3 de diciembre 2024
4 de noviembre 2024 - 13:46hs

Los últimos 100 años de historia de este pueblo de Pensilvania se resumen en el elegante restaurante The Pines. Esplendor americano de postguerra, decadencia económica en el Rust Belt y resurrección manufacturera de la mano de los latinos que coparon esta pequeña ciudad Hazleton. Todo ese proceso histórico cabe dentro de The Pines, con su salón de madera, techos altos y columnas señoriales.

Hazleton forma parte del mítico Rust Belt de Estados Unidos. Queda a dos horas en auto desde Filadelfia y tiene unos 30 mil habitantes. Está en el corazón del llamado Cinturón Latino de Pensilvania, el swing state que definirá la elección presidencial entre Kamala Harris y Donald Trump. En 2000, el censo determinó que tenía 1.000 habitantes hispanos. En 2010, ya eran 10.000. Para 2020, pasaron a ser unos 20.000. Ahora son mayoría en una comunidad desacostumbrada a la cultura latina. Ese crecimiento vertiginoso derivó en problemas de infraestructura, tensiones con los históricos vecinos blancos y situaciones de racismo explícito. También, de aprendizaje, tolerancia y asimilación del recién llegado.

En The Pines se escenifican buena parte de esos ciclos. Antes de convertirse en un restaurante italiano para la elite local, The Pines funcionaba como un banco. Y no cualquier banco. La bóveda del opulento Markle Banking & Trust Company guardaba el incesante flujo de dólares que generaban las minas de carbón de la zona. Detrás de la barra de The Pines sobrevive la imponente antigua bóveda del banco. Una puerta de acero macizo la separa del salón principal. La mesa ubicada dentro de la bóveda, toda una rareza, es la más buscada entre los habitués del restaurante.

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La ciudad de Hazleton, en Pensilvania, pasó en poco más de 20 años a tener mayoría de población de habla hispana.

La ciudad de Hazleton, en Pensilvania, pasó en poco más de 20 años a tener mayoría de población de habla hispana.

Con la crisis del carbón, Hazleton se fue apagando de forma paulatina. Se convirtió en una ciudad fantasma de americanos blancos jubilados. Las nuevas generaciones se fueron en busca de mejores oportunidades. Hasta que las políticas de promoción industrial del estado atrajeron a empresas como Amazon y la chocolatería Hershel.

La llegada masiva de latinos al pueblo de Pensilvania

Esa reconversión demandó nuevos empleos. La demanda de trabajo circuló de boca en boca. Y hacia Hazleton marcharon en caravana los latinos que vivían en Estados Unidos. Principalmente, se asentaron dominicanos llegados desde Nueva Jersey, pero también arribaron mexicanos, boricuas y peruanos. De golpe la avenida principal de este tradicional pueblo minero estuvo copada por barberías caribeñas, reguetón, tiendas y restaurantes con nombres en español.

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"Vivo acá hace 33 años. Vi los cambios, las transformaciones y la llegada de los latinos, que le agregaron una fuerza vibrante a nuestra comunidad. La cultura latina empalma bien con la importancia de la familia y la comunidad de aquí. Muchos empezaron a abrir mercados, abrieron bodegas y compraron restaurantes", afirma ante El Observador USA Mary Malone, de tez blanca como un papel y presidenta de la Cámara de Comercio de Hazleton. Mary es muy respetada entre los hispanos de la ciudad, que la consideran una aliada clave.

Uno de los hispanos que se dedicó a la gastronomía es el joven dominicano Carlos Monclus, quien estudió gastronomía en Santo Domingo. Monclus puso un local de delivery en el que los platos más populares son los de origen dominicano, como el sancocho, el mofongo y el mangú. Pero Carlos no se conformó con trabajar a pedido de sus paisanos mudados a Hazleton. Hizo una apuesta audaz para romper con la nostalgia y la endogamia del migrante.

Acaba de comprar The Pines, el ícono gastronómico de Hazleton. Monclus entiende perfectamente que el cambio de manos puede generar fricciones con la cultura comunitaria y el espíritu conservador del pueblo. Aquí Donald Trump se impuso tanto en 2016 como en 2020. Para evitar roces y habladurías, decidió mantener el nombre y el espíritu del restaurante. En paralelo se hizo socio del Rotary Club local, cuyas reuniones se realizan en la parte de arriba del edificio donde está The Pines.

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El dominicano Carlos Monclus compró el restaurante más tradicional de Hazletón, se asoció al Rotary Club y fue candidato a legislador.

El dominicano Carlos Monclus compró el restaurante más tradicional de Hazletón, se asoció al Rotary Club y fue candidato a legislador.

Mientras se consolida como uno de los empresarios más activos de Hazleton, Monclus quiere dar el paso que le falta a los latinos en la ciudad. Hacer pie en la política. "Así como llegamos a esta plaza gastronómica, es una necesidad imperante alcanzar a posiciones importantes para legislar. Es importante motivarse y votar", le dice a este medio mientras ultima detalles para la apertura del renovado The Pines. Monclus planea ser candidato a legislador en este pueblo de Pensilvania.

El peso de los hispanos en EEUU

Los latinos en EEUU son casi 64 millones de personas, casi el 20% de la población total. Según un informe de la ONG Latino Victory Projec, esa enorme presencia no se traduce en poder político. De 500.000 cargos electos que hay en el país, los hispanos ocupan unos 7.000. Menos del 2%. El flamante dueño del restaurante más vistoso de Hazleton quiere modificar esa estadística. Y no es el único latino que abraza sin tantos prejuicios la vía política.

El dominicano Vianney Castro coincide con su amigo Carlos. Castro es dueño de la principal gomería de Hazleton, titulada literalmente Súper Gomas. El moreno Castro estuvo a un paso de hacer historia en las elecciones del 2023. Ganó sorpresivamente la interna demócrata contra un hijo de inmigrantes italianos, un grupo mucho más asimilado que el de los latinos. Y estuvo cerca de convertirse en el primer alcalde latino de Hazleton. Pero perdió contra el republicano Jeff Cusat, el actual alcalde.

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Dueño de la gomería del pueblo, Vianney Castro estuvo cerca de convertirse en el primer alcalde latino de Hazleton.

Dueño de la gomería del pueblo, Vianney Castro estuvo cerca de convertirse en el primer alcalde latino de Hazleton.

Dentro de su gomería sigue colgado el cartel que lo presentaba, en inglés y en español, como la solución para los problemas del pueblo. Vianney, a quien "los gringos" llaman Viny, piensa reincidir en la próxima carrera por la alcaldía. Castro llegó a esta ciudad de Pensilvania hace 20 años. "Viví racismo de muchos nativos, pero también hice amigos. Las cosas mejoraron, fuimos aceptados y convivimos normalmente", explica Vianney a El Observador USA. Lo revela mientras pasea y supervisa el ritmo de trabajo en su negocio: "Super Gomas, New & Used Tires".

Registrado demócrata, Castro dice que en Pensilvania hay una clima de empate entre Trump y Kamala Harris. “Espero que los hispanos recapaciten y voten por Harris. La economía no es todo. La seguridad social es más importante. Y los 4 años de Biden pueden mejorarse", explica. Y a la pasada desliza lo que los demócratas del pueblo temen: la conversión republicana de muchos hispanos.

El giro conservador de los votantes de habla hispana

Pensilvania es uno de los siete swing state en juego en 2024. Pero no es uno más. Es el estado péndulo más cortejado por Trump, por Harris, por sus candidatos a vice, por Barack Obama y hasta por Elon Musk. No pasa un día en el que no haya un acto de campaña importante en el estado. Demócratas y republicanos se disputan los 19 delegados de Pensilvania que podrían inclinar la balanza en el colegio electoral. Las dos campañas gastaron cientos de millones de dólares en anuncios en esta zona del midwest.

Trump ganó el estado en 2016 por 44.000 votos, menos del 1% del total. Joe Biden se impuso en 2020 por unos 81.000 votos. Las encuestas recientes muestran una paridad casi total, con una ventaja mínima y muy volátil en favor de Harris. Las dos ciudades más grandes de Pensilvania, Filadelfia en el este y Pittsburgh en el oeste, son bastiones demócratas. Pero en los suburbios y en las afueras de esas dos ciudades la realidad es muy distinta. En Hazleton, el ranking de carteles en los jardines de las casas de madera lo lidera notoriamente Trump.

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En Pensilvania hay 600.000 personas de origen latino que pueden votar. Un número más que suficiente para facilitar la coronación de Harris o de Trump. En este estado, los latinos votaron tradicionalmente a los demócratas. Pero en lugares como Hazleton y otras zonas del Cinturón Latino hay claras señales de un giro conservador.

"Miles de latinos apoyamos a Trump en Pensilvania"

Mudada a Hazleton hace 14 años, la dominicana Adairis Casado es un caso explícito de esa conversión. "Miles de latinos apoyamos a Trump en Pensilvania", asegura mientras atiende un pedido en el mostrador de su local. Casado vende artículos para el hogar de los más diversos. Es carismática y popular en el pueblo. Además es profundamente religiosa. Remata cada afirmación con "bendiciones" y un "si Dios quiera".

Adairis exhibe y ofrece un pilón de stickers MAGA. Si bien se registró demócrata hace más de una década, en los últimos cuatro años se volvió una activista republicana. La figura de Trump la sedujo especialmente. Si la conversación con un cliente deriva hacia la política, su negocio se vuelve un centro militante del ex presidente republicano.

En la peluquería de Perla Contreras, ubicada en la misma cuadra que el local de Adairis, se da una dinámica calcada. "Cambié de opinión por la inflación y por la cantidad de inmigrantes ilegales que llegaron", explica la peluquera Contreras.

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Adairis Casado se registró demócrata pero esta vez votará a Trump por tres motivos: inmigración, inseguridad y su fe cristiana.

Adairis Casado se registró demócrata pero esta vez votará a Trump por tres motivos: inmigración, inseguridad y su fe cristiana.

Cuando se les pregunta por el agresivo discurso de Trump en contra de los inmigrantes, Adairis y Perla se apresuran en hacer una aclaración. "Él habla así de los ilegales que hacen las cosas mal", es el mantra ideológico que repiten. Ambas coinciden en que el actual gobierno demócrata les facilitó el arribo a miles de inmigrantes, mientras que a ellas la adaptación les resultó más trabada. Y aseguran que la llegada de inmigrantes latinos a Pensilvania aceleró los delitos y la inseguridad.

El crimen que lo cambió todo en Hazleton

En Hazleton, el tema de la inseguridad es todavía una herida abierta en la comunidad. El punto de inflexión ocurrió en la primavera de 2006, cuando un hombre blanco fue asesinado mientras reparaba el coche de un vecino. La policía acusó a un inmigrante mexicano.

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El alcalde recién electo de aquel momento, el republicano Lou Barletta, lanzó una campaña contra los "llegal alliens". La cruzada derivó en la aprobación, a los pocos meses, de la ley municipal "para el alivio de la inmigración ilegal". Diez años antes del ascenso de Trump, fue una legislación novedosa y una de las más duras del país. Fijaba multas prohibitivas para quienes dieran trabajo o alquilasen sus casas a inmigrantes indocumentados, convirtiendo a los empleadores y caseros en la policía migratoria de facto. También obligó a que el inglés fuera el idioma oficial del pueblo

"Yo era un simple alcalde y en Washington DC no me dieron ayuda", le explica Barletta a El Observador USA. "De golpe en el pueblo había que esperar de 3 a 4 horas en las salas de salud, cuando antes la demora era de pocos minutos. Me dijeron racista. Pero lo cierto es que llegaron bandas criminales vinculadas al narcotráfico", agrega el ex alcalde. Barletta escaló de alcalde a congresista nacional, llegando a ser un dirigente muy cercano a Trump. Pero ahora ya está retirado.

"No me sorprende que casi 20 años después los latinos de Hazleton apoyen a Trump. Su fe católica empalma mejor con los valores republicanos. Era sólo cuestión de tiempo", reflexiona Barletta.

La ley que promocionó el alcalde fue declarada inconstitucional dos años después. Pero los efectos de la norma todavía se sienten en el pueblo, aunque la relación entre blancos e hispanos mejoró gradualmente. La convivencia se armonizó en gran medida gracias a la creación en 2011 del Hazleton Integration Project. El proyecto fue ideado por el filántropo y nativo de Hazleton Joe Maddon.

En un viejo y enorme edificio de la ciudad armó un centro de actividades educativas, deportivas y culturales gratuitas. "Esta obra surgió a partir de las diferencias entre nativos e inmigrantes. Estamos abiertos para todo el mundo, pero los más necesitados suelen ser los recién llegados", relata Rossanna Gabriel, la Directora Ejecutiva de Hazleton Integration Project (HIP).

La dominicana Gabriel es el motor humano que gestiona el centro comunitario. En una tarde cualquiera, en la sede del HIP se desarrollan varias actividades en simultáneo. Mientras los adolescentes juegan un partido de basquet en la cancha central, un grupo de niños recibe apoyo escolar, en el subsuelo se dictan clases de RCP y una mamá soltera de Honduras pule su inglés para aplicar por la green card. "El centro ayudó a la integración, pero aquella legislación generó muchos problemas", reconoce Gabriel.

"De golpe el racismo de los blancos salió del closet", recuerda con pesar el peruano Amilcar Arroyo. Y dice que la posible vuelta de Trump a La Casa Blanca le hace acordar a los tiempos de Lou Barletta en Hazleton.

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De votante de los Bush a defensor de Kamala Harris

Amilcar es un pionero en Hazleton. Fue uno de los primeros latinos en descubrir las enormes ventajas de esta comunidad de Pensilvania, donde había empleo y tanto los alquileres como la comida eran mucho más baratos que en Nueva York o incluso en Florida. Por su larga experiencia y cordialidad, se convirtió en un referente para la comunidad hispana de Hazleton. Siempre está a tiro de WhatsApp, la forma de comunicación preferida de los latinos en EEUU, para dar algún consejo o facilitar una gestión municipal.

Llegó a Estados Unidos expulsado por la hiperinflación de Perú a fines de los '80. Su periplo ideológico es el opuesto al de Adairis, Perla y otros miles de inmigrantes que viven en Pensilvania.

En su país era banquero, capitalista y de derecha, según su auto-definición. Pero en Hazleton se hizo demócrata. "Voté por los dos Bush, pero cambié cuando el Partido Republicano se corrió demasiado a la derecha y ahora quiero que gane Kamala Harris", explica Arroyo en su oficina del downtown de Hazleton. Ahí dirige El Mensajero Internacional, el periódico en español de la ciudad.

Amilcar admite que esta vez muchos latinos votarán por Trump. "Hay dos motivos centrales para que lo hagan, además de la economía. El tema de la inmigración y la fe cristiana", analiza ante El Observador USA.

Para el histórico habitante de Hazleton John Keegan, estadounidense y dueño de una farmacia en la ciudad, la razón del giro es más simple. ¿Cuál? La inflación que, si bien ahora está controlada, acumuló casi 20 puntos durante la administración de Joe Biden.

"Trump va a ganar en Pensilvania por unos 100.000 votos. Yo veo a los latinos en mi barrio y ellos apoyan a Trump. Ponen carteles en sus jardines y stickers en sus autos. Van al mercado, cargan nafta y sufren la inflación. Además ya llevan varios años acá, entonces conocieron una época más estable", comenta desde su local. John admite que la retórica de Trump es agresiva en contra de los inmigrantes, pero sugiere no prestarle tanta atención a lo que el republicano dice, sino a lo que hace.

Keegan encarna el arquetipo del americano anglo de pueblo. Es conservador, ultra-correcto y protocolar al punto de parecer algo frío en el trato. John sólo habla inglés. Pero concluye su análisis sobre la asimilación de los inmigrantes y el giro trumpista de los latinos con una frase en español, el idioma que incorporó en el día a día de los últimos 20 años: "Sus familias y mis familias vivimos la misma realidad".

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