Calma tensa. Así describen en estos momentos en algunas grandes energéticas españolas la escalada de presión empresarial que se vive en medio mundo ante la amenaza de subida de aranceles lanzada por Donald Trump, que hace unos días asumió de nuevo la presidencia de EEUU.
Si finalmente se concretan esas amenazas hacia la Unión Europea, España saldría muy perjudicada. Sobre todo porque el sector energético español ha creado desde hace tres años una enorme dependencia del gas norteamericano.
El grueso de los intercambios comerciales en estos momentos entre España y Estados Unidos es precisamente por la energía. Según datos del Ministerio de Economía, en 2024, los intercambios comerciales España-Estados Unidos ascendieron a 42.700 millones de euros, de los que prácticamente una cuarta parte (10.000 millones) son intercambios energéticos.
Del total de intercambios comerciales, 16.600 millones fueron exportaciones de España hacia Estados Unidos, y 26.100 millones fueron al revés, es decir, exportaciones de EEUU hacia España. De las exportaciones de España a Estados Unidos, el primer lugar lo ocupan los "materiales eléctricos", con 2.200 millones. Le sigue la "maquinaria eléctrica" con 1.300 millones, y a muy poca distancia, los "hidrocarburos", con 1.200 millones.
Lo que está totalmente descompensado es el gas que compra España a Estados Unidos. De los 26.100 millones de exportaciones de EEUU a España en 2024, 8.800 millones fueron hidrocarburos, según la clasificación del ministerio de Economía, que incluye esencialmente gas.
Ucrania lo cambió todo
El gas americano ha pasado a ser crucial en el sistema energético español a raíz de la guerra de Rusia contra Ucrania.
Este conflicto tensionó los precios del gas al alza en el mundo e hizo que el gas americano -difícil y costoso de extraer- fuera más competitivo, incluso aunque tuviera que llegar a España por barco metanero.
EEUU nunca había ocupado una posición relevante como suministrador gasista a España en un ránking que siempre lideraba Argelia. Antes de que estallara la guerra de Rusia contra Ucrania, en 2022, EEUU llegaba a estar algunos años como el décimo suministrador, con cuotas de apenas el 8%. El conflicto de Ucrania, unido a tensiones diplomáticas de España con Argelia, cambió totalmente el esquema.
Primer suministrador
En 2022, EEUU llegó a convertirse de la noche a la mañana en el primer suministrador de gas a España, arrebatando la histórica posición de Argelia como líder.
Logró una cuota del 28%, frente al 23% de Argelia. En 2023, EEUU se mantuvo como segundo suministrador, con un 21%, mientras que Argelia recuperó el liderazgo, con el 29%.
En 2024, según las estadísticas recientes de Enagás, el grupo que gestiona los grandes gasoductos en España, EEUU ha cedido posiciones pero sigue entre los tres primeros suministradores, con casi el 17%. Está por detrás de Rusia (21%) y Argelia (38%). A simple vista, una guerra arancelaria siempre perjudica más al que más vende que al que más compra.
No es lo que parece
Sin embargo, en energía el razonamiento no es tan sencillo. La situación puede incluso ser a la inversa. ¿Por qué? Porque las relaciones comerciales que se crean en energía no son fáciles de replicar, o de cambiar con tanta rapidez como con otros productos. Llegado el caso, si EEUU sube aranceles a productos españoles, España no podría contraatacar subiendo de forma automática aranceles al gas americano sin ver comprometida la seguridad y garantía de suministro.
Lo peor, los compromisos
Al margen de respuestas más o menos airadas, lo que más temen las energéticas no es tanto una escalada de aranceles sino una escalada de compromisos. El miedo es que, a cambio de una paz arancelaria con Trump, la UE, o España, se comprometan a comprar más gas a EEUU, aun habiendo otras opciones mejores.
Cualquier tensión que rompa el equilibrio de precios del mercado -como ocurrió con la guerra de Rusia contra Ucrania- siempre genera alarma entre las energéticas. Todos los grandes grupos españoles, como Repsol, Endesa, Iberdrola y Naturgy, se ven afectados por las compras de gas a EEUU, con contratos directos o indirectos. Y en todo caso, el gas -que se usa en las centrales eléctricas de ciclo combinado- termina afectando a todo el sistema energético. La crisis del gas por la guerra ucraniana terminó rompiendo los precios eléctricos.
Así se lo están haciendo saber las grandes energéticas al Gobierno. Recientemente, algunos máximos directivos de energía españoles se vieron con el presidente Pedro Sánchez en el Foro Económico Mundial de Davos, en Suiza, donde Trump ya lanzó su ideario.
FUENTE: RIPE - EXPANSIÓN