no puede correr el riesgo de dejar de acompañarlo, porque sus votos son de gente que apoyan a Milei, aún cuando no les guste su estilo.
Y la UCR parece a punto de implosionar, después de la partición en tres pedazos de su bloque de Diputados nacionales.
¿Era necesario en este contexto plantear la idea de que Raúl Alfonsín propició un golpe de Estado junto a Eduardo Duhalde para voltear a Fernando de la Rúa, en diciembre de 2001?
Le adjudican a Napoleón Bonaparte haber dicho: “Cuando tu enemigo esté ejecutando un movimiento en falso, nunca lo interrumpas”
Pero Milei no sigue los manuales clásicos de estrategia para la guerra. Solo presta atención a algunas reglas del imaginario colectivo.
Porque Alfonsín no propició un golpe de Estado para voltear a De la Rúa, pero sí le hizo la vida imposible para que le fuera mal. Y a Duhalde tampoco se lo puede considerar un golpista clásico.
Sí se lo puede recordar como una especie de cruzado contra la Convertibilidad. Y como el padre de la pesificación asimétrica, una medida que permitió a muchas grandes empresas licuar sus deudas en dólares.
Pesificación de la se benefició Néstor Kirchner durante la primera parte de su gobierno.
Pero el presidente ya pasó a otro tema. Por ejemplo, sugiriendo que detrás del asalto a las oficinas de la Unión Cívica Radical hay algo que huele a podrido. Y todo eso, mientras señala con su dedo acusador a políticos, empresarios, sindicalistas, medios y periodistas, en una especie de loop desenfrenado, en el que muchas veces pagan justos por pecadores.
¿Está viviendo, Milei, una etapa de euforia personal, basada en su convicción de que no solo la inflación seguirá bajando, sino que la recesión ya terminó y que la economía empezará a crecer, con fuerza, a partir del año que viene?
¿Está pensando, el jefe de Estado, no solo en ganar la elección de medio término, sino en consolidar un modelo económico que perdure durante los próximos 20 o 30 años?
¿O se lo podría considerar “un loco”, al que no le importa nada, más que cumplir con el trabajo que tiene que hacer, sin especular con el vuelto que le venga, cuando su poder empiece la etapa del declive?