Lo que podría signar un paso más del inicio de uuna rutina diaria, encierra también información clave sobre la personalidad y la mente de una persona.
Para la psicológa sanitaria y forense Leticia Martín Enjuto detrás del simple acto de dejar la cama sin hacer por la mañana se esconden "historias y matices".
"Nuestros hábitos diarios pueden revelar mucho más de lo que se ve a simple vista", subrayó la profesional valenciana.
Qué significa no hacer la cama al despertar, según la psicología
Para Enjuto, la forma en que interactuamos con nuestro entorno y con nosotros mismos se condensan en siete rasgos esenciales que suelen estar relacionados con las razones por las que las personas hacen la cama o la dejan desordenada.
"Las personas que no hacen la cama suelen mostrar una actitud menos rígida hacia el orden y los rituales diarios. Suelen ser más receptivas a la improvisación y al cambio", subrayó la experta.
Si bien no se trata de una regla escrita, el "acto de rebeldía" puede tener su origen en las expectativas impuestas durante la infancia, explicó Enjuto. En cambio, quienes adoptan el hábito como normativa, suelen tender a reafirmar su identidad.
El simple hecho de elegir no hacer la cama puede convertirse en un acto simbólico de reivindicación de autonomía: una expresión pequeña pero firme de "Yo decido" - Leticia Martín Enjuto
"Cuando vivimos en una casa desordenada, el cerebro trabaja más"
Al igual que las tendencias de personalidad devenidas de no hacer la cama, para Leticia Martín Enjuto el orden, o la ausencia de él, no solo define la estética de un hogar, sino que también puede revelar mucho de la forma en la que vivimos y gestionamos nuestras emociones.
"Cuando vivimos en una casa desordenada, el cerebro trabaja más para filtrar estímulos no relevantes, lo que genera fatiga mental y dificultad para enfocar la atención", subrayó en diálogo con el portal ElMueble.com.
Según Enjuto, muchas personas sienten una pérdida de control o incluso fracaso personal al vivir en un entorno caótico, lo que puede aumentar la autocrítica y disminuir la autoestima. En algunos casos, genera un ciclo difícil de romper: a mayor malestar, menos motivación para organizar, y a más desorden, más estrés emocional.