Hoy, sin embargo, reina la incertidumbre: Irán acaba de acordar un tambaleante alto al fuego con Israel tras doce días de guerra y podría verse obligado a postergar compromisos, privando a Maduro de uno de sus aliados estratégicos, justo cuando más lo necesita.
Entre 2019 y 2021, durante su primera administración, Trump impuso severas sanciones al régimen de Maduro tras considerar ilegítimas las elecciones presidenciales de 2018. La industria petrolera venezolana quedó gravemente afectada, pero Teherán envió cargamentos de gasolina que aliviaron la presión interna, suministró diluyentes para procesar el crudo extrapesado de la Faja del Orinoco y reparó la refinería El Palito, desafiando abiertamente a Washington.
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Al igual que en 2018, Estados Unidos consideró ilegítimas las elecciones con las que Maduro fue reelecto en julio de 2024, y Trump, ya de regreso en la Casa Blanca, endureció las sanciones que Joe Biden ablandó antes de dejar el poder.
Entre las medidas destaca la suspensión de las licencias que permitían operar en Venezuela a empresas como Chevron. Esta compañía no solo canalizaba exportaciones de crudo hacia Estados Unidos, también suministraba diluyentes y combustibles que, en el contexto actual, no está claro si Teherán podrá proveer como en el pasado.
Si bien durante la administración de Biden las relaciones entre Venezuela e Irán se enfriaron -en parte por los atrasos en los pagos del régimen de Maduro y el rol protagónico que asumió Chevron en la industria petrolera- en noviembre de 2024 ambos países relanzaron su vínculo. Desde Caracas, el ministro de Defensa iraní, Aziz Nasirzadeh, selló el gesto diplomático con una frase emblemática: “Irán y Venezuela son amigos y hermanos que están en el mismo barco”.
Durante cuatro días, una comisión de “alto nivel” revisó en Caracas más de 80 acuerdos de cooperación firmados entre Irán y Venezuela entre 2022 y 2023. También se pactó la transferencia de tecnología iraní en materia de inteligencia artificial. “Desde Venezuela y desde Irán decimos no al hegemonismo, no al imperialismo, no al colonialismo”, proclamó Maduro.
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El ministro de Defensa iraní, Aziz Nasirzadeh, visitó Venezuela en noviembre de 2024
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Pero Teherán atraviesa un momento delicado: su infraestructura militar ha sido golpeada y deberá destinar recursos considerables a reparar los daños ocasionados por los bombardeos de Israel y Estados Unidos sobre instalaciones estratégicas, incluyendo complejos nucleares. En este escenario, su prioridad inmediata es preservar la estabilidad interna.
Para el mandatario venezolano, será crucial contar con el respaldo de aliados como Irán, Rusia -empantanada en la guerra de Ucrania- y China, a fin de mantener a flote la producción petrolera y continuar vendiendo crudo a Pekín mediante intermediarios que, a cambio de un generoso descuento en el precio del barril, permiten sortear las sanciones de Estados Unidos.
El petróleo aporta el 90% de los ingresos en divisas de Venezuela. Según las fuentes secundarias que utiliza la OPEP, la producción se ubicó en 896.000 barriles diarios al cierre de junio, aunque el gobierno de Maduro sostiene que asciende a un millón de barriles diarios. En 1999, cuando el chavismo llegó al poder, el país producía 3 millones de barriles por día.
Otra grieta con Washington
En la madrugada del 13 de junio, Israel lanzó la Operación León Naciente, una ofensiva aérea en la que 200 aviones de combate bombardearon objetivos estratégicos vinculados al programa nuclear iraní, con la meta de impedir que el régimen de Teherán acceda a armas atómicas.
En apoyo a esa operación, Estados Unidos atacó tres de las principales instalaciones nucleares de Irán -Fordow, Natanz e Isfahan- utilizando armamento diseñado para penetrar hasta 60 metros bajo tierra. Washington dejó en claro que espera el respaldo de los gobiernos latinoamericanos a la postura asumida por Trump, justo cuando Maduro ha reiterado públicamente su apoyo a Teherán.
En la víspera de la Asamblea General de la OEA, que se celebrará del 25 al 27 de junio en St. John’s, Antigua y Barbuda, una alta funcionaria del Departamento de Estado de Estados Unidos declaró a El Observador USA y otros medios que “es una gran oportunidad para que los países de la región definan de qué lado están: si respaldan a un régimen patrocinador estatal del terrorismo o qué postura van a tomar”.
Si bien los gobiernos de Colombia, Bolivia y Chile también condenaron el ataque de Estados Unidos, el respaldo de Caracas a Irán ha sido el más enfático. Maduro calificó el bombardeo israelí como un “ataque criminal” y, en relación con la ofensiva de Estados Unidos, afirmó que “ha sido una acción criminal que viola las normas del Derecho Internacional, la Carta de las Naciones Unidas e incluso las propias leyes estadounidenses”.
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El enviado de Trump, Richard Grenell, se reunió con Maduro en Venezuela
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El respaldo de Caracas a Teherán podría fortalecer, dentro de la administración Trump, la postura del secretario de Estado, Marco Rubio, partidario de una política de máxima presión sobre el régimen de Maduro. Esta línea contrasta con el enfoque más pragmático defendido por Richard Grenell, enviado para operaciones especiales, quien ha abogado por mantener canales de diálogo abiertos y permitir la presencia de empresas como Chevron en Venezuela.
El discurso anti imperialista
En el plano doméstico, el gobierno de Nicolás Maduro ha aprovechado la coyuntura internacional para revitalizar su discurso antiimperialista y reforzar la narrativa de resistencia frente a Estados Unidos, presentado como el enemigo externo que amenaza la soberanía venezolana.
El ministro de la defensa, Vladimir Padrino, dijo en un acto junto al alto mando militar que Israel, respaldado por Estados Unidos, “quiere apoderarse del Medio Oriente” y alertó: “Aun cuando veamos ese conflicto allá un poco lejos, señores generales, almirantes de la patria, eso viene para acá”.
“Si explota el tema petrolero, Venezuela se pone a la vanguardia con el suministro de petróleo en esta región occidental. Veamos lo que representa Venezuela en el contexto mundial, sobre todo aquí en este hemisferio donde está el mayor imperio genocida del mundo, que es el imperio norteamericano”, agregó.
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El ministro de Defensa de Venezuela, Vladimir Padrino
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El lunes a la noche, Maduro advirtió sobre “sectores extremistas” que “pretenden aprovecharse del berenjenal que hay en el mundo para tratar de hacer cosas contra el pueblo de Venezuela. No, es hora de la unión nacional, de toda Venezuela, para consolidar nuestro país como un país de paz, un paraíso de paz, convivencia, trabajo”.
La semana pasada, la principal líder opositora, María Corina Machado, afirmó desde la clandestinidad, en una entrevista con el periodista Napoleón Bravo, que Venezuela es una amenaza real para el hemisferio. El mensaje añadió más combustible al discurso oficialista.
“Venezuela es el único país en el hemisferio occidental, además de Estados Unidos, que tiene capacidad de construcción de drones de combate, obviamente de origen iraní. Venezuela está a horas de la Florida, no a la distancia de Teherán”, dijo Machado.
La respuesta oficial no tardó en llegar. El ministro del Interior, Diosdado Cabello, acusó a la dirigente opositora de incitar una agresión extranjera: “¿Qué es lo que está pidiendo? Un ataque contra Venezuela”, afirmó el segundo hombre más poderoso del chavismo.