El presidente de Estados Unidos, Donald Trump,ha endurecido el cerco sobre el flujo marítimo del petróleo sancionado de Venezuela. Millones de barriles permanecen en la incertidumbre, mientras se calibra el impacto sobre el eje energético que sostiene al régimen de Nicolás Maduro y lo vincula con sus principales aliados: Cuba, China, Irán y Rusia.
La semana pasada, la Guardia Costera estadounidense interceptó un buque cargado con crudo venezolano, provocando un temblor en las operaciones de Pdvsa, la estatal petrolera. Al golpe inicial se sumó el anuncio de Donald Trump de un “bloqueo total” contra los tanqueros sancionados que entren o salgan de Venezuela, una medida que amenaza con paralizar aún más las exportaciones y asfixiar lo que gira en torno al oro negro.
Irán suministra buques y experiencia para sortear las restricciones, mientras Rusia envía y comercializa nafta, el aditivo indispensable para procesar y exportar el crudo extrapesado venezolano. China, por su parte, absorbe volúmenes crecientes de petróleo a precios de descuento. Más allá del flujo financiero, este tejido evidencia cómo Moscú, Teherán y Pekín operan en la región y desafían el objetivo de Washington de aislar a Maduro.
Flota fantasma
Estados Unidos mantiene frente a las costas de Venezuela un poderoso despliegue militar que enmarca bajo una operación antinarcóticos al tiempo que acusa a Maduro de liderar un cartel de narcotráfico y Trump afirma que sus días “están contados”.
En medio de este despliegue, la Guardia Costera estadounidense interceptó el buque petrolero Skipper, cargado con 1,8 millones de barriles de crudo venezolano, dentro del esquema en que Cuba recibe cargamentos que luego reexporta hacia Asia. El caso del Skipper revela además un trasfondo más complejo: antes de transportar petróleo venezolano, el navío había operado durante cuatro años como parte de la flota fantasma de Irán, trasladando crudo hacia Siria y China, según datos de la firma de monitoreo marítimo Kpler.
EEUU incauta petrolero frente a Venezuela - AFP
Militares estadounidenses abordan el petroleo Skipper frente a las costas de Venezuela
AFP
La llamada flota fantasma es el término usado en la jerga petrolera para describir el conjunto de embarcaciones que países como Venezuela, Irán y Rusia emplean para sortear las sanciones de Estados Unidos y Europa. Estos tanqueros operan bajo prácticas opacas: cambian de nombre con frecuencia, navegan con propietarios difíciles de rastrear y apagan sus sistemas de señalización para encubrir su ubicación.
La magnitud del fenómeno es significativa. Según Transparencia Venezuela, con base en datos de Vesselfinder, Marine Traffic e imágenes satelitales, en noviembre el 40% de los tanqueros presentes en terminales venezolanos se encontraban en condiciones irregulares.
Onda expansiva
Fuentes del sector señalan que el hecho de que Washington, por primera vez, haya detenido físicamente cargamentos de crudo venezolano introdujo un nuevo nivel de riesgo. Buques de la flota fantasma dejaron de dirigirse a Venezuela y otros optaron por no zarpar. Tras la incautación del Skipper la semana pasada, el movimiento en los puertos venezolanos se derrumbó: de cerca de 45 embarcaciones que aguardaban para cargar crudo, apenas una docena permanecía en espera días después, según registros de tráfico marítimo citados por The Wall Street Journal.
Las exportaciones petroleras venezolanas se han desplomado bajo la presión de Washington, golpeando el esquema energético que conecta a Caracas con Cuba, Irán y Rusia y que culmina en ventas de crudo sancionado a China con fuertes descuentos. A este retroceso se sumará un cerco aún más severo, según lo anunciado por Trump, quien calificó al “gobierno ilegítimo de Maduro” de financiar con el petróleo actividades de “narcoterrorismo” y otros delitos, al tiempo que ordenó el bloqueo de los tanqueros sancionados, en clara referencia a la llamada flota fantasma.
El origen del recurso a la flota fantasma se remonta al primer mandato de Trump, cuando en 2018 desconoció la reelección de Nicolás Maduro y respondió con un paquete de sanciones que buscaba impedir la comercialización del crudo venezolano. Con la mayoría de los tanqueros de Pdvsa bajo sanción, el régimen se vio forzado a recurrir a intermediarios y a prácticas opacas para colocar su producción en Asia, convirtiendo a esa flota clandestina en un engranaje esencial.
Ahora, en su segunda administración, Trump volvió a desconocer la reelección de Maduro en 2024 —también considerada fraudulenta por la Unión Europea y buena parte de la región— y ha añadido las acusaciones que lo vinculan con el narcotráfico, reactivando el pulso con Caracas y reforzando el cerco sobre el petróleo sancionado.
El endurecimiento del cerco marítimo a Venezuela, que afecta directamente los intereses de China, Rusia e Irán en la región, coincide con la difusión de la nueva Estrategia Nacional de Seguridad de la Casa Blanca, el 4 de diciembre, donde se reafirma la decisión de ampliar la presencia militar y la influencia de Washington en Latinoamérica. Como marco doctrinal, el propio documento afirma que Estados Unidos “aplicará y hará cumplir un corolario Trump a la Doctrina Monroe”, subrayando la intención de resguardar el hemisferio frente a potencias externas.
Donald Trump 4-12-25 - AFP
AFP
El documento subraya que, tras años de descuido, Estados Unidos volverá a imponer la doctrina Monroe para restaurar su primacía en el hemisferio y proteger el acceso a enclaves estratégicos de la región. En palabras de la propia estrategia, Washington “negará a competidores extrahemisféricos la posibilidad de posicionar fuerzas o controlar activos vitales” en América Latina. La Casa Blanca define este enfoque como un corolario Trump a la doctrina de 1823, presentado como una restauración del poder y las prioridades estadounidenses en línea con sus intereses de seguridad.
Ante el cerco anunciado por el gobierno estadounidense, el régimen de Maduro dijo que Trump viola “el derecho internacional, el libre comercio y la libre navegabilidad”. Caracas sostuvo que la “verdadera intención” del presidente de EEUU “fue siempre apropiarse del petróleo, las tierras y minerales del país a través de gigantescas campañas de mentiras y manipulaciones”.
El impacto sobre las exportaciones petroleras golpea el eje energético con sus aliados y, sobre todo, acentúa la vulnerabilidad de una economía sostenida casi exclusivamente por los petrodólares.