6 de agosto 2024 - 2:06hs

La Fed tuvo un pésimo timing. Pero si busca entender qué potenció este lunes negro, su hombre es Kazuo Ueda.

El día que Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal (Fed), decidió una vez más mantener las tasas -justo un año en pausa-, del otro lado del mundo, el gobernador del Banco de Japón las subía.

Era la segunda vez en 17 años y retiraba además el masivo estímulo monetario del que dependía el mercado. En marzo, ya había hecho historia al llevar la tasa a terreno positivo.

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Japón fue ayer el epicentro del terremoto bursátil que recorrió el mundo. No fue estrictamente culpa de Ueda. No podía saber el miércoles que el jueves la tasa de desempleo de EE.UU. obligaría a recalcularlo todo.

Es que la debilidad que mostró el mercado laboral (la tasa de desempleo fue de 4,3%, un máximo en casi tres años) encendió la alerta de una posible recesión en el corto plazo.

El índice Topix de Japón así como el Nikkei cayeron 12% en su peor día desde el gran crash de 1987.

En pocas palabras, había fuertes apuestas a la debilidad del yen pero quedó claro que la trayectoria de tasas en Japón y EE.UU. ya no sería la esperada. En un movimiento de pánico, se deshicieron posiciones, fortaleciendo al yen, que subió 3%.

Los mercados estaban tan nerviosos que en un momento de la rueda llegaron a reflejar en los precios 60% de probabilidades de que la Fed intervenga antes de su próxima reunión.

Luego cedieron (32%) gracias a datos positivos sobre la expansión de la industria de servicios en EE.UU. Lo que hace pensar que datos menos alarmantes pueden atemperar la reacción de los inversores.

Por ahora, no obstante, el índice VIX -también conocido como una medida del miedo en Wall Street- se encuentra en su punto más alto desde 2020.

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Europa también apura el paso

El yen no fue el único que salió fortalecido en un día de desplome bursátiles generalizados. El euro ganó 0,9% a 1,1 por dólar, su nivel más alto desde principios de enero.

Fue el segundo mejor desempeño después del yen y redujo las pérdidas de la moneda en el año a 0,6%. Otra muestra de cómo todo se dio vuelta en tan poco tiempo.

En junio, el euro cotizaba a 1,06-1,07 en plena crisis del ascenso de la extrema derecha en Francia y muchos anticipaban que caería a 1,05.

Hoy el mercado espera que la Fed “se active” y empiece a recortar la tasa mucho más seguido y más agresivamente que el Banco Central Europeo (BCE).

Los futuros indican que los operadores esperan recortes de 132 puntos básicos (pb.) en EE.UU. en lo que resta del año contra 110 pb. en la zona euro. Algunos creen que en la próxima reunión puede acometer con un recorte de 50 pb.

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El cambio de expectativas fue tan abrupto que el mercado anticipaba bajas de 41 pb en el caso de la Fed y de 79 en el del BCE apenas el 29 de julio, hace cinco días. En Inglaterra, se movieron de 64 a 83 pb.

Christine Lagarde, presidenta del BCE, ya comenzó el ciclo de relajación monetaria en junio. Si se quiere, haber tenido el reflejo de intervenir pese a las complejidades de la zona euro, es una suerte de reivindicación.

Lagarde fue, en su momento, muy criticada por haber iniciado tardíamente al ajuste monetario: fue en julio de 2023, cuando Powell hacía más de un año que venía endureciendo las condiciones crediticias (marzo de 2022).

Las caídas de las bolsas no perdonaron a ningún mercado. El Euro Stoxx 50 retrocedió 1,45% como indicador general de la región. Entre los países, Reino Unido, 2%; España 2,34%; Alemania, 1,82% y Francia, 1,42%.

Oportunidad táctica para comprar

En Nueva York, el principal indicador, el S&P 500 cayó 3% en su peor día desde septiembre de 2022. Idéntico fue el desplome del Nasdaq, su borró en una jornada unos u$s 907.000 millones.

Es que las ventas se concentraron en los “Siete Magníficos”, el grupo de tecnológicas como Nvidia y Apple, que en ciertos momentos de la rueda llegaron a perder 10% y representan 43% del Nasdaq.

Finalmente, los rojos no fueron tan dramáticos pero siguen sumando: Nvidia (-6.4%), Apple (-4.8%) y Microsoft (-3.3%) estuvieron entre las más castigadas.

No ayudó mucho que la empresa de Warren Buffett haya vendido casi 50% de su participación de Apple como parte de su maratónica retirada de la empresa en el segundo trimestre que ya le redituó u$s 276.900 millones.

A medida que la sangría continuaba, desde la mesa de operaciones del JP Morgan dijeron que la rotación de las carteras para salir del sector tecnológico ya estaba casi completa y que el mercado se acercaba a una oportunidad táctica de comprar barato (“buy the dip”).

Finalmente, el temor a una recesión y la expectativa de un rápido y agresivo recorte de tasas alimentó un rally impresionante en la deuda estadounidense de corto plazo, la más sensible a la política monetaria.

Lo mismo pasó con la deuda más corta alemana, reflejo de la inminencia de tasas más bajas. Los Bunds a dos años terminaron a 2,15%

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El rendimiento de la deuda a dos años estaba en 3,65%, por debajo de los 3,67% de los bonos a 10 años, volviendo la curva positiva (esto significa que ya no está invertida, se normaliza) por primera vez desde julio de 2022.

De todos modos, el fenómeno duró poco ya que el bono a dos año cerró a 3,89% y el de 10 años a 3,78%.

No deja de ser una buena muestra del ánimo del mercado el hecho de que los Treasuries a dos años no habían estado tan alejados de la tasa de la Fed desde la crisis financiera global o el crash de las puntocom.

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