Robert Redford dejó una profunda huella no solo en el cine, sino también en sus visitas a España, un país que marcó varias etapas de su vida. La primera vez que llegó al país fue en 1957, cuando aún aspiraba a ser pintor.
Su relación con el España se mantuvo a lo largo de los años, y en una entrevista con EFE en 2012, Redford compartió su experiencia y los recuerdos que dejó en su corazón español.
"Cuando tenía 19 años vine por primera vez. Estaba estudiando una carrera, quería ser artista, y vine a España. Era 1957, estaba la Guardia Civil... Fue una experiencia maravillosa", recordaba Redford, quien aprovechó su estancia para viajar por todo el país, desde Barcelona hasta Mallorca, donde pintó algunos de sus cuadros.
Un joven Redford vivió en un contexto que, aunque le resultó tan nuevo como la España de la posguerra, le dejó una sensación de fascinación que nunca olvidó.
Volvió con su familia
En su segundo viaje a España, ya como actor consolidado y con su familia, la conexión con el país se profundizó. Junto a su esposa, la historiadora y activista Lola van Wagenen, y sus hijos, Shawna y James, Redford decidió sumergirse en la cultura española para educar a sus hijos en un entorno diferente. Fue en la década de los 60 cuando, ya con 28 años, se estableció en Puerto Alcudia, un pequeño pueblo pesquero de Mallorca.
A pesar de los años y la fama, España se mantuvo en su corazón. Redford, quien se encontraba en una etapa de duda profesional tras su incursión en Hollywood, decidió tomarse un año sabático.
En 1970, el destino lo llevó nuevamente a la Costa del Sol, concretamente a Mijas, donde se refugió en una granja durante siete meses. "No estaba seguro de si quería seguir siendo actor", confesaba el propio Redford. "Era un momento de crisis profesional, y España me brindó el espacio perfecto para reflexionar", añadía.
No le atraía el flamenco
En sus visitas, aunque nunca se sintió atraído por aprender flamenco, Redford sí reconoció que la vida en España fue una de las experiencias más enriquecedoras de su vida. "No bailaba flamenco, pero fue una experiencia maravillosa", concluyó con una sonrisa.
El paso de Redford por España refleja no solo la admiración por la cultura, sino también una profunda conexión personal que, más allá de sus triunfos en Hollywood, fue una parte importante de su identidad.
Su legado perdurará en el cine, pero también en esos rincones de España que, en palabras suyas, "fueron mágicos".
Robert Redford y Paul Neuwman
FUENTE: El Observador