19 de agosto 2025 - 17:18hs

El jueves pasado, el artista argentino Ciruelo Cabral (62 años), famoso por sus ilustraciones de fantasía épica, generó un fuerte debate en redes sociales. A través de una publicación en Instagram, el artista denunció que una obra expuesta en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba) mostraba una clara similitud con su obra Dragon Caller (2005). La pieza, que fue parte de la primera exposición institucional de la joven artista Carrie Bencardino, titulada El desentierro del diablo, fue comparada por Ciruelo con su propio trabajo, lo que desató una ola de comentarios en su contra.

En su posteo, Ciruelo mostró dos imágenes comparativas, una de su obra y otra de la pintura de Bencardino. La similitud entre ambas piezas no pasó desapercibida para los seguidores del artista, quienes rápidamente se sumaron a la discusión, acusando a la joven artista de plagiar el trabajo de Cabral. Como resultado, empezaron a circular amenazas y agresiones hacia Bencardino, tanto en mensajes públicos como privados y por WhatsApp. Los comentarios incluían desde insultos por el supuesto plagio hasta amenazas de violencia física y comentarios misóginos.

Embed - Fantasy Artist Ciruelo en Instagram: "Visitando el MALBA me encontré con una pintura expuesta que me resultó muy parecida a una pintura mia de 2005 llamada Dragon Caller."

A pesar de la aclaración del Malba y de Bencardino, la controversia continuó generando repercusiones. La joven artista, de 31 años, defendió su obra en una entrevista con LN, señalando que la pintura no se trataba de un plagio, sino de un homenaje tácito a los artistas que la inspiraron. “Mi obra no es un plagio: no voy a pedir perdón”, afirmó. En relación con las agresiones recibidas, Bencardino subrayó la violencia desmedida de los mensajes, muchos de los cuales pasaron de la crítica artística a ataques personales relacionados con su identidad política y de género.

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El Malba y las aclaraciones sobre la apropiación en el arte

El Malba, consciente del revuelo generado, aclaró la situación tanto en sus redes sociales como en los textos de la exposición. En un comunicado publicado en Instagram y X, el museo expresó su rechazo a cualquier forma de violencia derivada de los debates sobre arte, y reiteró que las instituciones culturales son espacios de intercambio y reflexión, donde las discrepancias deben mantenerse dentro del marco del respeto.

La muestra El desentierro del diablo exhibe obras de Bencardino que, según el museo, se nutren de diversas influencias del arte pop y la cultura de masas, como el punk, el metal y el cómic. La obra de la artista también incluye referencias a figuras clave de la fantasía épica, como Ciruelo, Victoria Francés y Boris Vallejo, entre otros. De hecho, en el catálogo de la exposición, la historiadora Ana Longoni subraya la influencia de los artistas del género fantasy en las representaciones de dragones de Bencardino. En este sentido, el museo aclaró que durante los recorridos guiados de la exposición se hacía hincapié en la apropiación consciente de imágenes y la cita a otros artistas, incluido Ciruelo.

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A pesar de estas explicaciones, las aguas no se calmaron. En diálogo con LN, Ciruelo expresó que su intención no era causar conflicto ni perjudicar a la joven artista ni al museo, aunque insistió en que no había ningún tipo de aclaración que explicara que la obra de Bencardino fuera un homenaje. Sin embargo, también afirmó que no deseaba que la situación llegara a más. “Este tipo de cosas no me interesan. Hice el posteo para informar y el debate puede ser positivo, pero estoy lejos de demandas y acusaciones”, declaró desde Mendoza, donde se encontraba dando una serie de charlas.

El impacto en las redes sociales y el debate sobre apropiación artística

La publicación de Ciruelo no solo desató críticas en contra de la artista involucrada, sino que también levantó un debate más amplio sobre los límites de la apropiación en el arte contemporáneo. Varios usuarios de redes sociales se mostraron en desacuerdo con el comportamiento de los seguidores de Ciruelo, calificando de excesivas las amenazas y el hostigamiento hacia la artista. La agrupación de trabajadoras del arte Nosotros Proponemos compartió un mensaje de apoyo a Bencardino, en el que señaló: “Los debates en el arte son necesarios. La violencia y el acoso hacia lxs artistas por su trabajo, no”.

Este episodio revivió el debate sobre el concepto de plagio en el arte contemporáneo. Muchos argumentaron que el acto de tomar referencias y elementos de otros trabajos no necesariamente equivale a plagio, siempre que se realice con una transformación significativa de las ideas. Otros, sin embargo, sostuvieron que las similitudes entre las dos obras eran demasiado evidentes como para considerarlas una simple cita. En este sentido, el especialista en arte y crítico Rodrigo Cañete escribió en su blog sobre la pieza del dragón, sugiriendo que, aunque la obra de Bencardino no puede ser tachada de plagio sin más, también es cierto que no muestra una transformación suficiente para que la apropiación sea completamente legítima.

Cañete reflexionó sobre la necesidad de una “operación formal” que permita distinguir entre una apropiación crítica y un simple calco, cuestionando si el dragón de Bencardino realmente presenta alguna modificación estructural en su tratamiento. Según el crítico, si la pieza no cambia el régimen simbólico o estético del símbolo del dragón, se corre el riesgo de caer en una repetición vacía, que no logra “perforar” lo real ni crear un nuevo mundo en la pintura.

La crisis del imaginario artístico y la cultura de la cancelación

Este caso no solo puso en cuestión la autoría en el arte contemporáneo, sino también los límites entre influencia y apropiación, además de evidenciar los riesgos del clima de hostigamiento que a menudo se da en las redes sociales. Mientras el Malba apuesta por generar un espacio de reflexión y debate sobre estos temas, el conflicto en torno al dragón parece ser solo la punta del iceberg de una discusión más profunda sobre el lugar de la cultura pop, la fantasía y los mecanismos de creación en el arte contemporáneo. La respuesta a la pregunta sobre qué constituye un plagio, una cita o una apropiación transformadora parece estar lejos de resolverse.

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