El ahora ex candidato de La Libertad Avanza, José Luis Espert, mintió. Una y otra y otra vez. Desaprovechó cada oportunidad servida para decir la verdad. Como si revelar la verdad lo doblegase y eso no lo iba a permitir.
Mintió sobre su relación con Fred Machado a quien un gran jurado de Texas acusó por fraude, lavado y narcotráfico en febrero del 2021. Mintió sobre los vuelos que el acusado con pedido de extradición a los Estados Unidos le habría facilitado para la campaña del 2019.
Sus apoderados de la campaña de ese año no eligieron un camino menos vidrioso. José Bonacci y Lucía Montenegro estarían a un paso del juicio oral tras las irregularidades en la rendición de cuentas de campaña PASO 2021. Los apoderados que estuvieron lejos de convencer al fiscal federal con competencia electoral, Ramiro González.
El fiscal fue clarísimo: “A pesar de las intimaciones cursadas por el Tribunal, la entidad de marras no ha cumplido con lo establecido… pues no ha presentado el Informe Final de Campaña correspondiente a las PASO 2021 categoría diputados… por lo que no se da por aprobada”.
Y fue más allá. “Habiendo tomado conocimiento a través de los medios masivos de comunicación de que existe una denuncia que involucra aportes particulares recibidos por el Partido Unite por la Libertad (Capital Federal) y/o su candidato José Luis Espert, que podrían estar vinculados con la campaña electoral 2019 y toda vez que, este Ministerio Público, con fecha 26/04/2021, en el presente, solicito disponer las siguientes diligencias:
Certifique en el fuero en lo Criminal y Correccional Federal capitalino la existencia y objeto de la causa penal iniciada por sucesos relacionados con los aportes, a los fines de determinar sí en la misma obran constancias que pudieran guardar relación con la materia electoral y en su caso, se informe sobre las operaciones cuestionadas al partido ‘Unite por la libertad’ –Orden Nacional–, más precisamente, si existieron aportes a nombre de Federico Machado. De hallarse aquellos, se informe: fecha, monto y cuenta utilizada por el aportante para la operación”.
Machado y Espert en el mismo objeto de investigación. Sus nombres en un mismo escrito. Un “¿estuvo Machado detrás de la campaña de Espert?” aparecía por primera vez en la justicia electoral.
Espert mintió tanto que, aun queriendo decir la verdad, no queda claro si hubiese sabido por dónde empezar a desdecirse.
Mintió cuando desmintió en el 2020 haber recibido una transferencia de US$ 200.000 desde la empresa de aviación de la socia de Machado, condenada en Estados Unidos. Dijo que se trataba de un “Excel “y señaló a Grabois responsable de la operación.
Cinco años más tarde, ante la contundencia de la información publicada por Hugo Alconada Mon y Paz Rodríguez Niell en La Nación donde figuraba esa transferencia efectuada a través del Bank of América, Espert esgrimió una explicación que si no se trató de una mentira, se le pareció mucho.
Dijo que había cobrado un adelanto de una consultoría de una empresa radicada en Guatemala, cuyo trabajo no pudo concluir porque en ese momento comenzó la pandemia. La plata nunca la devolvió y para sorpresa de nadie, esa empresa tendría vinculaciones con Machado.
Entonces la vuelta al mismo guion que el gobierno de Javier Milei había escrito con escasa capacidad de reacción para responder ante la causa de $Libra y más tarde sobre las supuestas coimas en la Andis donde su ex titular, Diego Spagnuolo, reveló en un audio que registró detalles minuciosos de la operatoria.
El guion lleva el título de operación. Podría haberse llamado Lawfare, pero ese nombre tiene copyright kirchnerista, aunque el espíritu es el mismo. Una mega conspiración de actores poderosos y diversos con el objetivo de ensuciar, proscribir, sacar de la cancha a actores políticos de moral intachable. Las operaciones son eso. No tienen verdades, siquiera visos de realidad. Tal vez en ese convencimiento obligado ante la encerrona, Espert se negó a decir la verdad. Porque si una parte de la “operación” fuese cierta, podría serlo todo.
Y como en el caso de Cristina Fernández de Kirchner, parte de los conspiradores tejían al calor de los Tribunales Federales de Comodoro Py 2002, en el caso de Espert, la “marca” se la llevó toda Juan Grabois.
"Estoy muy golpeado, roto", dijo en una de sus erráticas presentaciones mediáticas. Esta vez con lágrimas en los ojos la voz quebrada: “Por el estrago que este hijo de puta de Grabois, lo que ha hecho con mi familia, con mi nombre. Tengo hijos, hermanos, una esposa. Y esta basura lo que ha hecho con mi nombre y el de mi padre, la verdad duele".
"A este juego nos llevan esta manga de delincuentes y se la vamos a ganar. Voy a demostrar en la Justicia que mi inocencia es total en esto. Me siento muy mal, pero con la mente para seguir trabajando".
Espert construyó una matrioshka de mentiras. Esas figuras huecas que se guardan una dentro de la otra, encajan, se abren. Hasta llegar al corazón de la figura, que es sólida y ya no se puede desarmar.