La ciudad de Kamakura, situada a unos 50 kilómetros al sur de Tokio, ha decidido dejar de ofrecer matrículas de motocicleta inspiradas en el popular manga de deportes Slam Dunk.
Esta medida tiene como objetivo frenar el sobreturismo que afecta a la zona, en un contexto de creciente rechazo en Japón al aumento sin precedentes de visitantes desde el fin de la pandemia de COVID-19.
Matrículas inspiradas en Slam Dunk
La ciudad de Kamakura comenzó a emitir estas matrículas en 2014 como parte de una estrategia para promoverse turísticamente. El diseño de la matrícula muestra un cruce de ferrocarriles que aparece en los créditos iniciales de la adaptación al anime de Slam Dunk, un detalle que ha atraído a numerosos turistas que acuden a la zona para tomarse fotos. Esta afluencia ha generado molestias entre los residentes y ha llevado a las autoridades locales a desplegar policías para controlar la multitud.
Protestas y rechazo a los turistas
A pesar de la intención promocional, algunos habitantes de Kamakura expresaron su descontento con el aumento del turismo, ya que las matrículas, reservadas para motocicletas pequeñas, eran vistas como un factor que contribuyó a atraer a más visitantes. Como resultado, las autoridades municipales anunciaron que las solicitudes para obtener las matrículas especiales de Slam Dunk se podrán realizar hasta el 30 de enero de 2025, momento a partir del cual solo se emitirán matrículas estándar.
Un turismo sin freno
Desde la reapertura de Japón al turismo en 2022, tras dos años de restricciones debido a la pandemia, el país ha experimentado un aumento sin precedentes en las llegadas de turistas. Se espera que en 2025 el número de visitantes supere los 40 millones. Sin embargo, esta afluencia masiva ha generado rechazo en parte de la sociedad japonesa, que denuncia comportamientos inapropiados de algunos turistas. Este malestar ha impulsado el crecimiento de partidos políticos de corte xenófobo y antimigración, como Sanseito, que se ha consolidado como la tercera fuerza en la Cámara Alta tras las elecciones de julio pasado.
La decisión de Kamakura refleja un panorama más amplio sobre los efectos del sobreturismo en Japón y la creciente preocupación por equilibrar la promoción turística con el bienestar de los residentes locales.