El temor a una confrontación nuclear a gran escala sigue creciendo, especialmente con la creciente tensión entre Rusia y Occidente en el marco del conflicto en Ucrania. En este contexto, un reciente análisis ha calculado las devastadoras consecuencias de una III Guerra Mundial, que podría resultar en la muerte de más de 6.700 millones de personas debido a la escasez de alimentos.
Sin embargo, no todos los países del planeta estarían igualmente afectados por los efectos devastadores de un conflicto nuclear.
Un mundo sumido en la hambruna global
Según un análisis publicado en la revista Nature Food y recogido por Newsweek, una guerra nuclear a gran escala desencadenaría un colapso alimentario global. El resultado sería una hambruna masiva debido a la destrucción de cosechas, la alteración del clima global y la pérdida de acceso a los recursos alimentarios internacionales. En este escenario, la población mundial se vería afectada por la falta de alimentos, especialmente en las naciones con sistemas agrícolas dependientes de importaciones.
Sin embargo, hay lugares que, gracias a sus recursos naturales y capacidad de producción, podrían eludir las consecuencias más graves de la crisis alimentaria. Un estudio ha identificado 11 países que, a pesar de sufrir el impacto de una guerra nuclear, serían capaces de sostener la vida de sus poblaciones sin que la falta de alimentos genere un desastre humanitario masivo.
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El mundo en peligro, todas las hipótesis ante una eventual III Guerra Mundial.
Los 11 países más seguros en caso de Guerra Nuclear
De acuerdo con los cálculos, los países que tienen mayores posibilidades de evitar la hambruna global son:
- Australia
- Argentina
- Uruguay
- Paraguay
- Brasil
- Costa Rica
- Haití
- Islandia
- Guinea-Bissau
- Gambia
- Omán
La clave para la supervivencia en estos países radica en su capacidad de producción alimentaria interna. A diferencia de otras naciones que dependen de las importaciones para alimentar a sus poblaciones, estos países cuentan con recursos agrícolas y ganaderos que les permitirían sostener a sus habitantes incluso en un escenario de aislamiento global.
Efectos de la Guerra Nuclear
Mientras que estos 11 países tendrían una relativa seguridad alimentaria, otras naciones, especialmente potencias como Estados Unidos, Canadá y gran parte de Europa, experimentarían una pérdida masiva de población debido a la falta de alimentos. Según las simulaciones del estudio, en el caso de Estados Unidos, el 98% de la población moriría de hambre en los dos años posteriores a un conflicto nuclear, especialmente si el ganado no pudiera ser alimentado debido a la escasez de granos.
Las simulaciones también han analizado otros escenarios, como el de la "ganadería parcial", donde el 50% de los granos destinados al ganado serían redirigidos para consumo humano. A pesar de estos esfuerzos, la situación seguiría siendo crítica para muchas naciones, y la falta de comercio internacional empeoraría aún más la crisis alimentaria global.
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Efectos del conflicto militar entre Rusia y Ucrania.
Otros efectos devastadores
Además del hambre, los efectos inmediatos de una explosión nuclear, como la onda expansiva, el calor extremo y la radiación, serían fatales en muchas regiones del mundo. Según un estudio de la Universidad de Nicosia, el lugar más seguro dentro de un edificio en caso de una explosión nuclear sería una esquina alejada de ventanas y puertas, preferiblemente en una estructura resistente. Esto resalta la importancia de la preparación en zonas de riesgo, que podrían ser claves para sobrevivir a un ataque nuclear.
La amenaza de una III Guerra Mundial nuclear sigue siendo una preocupación mundial, y aunque los efectos devastadores de una guerra de este tipo son innegables, algunos países parecen estar en una mejor posición para sobrevivir a la crisis alimentaria derivada de este conflicto global.
Sin embargo, el análisis también pone de manifiesto la vulnerabilidad de las naciones más dependientes de las importaciones y subraya la importancia de la autosuficiencia alimentaria como un factor clave para la resiliencia frente a eventos catastróficos.
La situación mundial actual exige una reflexión sobre las posibles consecuencias de un conflicto nuclear, y aunque la esperanza es que nunca llegue a materializarse, los países más preparados para enfrentar esta eventualidad podrían marcar la diferencia en el futuro.