Un paseo por sus restos arqueológicos es un viaje al pasado que te transportará a una época llena de historias de conquistas, comercio, arte y cultura.
Barcelona es conocida por su arquitectura modernista, sus playas y su vibrante vida urbana. Pero, ¿sabías que bajo las bulliciosas calles y las impresionantes obras de Gaudí se oculta una ciudad romana que fue testigo de grandes momentos de la historia?.
Barcino, como la conocían los romanos, es la raíz misma de la Barcelona que hoy se conoce. Un paseo por sus restos arqueológicos es un viaje al pasado que te transportará a una época llena de historias de conquistas, comercio, arte y cultura. Acompáñame a descubrir los secretos mejor guardados de la Barcelona romana.
Es una ciudad estratégica fundada en el siglo I a.C., en una época en la que el Imperio Romano se expandía a lo largo de la Península Ibérica. La elección del lugar no fue al azar; Barcino se estableció en un enclave estratégico que ofrecía una posición defensiva privilegiada entre montañas y el mar Mediterráneo. Además, su cercanía a otras importantes ciudades romanas, como Tarraco (actual Tarragona), la convertía en un punto clave para el comercio y el transporte.
Una ciudad llena de vida, así era Barcino en su apogeo durante su época de esplendor, y con el paso del tiempo, se convirtió en un bullicioso núcleo urbano con una estructura muy característica de las ciudades romanas. Tenía su foro, un lugar de encuentro donde se desarrollaban debates políticos, reuniones sociales y negocios. Los romanos paseaban por calles empedradas rodeadas de casas lujosas con patios interiores llenos de mosaicos y fuentes que aún hoy se pueden ver en algunas partes de la ciudad.
El acueducto, que traía agua desde las montañas, alimentaba las termas públicas donde los ciudadanos se reunían no solo para bañarse, sino también para socializar y debatir sobre la vida cotidiana. Las murallas de Barcino, construidas para proteger la ciudad de posibles invasiones, todavía se mantienen en pie en ciertos puntos, como un recordatorio silencioso del poder y la ingeniosa arquitectura romana.
Una de las maravillas de Barcino es que, a pesar de los siglos que han pasado, aún es posible ver muchos de sus restos. El Museo de Historia de Barcelona (MUHBA) ofrece un recorrido subterráneo donde puedes caminar por las calles de la antigua ciudad romana, descubrir restos de tiendas, fábricas de salazón, mosaicos y hasta una lavandería romana.
Además, pasear por el Barrio Gótico es sumergirse en la historia viva de Barcino. En la Plaça Nova, puedes observar los restos del antiguo acueducto y dos de las torres que formaban parte de la muralla romana. La Catedral de Barcelona también esconde vestigios de la antigua ciudad romana, y en la Plaça del Rei, una pequeña plaza escondida, puedes admirar la entrada a las galerías subterráneas que nos llevan al corazón de la Barcelona romana.
1. El nombre de Barcino tiene varias teorías sobre su origen. Algunos historiadores creen que proviene de una antigua palabra íbera, mientras que otros aseguran que tiene raíces cartaginesas. Lo cierto es que, con el paso del tiempo, evolucionó hasta convertirse en el actual "Barcelona".
2. Una moneda única: En Barcino se acuñaron monedas propias, con el nombre de la ciudad grabado en ellas. Esto demuestra la importancia que tuvo como centro comercial y político durante la época romana.
3. Bajo la sombra de la montaña de Montjuïc, se encontraba una necrópolis romana. Hoy en día, los restos encontrados allí se pueden ver en el museo arqueológico de la ciudad, y nos cuentan la historia de cómo vivían y morían los habitantes de Barchino.
Aunque muchas veces no lo notemos, la huella de Barcino sigue presente en la Barcelona actual. El diseño del Barrio Gótico, con sus estrechas callejuelas, es un reflejo de la antigua trama urbana romana. La Via Laietana, una de las principales arterias de la ciudad, fue construida siguiendo el antiguo Decumanus Maximus, la calle principal de la ciudad romana que cruzaba Barcino de este a oeste.
Además, las plazas, como la Plaça Sant Jaume, donde se encuentran el Ayuntamiento y el Palacio de la Generalitat, están ubicadas justo donde en su momento estaba el foro romano, el epicentro de la vida pública de Barcino.
Hoy, la ciudad moderna sigue latiendo al ritmo de su pasado romano. Cada vez que caminas por sus calles, cruzas la historia de Barcino. La próxima vez que pasees por Barcelona, tómate un momento para mirar bajo tus pies e imaginar cómo, hace más de 2.000 años, los habitantes de Barcino construyeron las bases de lo que hoy es una de las ciudades más icónicas del mundo.
Así que, si buscas un viaje diferente, un viaje en el tiempo, no necesitas una máquina del tiempo: solo necesitas un buen par de zapatos y un poco de curiosidad para descubrir la Barcino que sigue viva bajo la Barcelona que todos conocemos.