Un estudio reciente revela que ciertos cambios en el estilo de vida pueden tener un impacto profundo en la salud del cerebro. De la mano de neurólogos expertos y avalados por la ciencia, puedes cambiar tu calidad de vida futura con solo cuatro hábitos.
Estos hallazgos, publicados en Alzheimer's Research & Therapy, son especialmente significativos para aquellos que enfrentan el desafío de enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer. Aquí exploramos cuatro recomendaciones esenciales para cuidar tu bienestar respaldadas por la ciencia que pueden ayudar a mejorar la función cognitiva y ralentizar la progresión de la demencia, incluso en sus etapas iniciales.
Cuatro cambios vitales en el estilo de vida para potenciar la salud del cerebro, según la ciencia
El estudio liderado por Dean Ornish, fundador y presidente del Instituto de Investigación de Medicina Preventiva, ha identificado cuatro intervenciones clave que contribuyen significativamente a la salud del cerebro:
actividad física
La actividad física diaria combinada con entrenamiento de fuerza puede combatir el deterioro cognitivo.
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Manejo del estrés: técnicas como la meditación, el yoga y los ejercicios de respiración son fundamentales para reducir el estrés, que puede afectar adversamente la función cerebral.
Apoyo social: participar en grupos de apoyo regularmente para fomentar la interacción social y el apoyo emocional, esenciales para la salud mental.
Resultados y efectividad de las intervenciones en el estudio del cerebro
El estudio no solo propuso estas intervenciones, sino que también demostró su efectividad mediante una evaluación rigurosa:
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La participación en grupos de apoyo se correlaciona con una mejor calidad de vida y salud mental en pacientes con Alzheimer.
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Mejoras cognitivas: los participantes que siguieron las cuatro intervenciones mostraron mejoras en tres de las cuatro herramientas de evaluación cognitiva utilizadas, contrastando significativamente con el grupo que no realizó las intervenciones, cuyo estado cognitivo generalmente empeoró.
Progresión de la enfermedad: el grupo de intervención experimentó una progresión menos severa del alzhéimer comparado con el grupo de control, destacando la eficacia de un estilo de vida activo y consciente en la ralentización de la enfermedad.
Respuesta dosis-respuesta: hubo una correlación directa entre el grado de adhesión a los cambios de estilo de vida y las mejoras en la función cognitiva y otros biomarcadores clínicamente relevantes.