En diciembre pasado, Brandon Acevedo Ochoa, un colombiano de 22 años, sufrió un asalto violento llevado a cabo por delincuentes venezolanos en Villa Urquiza. El incidente, que fue parcialmente captado por las cámaras de seguridad del edificio, mostró a los ladrones exigiendo dinero con gritos como “¿Dónde está la plata?” y “Dame la plata, los vamos a matar”. El robo no fue al azar; los atacantes estaban convencidos de que Acevedo Ochoa tenía una suma mayor debido a información previa. Lograron llevarse 5000 dólares y varios teléfonos celulares.
La razón detrás de este asalto quedó clara con el tiempo: Acevedo Ochoa fue arrestado hoy bajo la acusación de ser el hacker responsable de una ciberestafa que robó 70 millones de pesos de una empresa ubicada en Tigre, especializada en la venta y alquiler de tiendetubos para maquinaria vial. Esta información fue confirmada a La Nación por fuentes judiciales, quienes añadieron que la detención se realizó esta mañana en el domicilio del acusado en Versalles, a cargo de la Policía de la Ciudad y la policía bonaerense.
La pesquisa comenzó a fines de abril tras la denuncia de la empresa afectada, ubicada en Don Torcuato, Tigre. Según el expediente judicial, el 23 de abril, un empleado de la compañía intentó acceder a las cuentas bancarias a través del home banking del Banco Provincia, cuando apareció una ventana solicitando la validación del navegador mediante un código del Token. El empleado, al sospechar un ataque informático, desconectó la computadora de la red eléctrica. Posteriormente, descubrió que se habían realizado transferencias por 57 millones de pesos y 10 mil dólares.
El dinero sustraído fue rastreado hasta ser invertido en criptomonedas. El expediente revela que el ataque se realizó mediante un malware tipo Troyano, instalado previamente en la computadora víctima a través de una campaña de phishing por correo electrónico. Una vez controlada la cuenta bancaria, el dinero fue diversificado en distintas cuentas fiduciarias gestionadas por “mulas financieras”, facilitando el blanqueo del dinero. Posteriormente, los criptoactivos USDT adquiridos fueron distribuidos en varias billeteras descentralizadas, hasta llegar a la cuenta de Binance de Acevedo Ochoa.
Tras un análisis exhaustivo de la trazabilidad del dinero, los especialistas de la Ufeic descubrieron que Acevedo Ochoa usó su posición en la organización para ocultar el origen y destino de los fondos robados. Las pruebas reunidas permitieron imputar al joven, quien fue detenido hoy por la Delegación Departamental de Investigaciones (DDI) de San Isidro y la División de Investigaciones Tecnológicas Especiales de la Policía de la Ciudad.
Un investigador sugirió que el asalto sufrido por Acevedo Ochoa en diciembre podría estar relacionado con su actividad como hacker. “Creemos que los ladrones venezolanos sabían que la víctima era un hacker. Es decir, que el robo fue una ‘batida’ entre delincuentes”, comentó un detective a La Nación.
El violento robo en Villa Urquiza
"¿Dónde está la plata?", fue el escalofriante grito de uno de los delincuentes mientras perpetraban el asalto. Con 5000 dólares en su poder, el ladrón no se conformó y buscó un botín aún mayor. La situación se volvía más violenta, con amenazas y agresiones a Selene Acuña Castillo y a su pareja, Brandon Acevedo Ochoa, quien fue golpeado con un arma de fuego por uno de los cómplices.
En medio de la escalada de violencia, un inesperado golpe en la puerta del departamento 301, ubicado en Pacheco al 3200, interrumpió el asalto. Un oficial de la Policía de la Ciudad respondía a la llamada de emergencia hecha por un vecino que había presenciado, a través de las cámaras de seguridad, la brutalidad de la banda criminal.
El robo, que culminó con la detención de dos ladrones venezolanos y la fuga de un tercer sospechoso, tuvo lugar durante la madrugada en diciembre y quedó registrado por las cámaras de seguridad del edificio. La llegada de las víctimas al lugar, la irrupción de los delincuentes y las amenazas con armas de fuego fueron captadas en el material analizado por los investigadores.
El asalto comenzó cuando Acuña Castillo, Acevedo Ochoa y un acompañante llegaron al edificio después de hacer compras. Al abrir la puerta con su tarjeta magnética, fueron abordados por tres hombres armados, quienes los forzaron a entrar al edificio mediante amenazas y agresiones físicas.
Las cámaras documentaron cómo las víctimas, obligadas por la fuerza y por las escaleras, fueron llevadas a la terraza del edificio. Al descubrir que Acuña Castillo residía en el departamento 301, los ladrones se dirigieron al tercer piso para continuar con el atraco.
En el interior del departamento, fueron atados con precintos plásticos. Mientras Acuña Castillo era amenazada en una habitación, Acevedo Ochoa y su amigo permanecían en el living. La violencia persistía, exigiendo más dinero que los 5000 dólares y teléfonos celulares ya obtenidos.
Sin embargo, la entrada repentina del oficial de la Policía de la Ciudad obligó a los delincuentes a cambiar sus planes. Sorprendidos, optaron por escapar por el balcón. Acuña Castillo aprovechó el momento para liberarse y permitir el acceso al oficial.
En una acción rápida, el oficial persiguió a los ladrones, logrando reducir a uno de ellos, identificado como Euclides Blanchard Queró. En la terraza, otro policía detuvo a Alejandro Jiménez Balza y encontraron una réplica de un revólver oculta en un arbusto. A pesar de la detención de dos sospechosos, un tercer delincuente logró escapar.
Posteriormente, un vecino informó al personal policial sobre el hallazgo de un arma de fuego en la terraza: una pistola marca Bersa. Tras la detención, se recuperaron varios objetos robados, pero el ladrón que escapó con el dinero aún no ha sido identificado.
En sus declaraciones indagatorias, los dos ciudadanos venezolanos se negaron a hablar. El juez Bonanno procesó a ambos con prisión preventiva por los delitos de robo con armas de fuego en concurso real con portación de arma de fuego de uso civil. Los investigadores sostienen que no se trató de un robo al azar, sino que los delincuentes tenían información específica sobre la posible existencia de una suma importante de dinero en el departamento.