El pozo de petróleo estalla en llamas. Mientras el calor abrasa a los hombres que corren despavoridos, Daniel Plainview se para estoico, con la cara manchada de grasa negra y el ceño fruncido. Es una secuencia para la historia dentro de una película para la historia. There will be blood, se llamó; Petróleo Sangriento, en Uruguay. Fue la mejor película del 2007. También de lo que va del siglo XXI. La mejor del director Paul Thomas Anderson. Y del actor Daniel Day-Lewis.
La fusión de Anderson con Day-Lewis logró dar un nuevo paso de calidad y llevó la cinematografía de este siglo a niveles extremadamente altos e intensos. Hasta el momento son pocas las obras que han igualado la mixtura de recursos estéticos, destreza cinematográfica e impacto que tuvo aquella película. Y por eso, tal vez, la noticia de que Daniel Day-Lewis se retiraba del
cine luego de
El hilo fantasma provocó desazón entre los seguidores del séptimo
arte.
Por un lado, la decisión priva al público de seguir disfrutando de uno de los intérpretes más exquisitos del cine reciente. Por el otro, es el adiós final para la posibilidad de ver en pantalla más trabajos del tándem que generó con Anderson.
Aunque Day-Lewis (60) siempre tendrá las puertas del cine abiertas –el hombre está en la plenitud de su vida y ha declarado que le siguen lloviendo guiones–, si 2018 marca efectivamente su despedida, lo hará con una de sus mejores interpretaciones y una película que pone a Paul Thomas Anderson junto a los mejores autores que posee el cine contemporáneo.
El hilo fantasma, que se estrena en cines locales este jueves, es todo lo que los seguidores de Anderson y Day-Lewis esperaban: una película pesada, potente y con una carga semántica afilada que indaga con profundidad en la naturaleza del
amor.
La fiebre del amor
La idea llegó en un sueño febril. Anderson se revolcaba de dolor e incomodidad en su cama, sin saber qué hacer para sentirse mejor por unos síntomas que lo habían postrado allí. Su mujer, mientras, hacía lo que podía por cuidarlo. Entre paños fríos y remedios caseros y de laboratorio, surgió El hilo fantasma. A partir de su propia dependencia, Anderson ideó la relación de dos amantes, en la que el amor muestra su cara más masoquista y necesitada.
Anderson quería que este masoquismo interrumpiera un ambiente controlado, similar al que proponía el siniestro Lancaster Dodd en The Master, una de sus películas más recientes. Para eso el autor situó la historia en el mundo de la alta costura. En su idealización de este universo plantea un eje que controla cada uno de sus aristas. En El hilo fantasma ese eje es el personaje de Reynolds Woodcock, un sastre de mucha calidad que se dedica a crear vestidos para la alta sociedad inglesa de la década de 1950. Woodcock –Daniel Day-Lewis– tiene todo controlado, pero siente debilidad por las relaciones amorosas descartables. El hombre se enamora, convive, se aburre, y cuando ya le resulta insoportable la sola idea de mirar a esa persona, la desecha.
Y el sistema le funciona hasta la aparición de Alma (la actriz de Luxemburgo Vicky Krieps), que le rompe un esquema consolidado durante años. Woodcock se enamora de Alma y la invita a vivir con él, momento en el que se desata el nudo y a partir del cual se expone abiertamente lo que Anderson piensa de las relaciones.
El hilo fantasma
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"El amor está asociado a síntomas como la obsesión. No puedes pensar en otra cosa que en la persona amada y, llegado a un extremo, no puedes comer. Vuelve a la gente loca y te obliga a hacer cosas muy extrañas. ¿Quién nos ha vendido que es algo maravilloso? ¿Un psicópata? El amor es una película de terror", dijo el director en una entrevista reciente con El Mundo de España.
Es lógico, entonces, que en El hilo fantasma el amor no sea una experiencia necesariamente agradable. Es casi una necesidad compulsiva, un instinto primigenio agridulce que lleva a las personas a romper moldes que funcionan sin él. Para el propio Anderson, el amor es una enfermedad. Algo que despierta síntomas obsesivos y casi destructivos. En los personajes de Woodcock y Alma, el amor se traduce en un choque constante de personalidades avasalladoras. En una esquina, la frialdad y la dureza del modisto; en la otra, la calidez rebelde y la naturaleza salvaje de su pareja.
La colisión es inminente pero se construye de manera pausada, con Anderson controlando cada uno de los apartados narrativos y técnicos de su obra. Desde el vestuario hasta la iluminación, El hilo fantasma es una prenda confeccionada con la mayor atención y dedicación, lo que hace que el resultado sea visualmente armónico y narrativamente perfecto.
La columna vertebral del elenco es Daniel Day-Lewis, que se despide con una actuación formidable. A veces produce escalofríos, otras empatía y otras desdén. Es la última puntada de un actor que deja la vara altísima y que lo hace con un personaje que, en otras manos, podría resultar cansino o exasperante. El irlandés está apoyado de gran manera por Krieps y Lesley Manville, que interpreta a la manipuladora hermana del protagonista.
El hilo fantasma
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El hilo fantasma tiene seis nominaciones al Oscar: Mejor director, Mejor película, Mejor actor (Day-Lewis), Mejor actriz de reparto (Manville), Mejor diseño de vestuario y Mejor banda sonora. De los pesados es difícil que se lleve alguno, a pesar de que todos merecerían el reconocimiento por la confección de esta obra. Sin embargo, poco importa.
Sería casi imposible derribar la imagen del desquiciado Day-Lewis frente a la fuente de petróleo en Petróleo sangriento, una película que seguramente quedará como lo más sobresaliente de Anderson y del actor. Pero El hilo fantasma tiene todos los méritos para acercase a ella y colarse entre lo mejor de la filmografía de ambos artistas.
"El amor está asociado a síntomas como la obsesión. No puedes pensar en otra cosa que en la persona amada y, llegado a un extremo, no puedes comer. Vuelve a la gente loca y te obliga a hacer cosas muy extrañas. ¿Quién nos ha vendido que es algo maravilloso? ¿Un psicópata? El amor es una película de terror", dijo el director en una entrevista reciente con El Mundo de España.