24 de diciembre 2025 - 15:33hs

El bloqueo de Estados Unidos contra los tanqueros petroleros amenaza con recortar de manera drástica el ingreso de divisas y agudizar la fragilidad del régimen de Nicolás Maduro. Si bien en el pasado el mandatario logró sortear crisis económicas devastadoras, esta vez la grieta en el muro luce más profunda: la ofensiva coincide con el desplome del apoyo popular, la pérdida total de legitimidad y el despliegue de una nueva doctrina de política exterior estadounidense —presentada como corolario de la doctrina Monroe— que podrían desencadenar un desenlace distinto.

Buque_petrolero_Venezuela - EFE
Buque petrolero en Maracaibo, Venezuela

Buque petrolero en Maracaibo, Venezuela

La interceptación de tres buques ya ha generado un efecto disuasivo: embarcaciones con destino a Venezuela han cambiado de ruta y otras han pospuesto su salida. Si Estados Unidos mantiene de forma sistemática estas operaciones, el impacto se amplificará y se prolongará en el tiempo. El economista Asdrúbal Oliveros calcula que los ingresos por exportaciones petroleras, estimados en 15.000 millones de dólares anuales, podrían reducirse en 8.000 millones.

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El escenario apunta a una creciente volatilidad. La caída en el ingreso de divisas se traduciría en una mayor devaluación del bolívar, un repunte acelerado de la inflación y un incremento de la presión social. Este impacto recaería sobre una economía ya golpeada: en lo que va del año la moneda se ha desplomado frente al dólar y la inflación, cuyas cifras oficiales el Gobierno oculta, se estima en torno al 300%.

Trump no ha ocultado su objetivo de forzar la salida de Maduro del poder. Ha advertido que el mandatario “tiene los días contados” y recientemente declaró ante reporteros que “si se quiere hacer el duro, será la última vez que lo haga”.

Para algunos analistas, la presión de Estados Unidos difícilmente logre quebrar al régimen, ya que las sanciones externas, lejos de abrir fisuras, tienden a reforzar la cohesión interna al presentar la rendición como una amenaza existencial. El costo recae sobre la población más que sobre el gobierno: la crisis se profundiza, la capacidad de movilización se reduce y la asfixia cotidiana se intensifica, mientras las sanciones alimentan circuitos de economía criminal que sostienen al sistema y aliados como Rusia, China e Irán aportan recursos para prolongar su resistencia.

Venezuela - Caracas - 24-11-25 - EFE

No obstante, en el tablero persisten factores que podrían convertirse en catalizadores de un cambio, incluso en un régimen que ha demostrado una notable capacidad de adaptación.

Grietas en el sistema

Miguel Ángel Martínez, doctor en conflicto político y procesos de pacificación, sostiene que el escenario actual difiere del que Maduro logró superar entre 2017 y 2022, cuando al igual que Mugabe en Zimbabwe, recurrió a una masiva emisión de dinero que desató una hiperinflación, licuó la deuda en moneda local y provocó un éxodo que redujo la presión social.

Agrega que Maduro enfrenta un escenario distinto: la acción directa de Estados Unidos sobre sus principales fuentes de ingreso, con la interceptación de envíos de petróleo y cocaína, en un contexto marcado por su derrota en las urnas y el rechazo masivo de la población.

No obstante, señala Martínez, aunque esta presión golpea de forma más directa la continuidad del régimen, sus líderes aún disponen de medios para sostenerse si no se adoptan medidas adicionales, internas o externas, que los afecten personalmente o si las Fuerzas Armadas no asumen una desobediencia activa.

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Desde su punto de vista, todo indica que la administración Trump ha asumido dos premisas: “La salida del poder de Maduro y otros líderes chavistas” como objetivo explícito, y una estrategia incremental en la que el uso de la fuerza sea el mínimo necesario. De ser así, advierte, “lo más probable es que veamos un incremento constante de la presión, hasta que el objetivo sea finalmente alcanzado”.

Fuentes de la oposición señalan que, aunque no se han registrado fracturas en el respaldo de las Fuerzas Armadas a Maduro —donde los altos mandos forman parte del régimen—, existe un descontento evidente en los mandos medios y una latente posibilidad de protestas en una población donde 8 de cada 10 venezolanos consideran necesario un cambio político.

El politólogo Gonzalo González considera que el chavismo enfrenta “la peor de las amenazas contra su permanencia en el poder” en un contexto de escaso apoyo popular, creciente aislamiento internacional y dependencia del respaldo de la Fuerza Armada y de actores vinculados a la delincuencia transnacional. A su juicio, “es poco probable que pueda superar esta situación”, pero todo va a depender “de que las cosas en su contra se hagan bien y logren romper o fracturar el apoyo de la Fuerza Armada”.

La politóloga María Isabel Puerta, profesora en la Universidad de Colorado, destaca que “en esta oportunidad la debilidad de Maduro es real y tiene menos posibilidades de recuperarse dado el deterioro político y económico del régimen. Más concretamente: tiene muy pocas posibilidades de darle compensación económica a los militares que lo mantienen en el poder”.

Añade que esa fragilidad representa “una oportunidad para convencer a los militares de entregarlo, llegar a acuerdos y abrir la puerta a una transición”, aunque advierte que “pareciera que los militares no están interesados, por ahora”.

Zona de influencia

La presión de Estados Unidos sobre el régimen venezolano se enmarca en la nueva doctrina de seguridad que la administración Trump ha definido como un “corolario” de la Doctrina Monroe. Bajo esta lógica, Washington busca asegurar que el hemisferio occidental permanezca libre de incursiones hostiles y del control de activos estratégicos por parte de potencias rivales.

Donald Trump - 27-11- 25 - AP

El bloqueo de buques sancionados envía un mensaje directo a los aliados de Maduro: China absorbe la mayor parte del crudo venezolano sancionado, mientras Rusia e Irán están vinculados a la mayoría de los tanqueros que lo transportan. Como señala Agnia Grigas, del Atlantic Council, el caso venezolano evidencia que Washington empieza a tratar la evasión de sanciones no solo como una infracción financiera, sino como un asunto de seguridad marítima.

Al mismo tiempo, la interceptación de buques sancionados amenaza con cortar el flujo de petróleo hacia Cuba, pieza clave en el entramado de alianzas del chavismo. Ese suministro ha sido la base de un intercambio en el que La Habana provee a Maduro servicios de seguridad e inteligencia, fundamentales para sostenerlo en el poder.

Nada indica que la presión de Washington vaya a disminuir: según la estimación de ClearView Energy Partners, incluso si se detuviera por completo la exportación de petróleo de Venezuela, el impacto en el precio de la gasolina en Estados Unidos sería mínimo —entre cinco y veinte centavos por galón, una variación manejable para la Casa Blanca—, mientras que la permanencia de Maduro en el poder pondría en entredicho la estrategia de la administración Trump orientada a reafirmar la influencia de Washington en el hemisferio.

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