Un Gobierno carcomido por las disputas internas es fácil carne de cañón. Ya lo dijo José Hernández en el poema nacional Martín Fierro: "Los hermanos sean unidos, tengan unión verdadera en cualquier tiempo que sea, porque si entre ellos se pelean, los devoran los de afuera". Sencillo es decirlo, lo difícil es reconstruir la confianza entre gente muy desconfiada, incluso paranoica, y con muy poca experiencia en la gestión pública.
A esta altura, varias cosas ya se saben. El mundo libertario conocía la existencia de estos audios. El consultor político y fundador de La Derecha Diario, Fernando Cerimedo, le dijo a El Observador que hacía tiempo había avisado que estaban dando vueltas, pero "nadie me dio pelota". Además, desmintió que su esposa, la ingeniera química Natalia Basil, auditora de la ANDIS, fuera la persona con la que hablaba Diego Spagnuolo en un bar, presumiblemente el Petit Colón, de la zona de Tribunales de la ciudad de Buenos Aires. Las balas le pican cerca: ahora hay quienes dicen que él fue el responsable de las grabaciones.
Por lo menos, es lo que comenta un alto funcionario en Rosada. "A Spagnuolo lo cagaron". Lo grabó gente de su entorno que escuchó lo que decía y decidieron embocarlo con grabaciones", fue el comentario. Diferencia, eso sí, entre quienes lo grabaron y quienes "compraron ese material". "La persona que lo grabó entregó el material y se llevó una valija", aseguró. Lo que no se sabe todavía es quién puso la plata para llenar "esa valija". ¿Entonces se sabe quién retiró las grabaciones? Aparentemente, todavía no.
Los datos que se conocen del escándalo
Otras cosas más se saben. Cuánto creció el mercado con el Estado de la Droguería Suizo Argentina (más de 2.000%), dejando fuera a buena parte de la competencia; la incapacidad de Spagnuolo para llevar adelante una política, cualquiera sea, en la delicada área de la discapacidad; el desdén de la Rosada por el ajuste que impactó de lleno en la vida de miles de familias que quedaron desprotegidas y, finalmente, un Gobierno incapaz de diseñar una estrategia para enfrentar una crisis de alto impacto.
Una semana después llegaron a la conclusión de que no saldrán fácilmente de esta batalla, y hubo acuerdo en la mesa chica del Gobierno, integrada por Karina Milei, Santiago Caputo y Guillermo Francos, resucitado de un rol inocuo gracias a la intervención de Eduardo Eurnekian, quien aceptó cobijar a Milei a cambio de que permita que el Jefe de Gabinete tome el rol que indica la Constitución.
Las decisiones que se tomaron en el Gobierno
Junto a esto, se tomaron dos decisiones. La primera, llevar la ANDIS a la órbita del Ministerio de Salud, de donde salió el interventor del organismo descentralizado apenas iniciada la crisis, y ahora perderá esa ventaja para tener un presupuesto manejado directamente desde el Ministerio.
La otra, es que iniciarán una ofensiva jurídica, tal como anticipó el Presidente en la fallida caravana que realizó hoy por la avenida Hipólito Yrigoyen, de Lomas de Zamora: "Todo lo que dice (Spagnuolo) es mentira, lo vamos a llevar a la justicia", gritó desde la camioneta fuera de sí. En este complejo panorama, el rol del joven asesor Santiago Caputo parece haber recuperado vigor.
Más tranquilos, en Rosada están convencidos de que el juez Sebastián Casanello "quiere llevarse puesto a alguien del Gobierno". Evalúan que se trata de "un juzgado complicado en intenciones políticas". "Tienen hambre de sangre", dicen. Dispuestos a iniciar una larga batalla en la justicia, ya no les importa lo que haga el juez en la causa: "Nos iremos defendiendo".