Agro > FERNANDO CAIRO CAYAFFA

"En la ciudad ni se imaginan el brutal sacrificio que hay atrás de cada litro de leche"

Entrevista a un articulador de negocios con genética de razas lecheras durante más de 40 años
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20 de abril de 2018 a las 05:00
¿Cuándo comenzó a trabajar en los remates de ganado lechero?
En febrero de 1973, con Alfredo de Palleja, él trabajaba en Casa Victorica y le dieron a su cargo la sucursal Florida, porque era muy idóneo en Holando. Éramos un equipo de dos, él remataba y yo era el todo terreno (risas), pero igual dimos dura lucha en una competencia feroz con escritorios que tenían equipos de 12 a 15 personas y fuimos creciendo.

¿Recuerda su primer remate?
Fue en una exposición auspiciada por la Sociedad de Criadores de Holando del Uruguay, en el local de la Asociación Rural de Florida (ARF), una de las muestras más grandes después del Prado. Fue la plana superior de Casa Victorica para darle respaldo a Alfredo, fueron Juan José y sus hijos Carlos y Augusto y el principal cuando llegaron los toros que teníamos consignados con gran hidalguía hizo una introducción, le dio el martillo y le dijo 'ahora remate usted' y Alfredo lo hizo tan bien que nunca más largó el martillo.

Usted también es rematador.
Sí, rematador y tasador público, matrícula N° 3061, pero Alfredo me derivó a otras tareas, a organizar remates y fui aprendiendo a revisar ganado, a tratar con vendedores y compradores, con la prensa y tuve que hacer de todo, hice más de 500 afiches publicitarios y ninguno fue igual a otro y en cada uno puse ingenio para defender al vendedor e informar bien al comprador. Me quisieron dar el martillo más de una vez, pero no quise.

Trabajó en varios escritorios.
Hubo dos etapas muy lindas, primero con Alfredo y luego con Ruben Urchitano, más de 20 años con cada uno. Con Alfredo estuvimos hasta 1975 con Casa Victorica. Ese año, en la Rural de Florida se va Paco Delgado y traen a Romualdo Rodríguez que forma una firma con Alfredo y su hermano Edgardo de Palleja. Funcionamos en la sede de la ARF y en 1978 Alfredo compra una casa en el centro de la ciudad en 12 cuotas en dólares, como se vendía el Holando (risas). En 1980 Edgardo Irigaray decide formar otro escritorio y se da algo parecido al pase de Lionel Messi de aquella época (risas), los hermanos De Palleja y sus colaboradores (Pepe Mendizabal y yo) nos fuimos con Irigaray. Yo iba a dónde iba Alfredo. Eso duró un año, vino una crisis y no se aguantó. Así se armó la firma de los hermanos De Palleja, que se separan en 1984 –el año en el que me caso– y yo decido quedarme con Alfredo y empezar desde cero. En 1993 él fallece y su señora Mónica Taranto sigue con el escritorio, que cierra en 1995. En 1996, tengo un recorte de El Observador con la nota, es mi pase al escritorio Urchitano y ahí estuve hasta ahora.

¿Le costó jubilarse?
Fueron muchos años. Tuve el privilegio de trabajar con las principales cabañas y hacer liquidaciones históricas. Eso lo llevo en el corazón, pero lo necesitaba, lo hice de a poco y sigo vinculado, me llaman, me piden algún consejo, pero no extraño. Urchitano me hizo un precioso homenaje y cabaña San Alberto, con la que trabajé en sus 32 remates anuales, también. Esos reconocimientos me emocionaron. El detonante de la jubilación en cierto modo fue el nacimiento de mi nieto. Trabajar con Alfredo de Palleja, que fue un creador de cuencas lecheras, fue impresionante. Y Urchitano merece su homenaje, es el mayor exportador de Holando en pie al exterior con todo lo que eso significa. De cada compañero aprendí y espero haber dejado lo mío. Y si bien cada persona es fundamental, quiero hacer un reconocimiento al tomador de precios en la pista. En una venta fluida cualquiera remata, pero si la mano viene complicada esa gente saca el partido adelante.

Los remates han cambiado.
Hay más herramientas, antes era un esfuerzo brutal llegarle a la gente. Igual siempre la clave es tener una buena oferta para defenderla y no engañar a la gente para que al año siguiente vuelva a confiar. Probamos la pantalla, pero al tambero le gusta ver la vaca en la pista, con el ternero al pie. Iugal todo cambia y hay que adaptarse. Mejoró la infraestructura, mejoró la genética, mejoró la producción. Tuve la fortuna de vivir ese momento mágico que es una liquidación de un tambo, cada uno es una historia porque cambian los vendedores, los compradores, los animales y el momento, es como un clásico del fútbol, no hay dos iguales, recién hay una revancha el año siguiente y eso es lo que lo hace un momento tan atractivo y con tanto nervio que recién se supera cuando el remate se resuelve.

¿Cómo ve al sector lechero?
Complicado, viene de una crisis grande, está muy endeudado, no hay muchas ayudas. En la financiación hay un freno, es lógico, entonces el que remata debe redoblar la financiación y dar un año en vez de seis meses. No es fácil trabajar en el tambo, no existe el feriado, la vaca se ordeña todos los días. Dos por tres hay crisis. Y el sector no tiene el adecuado reconocimiento de la gente, en la ciudad ni se imaginan el brutal sacrificio y conocimiento que hay atrás de cada litro de leche, que además no tiene un precio adecuado al esfuerzo que lleva producirlo.

¿Recuerda alguna anécdota?
Estuve en remates en los 19 departamentos, hay como para un libro. En un remate de Industrias Rurales de San José un cliente anunció que iba a ir a comprar 10 vacas y un toro, pero terminó comprando al revés, 10 toros y una vaca. Otra es que trabajando con De Palleja hicimos la liquidación del tambo, 1.000 Holando y la maquinaria, a Felipe Urchitano, el padre de quien terminó siendo mi siguiente patrón. Otra vez se me ocurrió que una promoción en radio para un remate la grabe el Gauchito del Talud, Carlos Modernell, que aceptó y demostró una capacidad brutal: no le llevamos nada escrito, le contamos de qué trataba la venta y en unos minutos estábamos de viaje hacia Florida con el cassette en la mano.

Floridense, familiero y de Peñarol

  • Datos: Nació el 26 de enero de 1951, en Florida.
  • Familia. Casado con María Selva Acosta Lanz, tiene dos hijos –Magela, ingeniera de sistemas, y Gonzalo, contador público– y un nieto, Teo, de un año y dos meses.
  • Actividad: Jubilado.
  • Pasatiempos: El fútbol y la lectura.
  • Fútbol: "Socio de Peñarol y butaquista en el estadio Campeón del Siglo".

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