Opinión > ANÁLISIS/ CLAUDIO ROMANOFF

Astori y cuándo poco es mucho

Una lectura política y económica sobre la controversia interna entre el ministro de trabajo Ernesto Murro y el jefe del Ministerio de Economía sobre los cincuentones
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16 de diciembre de 2017 a las 05:00
Danilo Astori entregó mucho para lograr lo que parece poco. De ahí que una buena parte de los analistas y observadores de la política vean al ministro de trabajo, Ernesto Murro, como un claro ganador de la controversia interna sobre el tema de los cincuentones.

Y no les falta razón al advertir que el padre del proyecto de ley de reparación a esas jubilaciones logró el objetivo de perjudicar a las AFAP al imponerles un tope equivalente al 50% de la más barata, República AFAP. Es obvio que eso significa fijar un precio y dañar el negocio de las aseguradoras privadas en grados dispares. Murro también consiguió que los cincuentones deban optar ahora, ni bien aprobada la ley sobre pasarse al BPS o pasar sus ahorros a las AFAP, algo que los perjudica y podría beneficiar al sector público.

Esos logros no son poca cosa.

Astori arrancó el partido perdiendo por varios goles. El presidente Tabaré Vázquez no aceptó cambiar el proyecto original aun cuando su ministro de Economía advirtió que, en vez de US$ 2.500 millones costaría US$ 3.700 millones. Esa cifra, pagadera en más de 40 años, alimenta un déficit de 3,5% que parece invulnerable a los sucesivos aumentos de impuestos y tarifas con fines recaudatorios. Entonces, Astori y todo su equipo transmitió por lo bajo que ello horadaría las finanzas públicas a un punto límite que haría imposible la permanencia de todo el grupo en cargos de gobierno. El MEF quería topear en 80% y al final el Frente transó en 90%.

¿Puso toda la carne en el asador para lograr una quita del 10%, además de entregar a las AFAP?

El asunto es que ese 10% significa un ahorro de un 30% del proyecto original, equivalente a US$ 1.200 millones del proyecto original. Y ello permite abrigar la esperanza de que las calificadoras de riesgo mantengan el grado inversor, que habilita a pagar una tasa de interés baja en las emisiones de deuda local. Es la deuda que, en forma creciente, se emplea para financiar el déficit.

Parece poco, pero es mucho.

Y es mucho más desde el punto de vista político la comprensión frentista de que la renuncia de Astori le provocaría un daño grande al gobierno y a la coalición. Aunque le pegan cada vez que pueden, al final de todo es el ministro quien pone la cara para dar las malas noticias y quien ha evitado el desmadre en un Estado que sigue descorchando como si la fiesta fuera eterna.

Y los que deberían festejar por los mismos motivos son Daniel Martínez y Luis Lacalle Pou porque el líder de Asamblea Uruguay es la mejor carta del Frente para amansar el potro de un déficit que –ya lo vemos–puede condicionar y maniatar al próximo gobierno. Mientras Astori se mantenga en el gobierno hará lo que pueda por bajar el rojo en las cuentas del Estado y tal vez sea de los pocos capaz de resistir la tentación de bajar impuestos en el año electoral, como la conveniencia política manda.

En suma, Astori pasó de la mayor debilidad a una posición de mayor fortaleza, arrancó aislado y terminó rodeado.

Exhibió estrategia y tomó riesgo en una partida en la que puede sentirse ganador en el terreno de sus prioridades económicas y políticas.

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