19 de septiembre 2024
3 de agosto 2024 - 11:25hs

Obsesionado durante toda su vida con la macroeconomía, Javier Milei siempre ha dejado las cuestiones políticas en un segundo plano. Y mucho más si se trataba de geopolítica, un territorio de discusiones eternas, de debates interminables sobre el futuro del mundo que apasiona a los académicos de las ciencias políticas.

“No es que a Milei la geopolítica le parezca demasiado compleja. Su lejanía habitual con el impacto económico sobre la vida de las personas hace que en ciertas ocasiones la deje en segundo plano. Alguno creen que no le importa, pero claro que no es así.

Sin embargo, conocida la aversión de Milei por las zonas grises, el conflicto político que va llevando a Venezuela a convertirse en una nueva Cuba lo ha puesto al presidente argentino en un espacio inesperado de liderazgo regional. Nadie como él ha marcado la deriva dictatorial del chavismo de Nicolás Maduro con la misma contundencia, con los adjetivos tan adecuados para la situación.

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Como en otros momentos de su breve carrera política, Milei se ha visto favorecido por la torpeza de sus enemigos. Y él siempre ha aprovechado esas ventajas que aparecen muy de vez en cuando.

En este caso, Nicolás Maduro lo eligió rápidamente como su adversario. Le habló a Milei en la madrugada del lunes pasado, en el mismo momento en el que se auto declaró ganador de los comicios más fraudulentos de la historia de América Latina.

Bicho horrible, no me duras un round”, se envalentonó Maduro, mientras mostraba las cifras tan mal manipuladas que ni siquiera guardaban el requisito elemental de los arquitectos del fraude: que los porcentajes parciales sumen al menos el 100 por ciento.

Milei tampoco esperó demasiado.

Se calzó su campera negra, un par de anteojos para ocasiones especiales y filmó un video breve para las redes sociales.

Llamó fraude al fraude; llamó dictador a Maduro y utilizó el verbo perpetrar para describir lo que estaba sufriendo Venezuela. No habían pasado veinticuatro horas de las elecciones, pero ninguno de los presidentes latinoamericanos ha sido hasta ahora tan implacable para descalificar al chavismo.

Al lado de los adjetivos de Milei, el resto de sus colegas parecían blandos.

Son varios los puntos que favorecen a Milei en esta circunstancia regional. Y el presidente argentino los ha capitalizado a todos.

  • El primero ya ha sido mencionado. El dictador Maduro lo eligió como su enemigo en el primero de sus discursos post fraude. Y en una declaración que se viralizó globalmente.
  • Milei lideró el grupo de países que, desde el primer momento, no reconoció el fraude en marcha del chavismo: detrás de Argentina fueron Uruguay, Perú y hasta Chile, con un presidente de izquierda “institucional” (Gabriel Boric).
  • Seis integrantes del equipo de campaña de la líder opositora, María Corina Machado, estaban asilados desde hacía cuatro meses en la sede la embajada argentina en Caracas. Aquella decisión riesgosa del gobierno de Milei se volvió un dato importantísimo consumado el fraude chavista.
  • Alineados con el chavismo quedaron las dictaduras y autocracias enemigas del capitalismo: Rusia, China, Cuba, Irán, Nicaragua, Corea del Norte, Bolivia y Honduras.
  • Y los aliados moderados del chavismo, como los gobiernos de Brasil, España, Colombia y México quedaron en una situación muy incómoda que se fue tornando en un escándalo político con el correr de los días siguientes.
  • Lula y Gustavo Petro quedaron en evidencia con las abstenciones de Brasil y México ante el pedido de la Organización de Estados Americanos (OEA) para que Maduro muestre las pruebas del resultado amañado en Venezuela, iniciativa que respaldó firme la Argentina.
  • La ausencia de México en la OEA puso en evidencia la alianza con el chavismo de Andrés Manuel López Obrador con Maduro y la dependencia política de la presidenta electa, la izquierdista moderada Claudia Sheinbaum.
  • Otro papelón fue el de Pedro Sánchez en España: al silencio inicial de su gobierno le siguieron las declaraciones públicas de sus aliadas de ultra izquierda (la vicepresidenta Yolanda Díaz, de Sumar; e Irene Montero, de Podemos), para que avale el resultado amañado por Maduro. Pero, a medida que el escándalo se agigantó, Sánchez debió pedir que el chavismo muestre las actas de la elección y sus aliadas se retractaron del apoyo inicial y apurado para Maduro.

El caso de los asilados de María Corina Machado

La situación más sensible para Milei fue, sin dudas, la de encontrar un destino para los asilados venezolanos en la sede de la embajada, sobre todo cuando Maduro comenzó a perseguir, reprimir, detener y hasta a asesinar a los militantes de la oposición en las calles de una Venezuela sitiada por los militares chavistas, la policía bolivariana y los activistas armados.

En esa situación incómoda, Milei dejó a un lado su beligerancia contra el presidente Lula (al que enoja llamándolo “comunista”) y la canciller Diana Mondino negoció para que Brasil se hiciera cargo de la sede diplomática argentina y de la suerte de los asilados venezolanos.

El presidente argentino bajó un cambio de su dureza habitual y agradeció públicamente el gesto brasileño.

En esa misma línea, Milei neutralizó un tuit de la canciller Mondino reconociendo el triunfo de Armando González Urrutia en las elecciones venezolanas.

Hasta que la suerte de los seis asilados políticos no esté asegurada, el gobierno argentino se reservó una línea de moderación en un comunicado diplomático mientras la situación de Venezuela sale de la crisis que mantiene a María Corina Machado refugiada en algún lugar desconocido.

Pero en los planes inmediatos de Milei, está el de ocupar ese espacio de liderazgo iberoamericano que le ofrece la decisión de Maduro de quemar todas las naves con las democracias de la región.

En los próximos días tiene pensado llamar a una cumbre de los presidentes que decidieron marcar el cordón sanitario que separa a las repúblicas de las autocracias en modo soviético.

Ni siquiera viejos lobos de la política como Lula ni Pedro Sánchez terminan de advertir el aire de fin de ciclo que sopla detrás de la radicalización y el derrumbe de la fantasía socialista del chavismo.

La inflación, la pobreza y la violencia política de los dictadores como Maduro, que siempre termina en muertes, están diseñando un nuevo escenario geopolítico muy diferente de todo lo que conocimos desde la segunda guerra mundial.

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