Desde su elección como papa Francisco en marzo de 2013, el cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio no solo asumió un rol central en la Iglesia Católica, sino que también se convirtió en una figura de gran relevancia para su país natal, Argentina. Su papado coincidió con varios de los gobiernos más recientes de Argentina: Cristina Fernández de Kirchner, Mauricio Macri, Alberto Fernández y Javier Milei. Durante este período, Francisco se mantuvo cercano, atento y respetuoso con todos los mandatarios, pero al mismo tiempo evitó involucrarse en la política diaria de su país, manteniendo siempre una postura de neutralidad política que fue percibida tanto como una virtud como una estrategia para evitar tensiones con los diferentes gobiernos.
La relación entre Francisco y los presidentes argentinos fue, en general, cordial pero distante. Las audiencias del papa con los mandatarios fueron instancias de respeto mutuo y diplomacia, pero nunca hubo una cercanía personal que desbordara el ámbito estrictamente institucional. Aunque Francisco no renunció a su nacionalismo afectivo, su rol como líder mundial de la Iglesia le exigió un control absoluto sobre sus vínculos con la política local. A pesar de ello, la figura de Francisco siempre estuvo en el centro del debate político, y su potencial visita a la Argentina se convirtió en una constante especulación durante todo su papado.
Encuentros con Cristina Fernández de Kirchner: cercanía y diferencias ideológicas
El primer gobierno con el que Francisco interactuó fue el de Cristina Fernández de Kirchner, quien presidió Argentina desde 2007 hasta 2015. Durante su mandato, se registraron varios encuentros entre la presidenta y el papa, algunos de ellos en el Vaticano y otros en diversas partes del mundo. La primera vez que se encontraron fue en 2013, poco después de la elección de Bergoglio como papa, un momento en que la relación entre el gobierno kirchnerista y la Iglesia no era precisamente fluida. A pesar de las tensiones pasadas, los encuentros entre Cristina Kirchner y Francisco fueron numerosos, sumando hasta siete encuentros a lo largo de los años, en los cuales se intercambiaron regalos y palabras de respeto mutuo.
En 2015, la presidenta argentina viajó a varios países de América Latina, y tuvo audiencias privadas con Francisco en Paraguay y Cuba. Estos encuentros, más allá de su formalidad, fueron momentos donde ambos compartieron visiones sobre temas de política internacional, pero también hubo espacio para la empatía personal. El papa, siendo consciente de las dificultades de la política argentina, ofreció su apoyo a la mandataria, pero sin comprometerse públicamente con las decisiones de su gobierno. Sin embargo, la relación fue condicionada por las diferencias ideológicas, particularmente por las tensiones entre el kirchnerismo y la Iglesia Católica en temas como el matrimonio igualitario, la ley del aborto y la libertad religiosa. A pesar de estas diferencias, Francisco siempre mantuvo una actitud respetuosa hacia Cristina, sin involucrarse directamente en la política interna de su gobierno.
Mauricio Macri: tensión en los primeros encuentros
Con el expresidente Mauricio Macri, la relación fue más distante y marcada por ciertas fricciones. Aunque Macri siempre expresó respeto por Francisco, en sus dos encuentros oficiales, la frialdad fue notoria. El primer encuentro tuvo lugar en febrero de 2016, cuando Macri apenas había asumido la presidencia. La reunión, que duró solo 22 minutos, fue una de las más comentadas, debido a la aparente tensión que se percibió tanto en el ambiente como en las fotos oficiales. Los gestos serios del papa y la falta de interacción personal hicieron que muchos interpretaran ese encuentro como una interrogante sobre la relación entre ambos. En ese momento, la política económica y social de Macri, que incluía medidas neoliberales y recortes en el gasto público, parecía estar en las antípodas de las ideas de Francisco sobre la pobreza y la justicia social.
El segundo encuentro entre Macri y Francisco, en octubre de 2016, fue más distendido y duró cerca de una hora. Durante esta reunión, el presidente argentino hizo un esfuerzo por acercarse al papa, compartiendo detalles sobre su gestión y pidiendo consejos sobre el manejo de su gobierno. Sin embargo, la relación entre ambos nunca alcanzó la cercanía que Francisco había tenido con Cristina Kirchner. A pesar de sus esfuerzos por suavizar las diferencias, Macri y Francisco nunca lograron encontrar un terreno común en cuestiones de justicia social y pobreza.
Alberto Fernández: un vínculo más cercano pero condicionado por políticas sociales
Con el presidente Alberto Fernández, la relación fue más fluida, especialmente al inicio de su mandato. Fernández, quien había sido cercano al papa en su rol de jefe de Gabinete durante el gobierno de Cristina Kirchner, se mostró en todo momento dispuesto a mantener una relación de respeto mutuo con Francisco. El primer encuentro entre ambos fue en enero de 2020, cuando Fernández viajó a Roma para mantener una audiencia oficial con el papa, en la cual se discutieron temas internacionales y de paz. En esa ocasión, el papa le obsequió a Fernández una medalla de la paz, un símbolo de su apoyo a los esfuerzos por la paz mundial. En el marco de la pandemia de coronavirus, el papa ofreció sus consejos sobre cómo enfrentar la crisis económica global, mientras que Fernández compartió con él las medidas adoptadas por el gobierno argentino para mitigar los efectos de la crisis.
Sin embargo, la relación entre Francisco y Fernández sufrió un quiebre simbólico cuando el presidente argentino aprobó la ley del aborto legal en 2020, una medida que fue abiertamente rechazada por el papa. Esta legislación, que fue impulsada por el gobierno de Fernández, fue vista por Francisco como una afrenta a sus principios doctrinales. A pesar de estas diferencias, el papa nunca dejó de mantener su apoyo personal hacia Fernández, pero en términos institucionales, la relación se volvió más distante.
Javier Milei: una relación pragmática y el futuro incierto
Finalmente, con el presidente Javier Milei, la relación es más reciente y marcada por un pragmatismo político. Tras asumir la presidencia en diciembre de 2023, Milei tuvo su primera audiencia con Francisco en febrero de 2024. Durante esta reunión, que duró más de una hora, el presidente argentino presentó su plan económico para enfrentar la grave crisis que atraviesa Argentina. La reunión fue descrita como cordial, aunque la diferencia de visión entre ambos quedó patente, especialmente por las políticas de mercado libre que propone Milei frente a las más sociales del papa. A pesar de las críticas previas de Milei hacia Francisco, especialmente en su campaña electoral, la conversación fue relajada y ambos mostraron respeto mutuo.
Aunque el papa siempre ha mostrado una actitud reservada respecto a la política argentina, Milei también tuvo gestos de respeto por su figura, reconociendo su influencia internacional. Sin embargo, al igual que con los anteriores presidentes, las diferencias ideológicas podrían hacer que la relación entre ambos se mantenga en un nivel técnico sin llegar a la cercanía de otras figuras de la política internacional.
La visita pendiente: Francisco y su relación con la Argentina
Uno de los temas que más ha generado especulación durante el papado de Francisco es su posible visita a Argentina. Desde su elección como papa, muchos esperaron que el pontífice regresara a su tierra natal para realizar una visita pastoral, un gesto simbólico que habría reforzado su vínculo con su país. Sin embargo, esta visita nunca se concretó, y Francisco mismo ha declarado que, aunque extrañaba Argentina, prefería evitar que su presencia fuera utilizada con fines políticos por el gobierno de turno. A lo largo de los años, Francisco fue claro al señalar que cualquier regreso a su país sería cauteloso y medido, pues no quería que su figura fuera usada para fines partidarios.
La especulación sobre su visita aumentó en varias ocasiones, pero el papa siempre descartó la posibilidad de viajar en momentos políticamente cargados, ya que sus decisiones debían basarse únicamente en sus compromisos religiosos y pastorales, no en consideraciones políticas.
