8 de mayo 2025 - 18:41hs

Entre los recuerdos felices de salidas familiares hay uno que atesoro como ejemplo de la combinación perfecta de diversión asegurada. El 25 de diciembre de 1987 fuimos con mi mamá, mi papá y mi hermana a ver la película Pie grande y los Henderson y antes comimos en Pumper Nic. Ver un estreno en un feriado en el que casi todo estaba cerrado y comer comida rica era una fiesta. Aún hoy sigue siendo el mejor plan para muchas familias con niños ir al cine y comer en un fast food.

Pumper Nic no está más y nosotros ya no somos jóvenes. Entonces, la nostalgia, ese sentimiento agridulce que trae alegría y tristeza al mismo tiempo, se presentó cuando me enteré de la salida del libro de Solange Levinton: Un sueño made in Argentina. Auge y caída de Pumper Nic, de la preciosa editorial española Libros del Asteroide. Solo por leer su contratapa supe que el libro iba a ser apasionante y así fue.

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En octubre de 1974, poco después de la muerte de Perón y en medio de una violencia política sin precedentes, se inauguró Pumper Nic, el primer fast food de Argentina. Era una copia descarada de las cadenas norteamericanas que introdujo el concepto de comida rápida, como anunciaba su slogan: «Una nueva forma de comer». Su fundador tenía solo veintinueve años y todo lo que sabía sobre montar un negocio lo había aprendido de su padre, un carnicero judío que había llegado sin nada desde Alemania huyendo de los nazis. La atrevida idea de ofrecer hamburguesas "en el país del bife de chorizo" se convirtió en un negocio millonario capaz de sobrevivir durante dos décadas atravesadas por crisis salvajes. Esta investigación, que se alzó con el III Premio Libros del Asteroide, reconstruye la historia de una marca que se transformó en leyenda y que encarnaba el sueño americano en el sur de Latinoamérica. A partir de las peripecias de la familia fundadora, Levinton retrata desde un original punto de vista la compleja realidad política argentina en la segunda mitad del siglo XX. En octubre de 1974, poco después de la muerte de Perón y en medio de una violencia política sin precedentes, se inauguró Pumper Nic, el primer fast food de Argentina. Era una copia descarada de las cadenas norteamericanas que introdujo el concepto de comida rápida, como anunciaba su slogan: «Una nueva forma de comer». Su fundador tenía solo veintinueve años y todo lo que sabía sobre montar un negocio lo había aprendido de su padre, un carnicero judío que había llegado sin nada desde Alemania huyendo de los nazis. La atrevida idea de ofrecer hamburguesas "en el país del bife de chorizo" se convirtió en un negocio millonario capaz de sobrevivir durante dos décadas atravesadas por crisis salvajes. Esta investigación, que se alzó con el III Premio Libros del Asteroide, reconstruye la historia de una marca que se transformó en leyenda y que encarnaba el sueño americano en el sur de Latinoamérica. A partir de las peripecias de la familia fundadora, Levinton retrata desde un original punto de vista la compleja realidad política argentina en la segunda mitad del siglo XX.

El poder de los recuerdos y la investigación

Solange empezó la investigación que derivó en el libro también por recordar un momento feliz de su infancia. Su abuela la iba a buscar al colegio una vez por semana y la llevaba a almorzar a Pumper. Otro plan perfecto. Solange es periodista; esa evocación, por deformación profesional, la llevó a hacerse preguntas sobre qué había pasado con esa cadena tan cercana a sus afectos y los de varias generaciones de argentinos. El resultado, al cabo de cuatro años de investigación y escritura, fue “el libro sobre Pumper Nic” que, aunque recién estemos en mayo, puedo decir que es el libro de no ficción del año.

Si alguien me preguntara para qué sirve la sociología o qué es un texto sociológico (nadie lo va a hacer) podría responderle que lea el libro de Levinton. Es un excelente exponente de lo que se entiende por sociología de la cultura. Esa forma de enlazar lo particular con lo general que parte, como en este caso, de un recuerdo personal para entender y desentrañar una realidad social. Me hubiera encantado que existiera un libro así cuando dictaba Sociología en la cátedra de Filmus en el Ciclo Básico Común. Ojalá algún profesor lo incorpore como parte de la bibliografía obligatoria de alguna materia de Sociales.

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El libro de Pumper tiene muchas capas. Es un libro de investigación, es un libro biográfico, se puede leer como una novela familiar que incorpora el suspenso, como un libro de historia y por sobre todas las cosas es un libro sobre la singularidad de la Argentina, un país que puede llegar a la cima con la misma rapidez que tarda en derrumbarse.

A pesar de que todo lo que cuenta el libro es real y los datos son de dominio público, el lector va avanzando por la historia con una cuota de suspenso. Así que se torna imposible hablar de algunos sucesos que involucraron al creador de Pumper y su familia sin spoilear. Esta nota de Infobae es un buen resumen de todo lo que cuenta el libro y la historia familiar del creador de Pumper Nic: Alfredo Lowenstein.

Voy a elegir ejemplos sueltos de los aspectos más deslumbrantes de la historia y que me dispararon algunas reflexiones:

• El padre de Alfredo, Ludwig Lowenstein (Luis), inmigrante judío, llegó sin nada y se transformó en un magnate de la industria de la carne. Tuvo tres hijos varones. El mayor, Tito, creó la marca Paty y el complejo Las Leñas. El del medio, Roberto, fundó un moderno frigorífico de pollos en la provincia de Entre Ríos. Alfredo fundó Pumper Nic y después invirtió en el shopping Paseo Alcorta y construyó el Paseo de la Infanta. Cuando una sola familia influye tanto en el imaginario de un país, me pregunto cómo habría sido el mundo si no hubiera existido la Shoah. La masacre no sólo truncó vidas, sino que también destruyó modos de vida, cultura, arte e infinidad de riqueza tangible e intangible que todas esas familias le hubieran legado a la humanidad.

• Así como lo mostró Los años setenta de la gente común, de Sebastián Carassai, otro gran libro sociológico, la historia de Pumper contada por Solange es otro aporte para entender que la vida cotidiana no se suspendió en la oscura y larga noche de la dictadura. Un dato obvio, pero poco explorado en la literatura de la década del 70. No es que el libro ignore el contexto en el que se fue sucediendo la creación, la expansión y la decadencia de Pumper. Muy por el contrario, escrito para una editorial española, nada está dado por supuesto y uno lee sobre Pumper a la par de conocer los vaivenes políticos y económicos del país mientras se describen los consumos de la clase media local y la historia del primer fast food argentino.

• Otro dato que me impactó es la descripción minuciosa que hace el libro de la construcción del target de Pumper. Todo local gastronómico tiene un público potencial, pero en este caso había que inventarlo. No existía el concepto de restaurants sin mozos. Esta costumbre tan extendida en la actualidad de retirar tu pedido por caja era totalmente desconocida. Alfredo Lowenstein y su equipo innovaron en marketing, inventando cosas como el club de amigos de Pumper. Instalando las primeras franquicias de una marca, entre muchas otras iniciativas. Vieron el futuro o lo modelaron antes que el resto.

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El final de Pumper Nic y su legado

Como en la vida, lo bueno no dura para siempre, pero es muy shockeante y triste leer sobre el final de Pumper. Pumper fue símbolo de modernidad, encuentro, innovación, libertad, apertura al mundo y felicidad. Sus dueños crearon un sentimiento de pertenencia y orgullo por la empresa que perdura hasta hoy en la mayoría de sus ex empleados. Pumper fue una empresa familiar, un emporio que sobrevivió treinta de los años más convulsionados del país. Quizás el destino de Pumper estaba escrito porque no dejaba de ser una empresa argentina con todas sus virtudes y defectos. La globalización llegó con toda su fuerza en los 2000, era previsible que la supervivencia se viera afectada. Lo poco previsible era la crueldad y la oscuridad con que se dio el desmantelamiento. Quizás deberíamos haber supuesto ese triste desenlace en la elección de las fotos en blanco y negro de Pedro Luis Raota que decoraban las sucursales. Nunca entendí la relación de esas fotos con el concepto de Pumper.

Por si faltaba algún elemento para que esta historia estuviera ligada al derrotero argentino, la familia Lowenstein era la dueña de la galería de arte que exponía la escultura que se le cayó encima y mató a una niña en febrero de 1994 en el Paseo de la Infanta. El caso nunca llegó a juicio y la causa prescribió en 2005.

Al terminar de leer el libro, una siente como que vio una película. La de su vida, la de su país y la del mundo. Eso es mérito de la escritura y la investigación de Solange Levinton.

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